cinco

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Si bien Yoongi sentía su corazón doler por Hoseok cada vez que este estaba cerca, los pétalos no llegaban hace un mes. Podía sentir las raíces, las ramas extenderse, pero ningún pétalo escapaba de sus labios.

Hoseok había sido el primero en verlo cuando nadie más lo hacía, el primero en darse cuenta lo mucho que necesitaba a alguien. Había pasado incontables noches junto a él, había pasado días enteros escuchando a Yoongi y lo mucho que trataba de entender que le pasaba.

Todo había empezado como ligeros cambios, con un malestar en la boca de su estómago y un nudo en su garganta permanente. Sus manos picaban, le faltaba la respiración y tras hacerse todos los chequeos necesarios, no había encontrado una explicación.

Esos mareos y la falta de energía constante no podían ser explicadas por alguna enfermedad o deficiencia de algún mineral o vitamina. ¿Qué demonios estaba mal?

No era normal no querer ver a nadie, no era normal dejar de interesarse por todos a quienes creía querer, no era normal querer llorar sin motivo aparente y que un día nublado fuese excusa para ni siquiera levantarse o darse una ducha.

Luego vinieron las noches en velas y los días sin comer, la pérdida de peso, la pérdida de la concentración y el control de sus emociones.

A estas alturas tenía claro que su cuerpo no estaba enfermo, sino que era su mente la que necesitaba ayuda.

Había intentado terapia, había intentado medicamentos, pero llevaba meses en ello y nada daba resultado.

Las ganas de llorar persistían, la sensación de vacío y desinterés ya ni siquiera le eran extrañas. Ni siquiera se sentía solo, todo pasaba frente a él como si fuera un mero espectador y nada le afectara. Pasaban días sin ver a nadie, y ni siquiera se daba cuenta, el contacto humano le parecía innecesario, agotador y estresante.

Se sentó en la cama, mirando las hojas descartas a sus pies sin ser capaz de escribir nada, ni siquiera lo mucho que necesitaba a Hoseok para volver a sonreír.

La ansiedad atenazó su pecho, ¿se había olvidado de sentir y era por eso que los pétalos ya no estaban? ¿Los antidepresivos le habían quitado hasta eso?

[...]

"Tú sabes que les abro las ventanas para que puedan volar en paz, dime entonces como puedes pensar que yo no te quiero cuidar aún".

Jimin era un alma libre, no tenía un lugar. Había tanto que ver, aprender y conocer, que no se imaginaba echando raíces.

Desde que tenía cuatro y entro a la escuela, nunca sintió necesidad de regresar a su hogar por las tardes. Prefería quedarse jugando en el jardín cuidando de las flores, o dibujando cosas que había imaginado tras escuchar algún cuento. No entendía lo que el concepto que hogar en si envolvía, y la nostalgia que atacaba a Jeongguk cada vez que hablaba de Busan.

Había querido a su mamá con cada pedazo de su corazón, había amado la casa en la que había crecido y había bailado por sus pasillos hasta el cansancio, pero aun así, no podía sentirse amarrado o apegado al lugar físico, solo a los recuerdos de vez en cuando. Su mamá había sido su hogar, nadie más siquiera se acercaba al sentimiento.

Por eso no entendía porque siempre terminaba volviendo. Hace un mes cuando se habían acostado por primera vez, se juró que no iba a volver. Pero siempre terminaba en la puerta de Yoongi, hubiera un frío que quemara o un sol apenas tibio en el cielo. Nada lo alejaba de él. Sus pies lo arrastraban irremediablemente, aunque verlo así le rompiera el corazón siempre un poco más y aumentara el flujo de pétalos azules que cada día estropeaba sus pulmones.

Abrió la puerta con la copia que aún tenía, en cuanto vio a Yoongi en el sofá, supo su estado de ánimo y la respiración se atrapó en su pecho por la anticipación.

No dio explicaciones de su desaparición de días, no preguntó por Hoseok ni por la sesión a la que no había sido capaz de acompañarlo.

Se quitó los zapatos, caminó hasta él sin apartar su mirada. Yoongi no se inmutó, no mostró expresión alguna.

Era seriedad, era vacío.

Jimin exhaló un suspiro tembloroso y comenzó a desabrochar cada uno de sus botones, hasta que su camisa cayó por sus hombros. Y no se sintió como si solo fuera su camisa llena de colores cayera al piso, sino también los propios. Casi podía sentir físicamente como se le escapaba la felicidad y esperanza cada vez que esto pasaba. Porque después de cada beso, de cada roce, y respiración agitada, Yoongi terminaba susurrando otro nombre.

Desabrochó su cinturón, y solo entonces Yoongi se levantó. Si bien era un poco más alto que el mayor, siempre se terminaba sintiendo desamparado. Y si bien dormir con alguien nunca lo ponía nervioso, cuando Yoongi lo miraba así no podía más que sentirse indefenso y pequeño.

Sus labios se estrellaron sin cuidado alguno, las manos de Yoongi sostuvieron sus caderas con fuerza como si tuviera miedo que desapareciera en cualquier segundo, y Jimin quiso gritar porque era la última cosa que haría, incluso si quisiera.

A Jimin le encantaba sentir los dedos de Yoongi en su nuca, en su pelo y como susurraba pequeñas palabras en su oído que haciendo que su pelo casi doliera. Se dejó ir en el beso, se dejó ir el roce de pechos y como las ropas del mayor no eran más que una pila en el piso.

Terminaron en la cama sin hacer, entre mantas demasiado blancas y pesadas. Terminaron en un enredo de caricias, gemidos y una euforia momentánea. Si bien Yoongi nunca hablaba, lo lento de sus caricias, el cuidado con el que depositaba cada beso en su mandíbula, y la forma tan lenta y suave en que le hacía el amor lo hacían ver estrellas y que una calidez nunca antes conocida se desbordara en su pecho.

Jimin porque se sentía querido, Yoongi porque simplemente podía sentir algo.

(...) 

Hola! He vuelto, espero que les esté gustando, trataré de terminarla en este par de días, dependiendo del tiempo que tenga :3 

Un beso de Jin<3

Un beso de Jin<3

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