cuatro

977 202 11
                                    

En cuánto Yoongi se quedó dormido, Jimin decidió que era momento de marcharse. 

Para empezar, esto había estado mal, no quería ni imaginar lo incómodo que se sentiría la mañana siguiente teniendo que enfrentarlo y mentir diciendo que se había dejado llevar por el alcohol, que no lo quería y que no era lo más maravilloso que le había pasado en la vida.

Cuando sus cuerpos se habían unido, había sentido las raíces rasgar sus pulmones, había sentido las espinas extenderse hasta las partes más recónditas, pero a pesar del dolor, había sido perfecto. Tras sus parpados solo había luz, su pecho se sentía cálido y la sensación de ser querido y adorado por el cuerpo de Yoongi, había sobrepasado el dolor sordo de sus vías respiratorias contrayéndose.

Se había encargado de dejar marcas sobre la pálida piel, de dejar sus uñas adornar su espalda, era la única manera que el pelinegro no olvidara que había sido él con quien había estado. Que le había hecho el amor a él y nadie más.

Cuando Yoongi había susurrado su nombre una y otra vez en su cuello, el alivio lo recorrió de pies a cabeza, porque sabía que era él.

No era lo suficientemente tonto para creer que esto iba a cambiar algo. Yoongi era así, y no podía hacer nada para cambiarlo, solo quererlo. Incluso si con esto cambiaba un millón de cosas en su universo, si esto era la sentencia definitiva y no había manera alguna de erradicar las flores creciendo en su pecho, no lo hacía.

Cuando Yoongi había terminado dentro de él, cuando se había desplomado sobre su cuerpo, espero que este se vistiera y mirara por el ventanal ausente, lo sorprendió de nuevo cuando envolvió su brazo por su cintura, y lo mantuvo cerca con sus labios apoyados en la sien del menor.

Y empezó a pensar. Yoongi no estaba ebrio, no podía excusarse con eso. Jimin tampoco, pero definitivamente lo utilizaría como argumento si Yoongi sacaba el tema la próxima vez que se vieran.

Había esperado que respiración del pelinegro se hiciera lenta, y su brazo más pesado para estar seguro que estaba durmiendo. Se levantó de la cama, se puso el pantalón y la camisa, sin molestarse en buscar la chaqueta. Cerró la puerta de la habitación, y caminó hasta donde lo estaba esperando el auto que había solicitado.

En cuanto llegó al departamento, Jin que estaba durmiendo en el sofá se despertó asustado y lo miró de pies a cabeza.

—¿Lo hiciste con Yoongi?

—¿Qué? ¿No?  — su rostro se puso rojo, mientras se quitaba lo que quedaba de su ropa y se ponía el pijama.

—Vi cómo te fuiste a su departamento. Y tienes una marca en el cuello.

—Solo hablamos — se acostó en la cama y se tapó con el edredón hasta los oídos, tratando de evitar el tema.

—A mí no me mientas, ¿te acostaste con Yoongi o no? — Jin sonaba serio y asustado ahora.

—No — murmuró, tratando de contener la tos.

—Jimin — Jin empezó a forcejear con la tapa de la cama, Jimin forcejeó de vuelta porque no quería hablar del tema ahora, era demasiado pronto. El esfuerzo le hizo respirar más rápido, hasta que el esfuerzo le hizo toser en busca de aire.

Fue casi en cámara lenta cuando los pétalos azules y delicados cayeron sobre la alfombra blanca. Unas manchas de sangre contaminaban su aspecto casi etéreo.

Escucho un sollozo ahogado que definitivamente no era suyo. Y se giró para ver a Jin y como sus hombros caían y sus manos temblaban, con la vista fija en los pétalos.

—Jimin, ¿Qué hiciste? Dime que hiciste — alzó la voz.

—Sabes que no pude evitarlo — susurró.

—Dios, dime que no es tan serio, que puedes superarlo.

—No puedo.

—Jimin — los ojos del mayor estaban llenos de lágrimas pero determinados — Dime que te vas a hacer la operación, a la mierda con Yoongi, dime que la harás.

El rubio, sintiéndose completamente culpable se arrastró por la cama hasta que abrazó al mayor con fuerza.

—Por supuesto que si — mintió — Sabes que no dejaría que nadie me hiciera esto, es solo un momento de debilidad.

—¿Seguro?

—Mucho, no te preocupes por mí — le dio un beso en el pelo hasta que Jin dejó de llorar.

Se recostaron bajo las mantas y Jimin agradeció la calidez de Seokjin, o la noche hubiese sido demasiado fría, demasiado solitaria, y su corazón no hubiese podido soportarlo. 

(...) 

flower boy //ymWhere stories live. Discover now