11. no molestes a los perros que duermen.

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—A ver —soltó un suspiro y se apoyó contra el respaldo del sofá. Miró a Jungkook, quien se encontraba sentado en el banquillo, listo para tocar—, ¿qué tal si empiezas por la canción que te mostré?

Jungkook asintió, tomó una respiración profunda y comenzó a tocar las teclas con delicadeza, produciendo automáticamente una hermosa melodía.

Yoongi lo observó fijamente, pensamientos pecaminosos apoderándose de él al instante. No sólo era hermoso de modo superficial, con bonita nariz, bonitos labios, bonitos ojos. Era Jungkook en sí quien le hacía perder todos sus estribos.

Era la inocencia y la ingenuidad que lo atrajeron por completo. Desde el primer momento en que lo vio por la ventana de su habitación; esos ojos azules como el cielo, llenos de intriga y miedo. Quería corromper su mente y llenarla de pensamientos atroces. Romper ese hilo que separaba la cordura con la locura.

Quería tocarlo. Pasar los dedos por su cabello, enganchar la mano abierta como garra tras la pendiente de su nuca y obligarle a que lo mire. Entonces, arrojarse sobre su boca entreabierta, saborear cada rincón de su dulce piel.

Oh, joder. Jungkook estaba hecho para él.






—Tengo que irme antes de que anochezca —dijo tomando la mochila que se encontraba cerca del sofá.

Yoongi se apresuró a detenerlo. —¿No quieres quedarte a cenar? He preparado algo delicioso.

—Me encantaría pero —le sonrió apenado— mi abuela dijo que regresara temprano.

—Te llevaré a tu casa, asumiré las consecuencias. Anda, quédate —insistió. Tomó la mano de Jungkook y la envolvió con las suyas.

Jeon lo pensó por unos momentos hasta que por fin asintió, no quería ser maleducado. Además, si Yoongi lo iba a acompañar a su casa entonces no habría problema y de seguro su abuela no se enfadaría tanto.

—¡Perfecto! —sonrió cuando Jungkook aceptó— Déjame ir a poner la mesa y hacer unos últimos preparativos. Te llamaré cuando termine.

Una vez que vio a Yoongi desaparecer en la cocina, subió rápidamente escaleras arriba. Miró con asombro y entusiasmo lo largo que era el pasillo, paseó por el lugar y le extrañó no ver ninguna fotografía familiar; sólo habían pinturas que Jungkook no lograba entender.

Abría y cerraba puertas, encontrándolas completamente vacías. Sin embargo, llegó a un punto en donde habían cuadros con una extraña frase, lo interesante era que estos se repetían constantemente a medida que avanzaba.

"El hombre elige. El esclavo obedece."

Se encontró con una puerta al final del pasillo, al tratar de abrirla se dio cuenta de que se encontraba asegurada. Trató de abrirla, pero falló en el intento. Pegó su oreja a la puerta y agudizó su audición, pero ningún sonido provenía del otro lado.

Estaba a punto de alejarse y regresar cuando pudo escuchar un leve sonido; esperó por unos momentos y volvió a escuchar. Acaso... ¿Esas son cadenas? Frunció el entrecejo, pensando en lo que podría haber ahí dentro.

Una mano se posó en su cadera y se tensó. Yoongi lo acorraló, se acercó a su oído y susurró: —La cena está lista.












Siguió al mayor hasta la cocina, la cual era bastante grande para una sola persona.
Éste le indicó que se sentara y le sirvió en un plato. Jungkook observó la carne, la cual se veía realmente apetitosa, no podía esperar más para probarla. Aunque él no consumía ese tipo de bebidas, aceptó el vino que Yoongi le ofreció, siempre había una primera vez para todo ¿no es así?

Tomó los cubiertos una vez que Yoongi se sentó frente a él.

Bon appétit.

Cortó un pedazo de carne y se la llevó a la boca, cerró los ojos y emitió una exclamación al probarla. ¡Estaba deliciosa! Aunque sí un poco dura, pero nada que no podía controlar. Se preguntó de qué animal era, puesto que sabía diferente a las carnes que había comido anteriormente.

—¿De qué animal es? —preguntó una vez que la tragó.

Yoongi frunció levemente el entrecejo. —La verdad es que no lo recuerdo... ¿De oso? Sí, creo que de oso.

—¡Ah! Por eso se siente un poco dura —asintió, cortando otro pedazo—. Ya veo, está muy rica.

—Sí que lo está...

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