Es raro volver al lugar que cambió todo en mi vida.
Esta enorme edificación, el lugar en el que Erick, —al que todos llamaban Thor—, inició con la ayuda a las personas como nosotros, los Albas.
Recuerdo que cuando llegué aquí no tenía metas, no sabía quien era, todo parecía fácil, el lugar era tan bello que me inspiró tal confianza, tal calidez y apoyo, que simplemente no pude más que adorarlo.
Pero ahora todo ha cambiado.
—¡Fuera! ¡Queremos igualdad! —gritan varios de los extremistas e igualitarios desde las afueras de la fortaleza, impidiéndome el paso—. ¡Lo merecemos, es lo justo!
Me abro paso entre las personas sin que lo noten. A los pocos que me miran o que reparan en mí les inserto una especie de ilusión para que lo olviden.
La fortaleza de Erick es una iglesia majestuosa. Debajo de ella el río Eufrátes corre con libertad, tan profundo como para que un precipicio y un puente separen a las personas de entrar o no.
Y ahora no sólo eso sirve como guardia. El puente está lleno de plantas tanto en su borde cerca de la iglesia como en el que da al otro lado, el que lleva a la parte baja y que no está en las alturas.
Las personas gritan con más fuerza al verme pasar al puente. No me molesto en crear alguna ilusión para distraerlos, me siento demasiado cansada como para hacerlo.
—Pero mira que diferente estás —las plantas le abren paso a Karina, otra talentosa Alba capaz de manipular las plantas.
Hasta ella está distinta también. Su cabello castaño a crecido, casi no lleva maquillaje y se le ve mucho más sencilla.
—Hola —digo, ella se gira de vuelta y ambas entramos.
—No entiendo porque acepté ser la protectora de este lugar —se queja Karina mientras ingresamos—. Thor dijo que sería bueno para mí, que yo era la única capaz de ser una buena para hacerlo, ¡Qué era un honor! No puedo creer que me haya dejado llevar por su palabrería, y sabes creo que ahora entiendo porque estás enamorada de..
—Es Erick —corrijo, interrumpiendo lo incómodo que es escuchar que hable de nuestro romance con tanta familiaridad—. Él se llama Erick.
—¡Pero si nadie le dice así! —me reprende—. Todos siguen diciéndole Thor, nadie se siente tan en confianza como para decirle Erick. Pero tú sí, ¿Verdad?
Karina se detiene y me mira juguetonamente. Sé lo que está insinuando, pero tampoco me esfuerzo por negarlo. Con que no lo diga en voz alta es suficiente.
—Dile como quieras, de todos modos me da lo mismo —respondo. Ella me mira de reojo, analizándome, y yo agrego—: ¿Todo ha estado bien entre tú y...?
—Krar —me completa—. Sí, él y yo nos vemos de vez en cuando. Que sea un dragón facilita mucho sus viajes por el mundo.
—Perfecto —respondo. Por varios segundos caminamos por la iglesia, un montón de chicos poniendo sus ojos sobre nosotras. Una vez hemos llegado a mí antigua habitación, dice:
—Thor me dijo que podías quedarte aquí todo el tiempo que quisieras.
—Gracias —respondo. Ella entrecierra los ojos, y sigue:
—Creí que ustedes tenían una relación mucho más formal, algo más... —se detiene porque estoy entrecerrando los ojos, luego explica— ¿No han hablado de qué te mudes con él?
Trago fuerte. Tengo que actuar con cuidado con lo siguiente que diré por varias razones:
La primera, por ejemplo, es que Karina y yo antes estuvimos en varios problemas. No confiaba en ella, ella no confiaba en mí, y yo terminé uniéndome a otro grupo en vez del suyo.
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Dulce y Oscuro Amanecer
FantasyDiane vive en un reino dividido. Las direcciones que este toma pueden parecer las mismas, pero el dolor y la excitación interna están hasta su punto más alto. Las elecciones para un nuevo rey se acercan. Su hermano, Gabriel, está expuesto hasta el...