BON APPÉTIT!

01. la llovizna de abril trae flores de mayo.

Jungkook no podía dejar de observar con curiosidad aquella enorme casa abandonada que se encontraba al otro lado de la calle. La cual, a pesar de tener ya muchos años de haber sido construida, por fuera se lograba ver de un buen estado.

No tenía conocimiento alguno de quiénes habitaron ahí antes, tampoco es como si le interesara mucho saberlo; lo único que deseaba era conocer su interior, tal vez es como una de esas casas de dos pisos que te muestran en las películas. Sería genial vivir ahí, pensó.

Apartó la vista y siguió mi camino hacia el instituto. Se tomó la molestia de desearle los buenos días a las personas del vecindario, no le disgustaba en lo absoluto, de vez en cuando también les decía palabras de aliento para que comenzaran bien su día.

Aunque quizás no servía de nada hacerlo.

　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　

Sujetó las correas de su mochila a la vez que soltaba un suspiro. Se encontraba cansado, demasiado; últimamente no había podido dormir las horas que le eran necesarias, ¿por qué? Ni él mismo sabe la respuesta.

Tal vez se debe a que pronto entrará a la universidad, el pensamiento de no ser alguien en la vida y decepcionar a su familia —y a él mismo— sigue constantemente en su cabeza, abrumándolo con lentitud.

O tal vez sólo es insomnio.

Desde que entró a la preparatoria pasa por la calle contraria en donde se encuentra esa bonita casa, y siempre que lo hace se encuentra deshabitada.

Hoy fue diferente.

Detuvo su andar y se dedicó a observar el camión de mudanza y a los trabajadores que sacaban cajas y muebles del mismo. Detrás del camión se encontraba un auto —algo viejo pero en unas muy buenas condiciones— estacionado.

Una pizca de desilusión creció dentro de su interior, puesto que tenía la esperanza de que siguiera deshabitada por muchos años más —o hasta que lograra conseguir su propio dinero para comprarla. Cuando estaba a punto de seguir caminando hacia su hogar, una persona salió de la casa.

Fueron sólo unos instantes, porque en seguida volvió a adentrarse después de hablarle a un trabajador. Hoy no llevaba puestos sus lentes, así que no pudo distinguir bien su rostro.

Sin embargo, poseía una piel pálida. Casi como un fantasma.

me disculpo si ya están hartos de recibir notificaciones, pero decidí que mejor no escribiré esto en primera persona; puesto que no es lo mío ni me siento tan cómoda.

gracias por leer.