—Abuela, ¿hay noticias de Jimin? —preguntó, una pequeña pizca de fe seguía en su interior. A pesar de que ya había pasado un mes desde la desaparición de su mejor amigo.La anciana lo miró con ojos tristes, aunque su nieto seguía con la misma expresión fría y con ese tono de voz despreocupado; sabía que era en las noches cuando descargaba toda la impotencia y dolor que sentía en lágrimas y sollozos.
Aunque quería mentirle y darle esperanza, no podía. Porque Jungkook no es un niño y tampoco un tonto, porque se daría cuenta tarde o temprano de la verdadera situación.
Negó con la cabeza levemente. —No. No hay noticias.
Jungkook soltó un suspiro tembloroso, asintió y se dio la vuelta para regresar a su habitación. Y en el momento en que cerró la puerta detrás de sí, se deslizó por ella hasta quedar sentado en el suelo mientras las lágrimas caían por su rostro.
Jaló con fuerza su cabello, se rasguñó los brazos y el rostro. Se sentía impotente, inservible y estúpido. ¿Por qué seguía preguntando por Jimin si él estaba muerto? ¿Por qué seguía convenciéndose de que todo era una pesadilla y que su mejor amigo en realidad estaba vivo? ¿Por qué no era capaz de ver la realidad?
Después de hora y media, logró calmarse. Se levantó del frío suelo y se dirigió al baño para lavarse el rostro, se miró al espejo; ojos rojos e hinchados, las ojeras comenzaban a ser cada vez más notorias. Se veía horrible, demacrado. Había bajado de peso, y aunque siempre fue de una complexión delgada, era evidente que no se encontraba en un buen estado.
Los golpes en su puerta lo sacaron de sus pensamientos.
—Jungkook, ¿podrías hacerme un pequeño favor? —cuestionó su abuela.
Tardó, aproximadamente, quince segundos (sí, los contó) en tocar el timbre de aquella casa que le ponía los pelos de punta. Traía en manos un pequeño pastel de fresa casero hecho por su abuela, quien le había pedido de favor a Jungkook ir y entregárselo al nuevo vecino. Después de unos pocos segundos, la puerta fue abierta; revelando así, al habitante de aquella casa.
Era más alto que Jungkook (sólo por unos pocos centímetros), labios algo pequeños y ligeramente pintados de un color rojizo, nariz respingada, poseía unos ojos de un color marrón muy oscuro y, por supuesto, una piel pálida. Su vestimenta consistía en un suéter de tela de manga larga con cuello alto, pantalones del mismo color y unos zapatos de charol.
Jungkook supuso que tendría, a lo mucho, veinticinco años. No pasaba de los treinta.
—Buenas tardes, señor. Le he traído este postre hecho por mi abuela, por favor, acéptelo —esbozó una ligera sonrisa, aunque estaba seguro que se había visto más como una mueca.
Él sonrió, mostrando sus encías. Tomó el postre que Jungkook le ofrecía.
—Es un gesto muy amable por parte de tu abuela —musitó—, dale las gracias de mi parte.
El menor asintió y, cuando estaba por darse la vuelta e irse nuevamente a su hogar, aquel hombre lo detuvo, tomándolo ligeramente del brazo. Jungkook se giró hacia él debido a la acción.
—¿Cuál es tu nombre, muchacho? —cuestionó, la sonrisa había desaparecido de su rostro repentinamente.
—Jeon Jungkook, señor —respondió, su tono de voz salió más bajo de lo que quería, pero al estar cerca el mayor lo pudo escuchar a la perfección.
—Bueno Jungkook, yo soy Min Yoongi. Es un placer...
sí, yoongi será más alto que jungkook porque quiero jeje. de hecho, imagínense a jungkook como en la era de no more dream y a yoongi como está actualmente.
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BON APPÉTIT!
Fanfiction© 𝐘𝐎𝐎𝐍𝐊𝐎𝐎𝐊 : 𝙉𝙤 𝙩𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙡𝙤𝙨 𝙝𝙪𝙢𝙖𝙣𝙤𝙨 𝙨𝙤𝙣 𝙞𝙜𝙪𝙖𝙡𝙚𝙨, 𝙖𝙡𝙜𝙪𝙣𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙚𝙡𝙡𝙤𝙨 𝙣𝙖𝙘𝙞𝙚𝙧𝙤𝙣 𝙨𝙪𝙥𝙚𝙧𝙞𝙤𝙧𝙚𝙨 𝙖 𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙢á𝙨. Min Yoongi esconde un terrible secreto detrás de esa máscara del hombre respe...