Estábamos los cuatro sentados en la mesa. Mamá había regresado del turno en su pequeño trabajo, y ahora solamente comía con nosotros. Sara había preparado lo que parecía ser unos sándwiches con pan viejo y la asquerosa proteína que nos dan los soviéticos. Mañana era domingo, y teníamos que estar a primera hora del día haciendo nuestra fila para que nos diesen las raciones de la semana.
David y Sara comían sin parar, tenían mucha hambre. Yo comía despacio, mamá en cambio, apenas si había tocado su cena. Veía a la ventana sin parar, asustada de lo que se pueda venir. Esperé a que David y Sara se subiesen para yo poder hablar con mamá.
-Sé lo que estás pensando – tomé a mamá de la mano. – Sé que tienes miedo de lo que los sovs puedan hacer, pero ya han pasado varios días. Dudo que hagan algo.
Mamá seguía sin contestar. En cambio, comenzó a morderse las uñas. Estaba muy ansiosa.
-Fue mi culpa, eso lo sé perfectamente. Pero no quiero que creas que iba a dejar a Sara y a David solos en esto.
Mamá me vio durante unos segundos, después, apretó mi mano con fuerza.
-No fue tu culpa, Samuel. Lo que sea que tenga que pasar, pasará porque nos tocó pasarlo a nosotros. ¿Entendiste?
Confundido, asentí con la cabeza. No quería contarle a mamá de las pesadillas que he tenido desde que amenacé a esos dos soldados con matarlos si tocaban a mi hermana. No quería preocuparla, no de esa forma; no lo merecía. Suficiente problemas tiene en su trabajo como para preocuparse de lo que sus hijos estuviesen haciendo.
Era la una de la madrugada y Samuel Trawler no podía dormir. Tengo bastantes noches en las que solamente me limito a dibujar, escribir o simplemente con la cabeza en las nubes. Esta vez, le estaba haciendo un collar a Juliana. Encontré unas piedras muy bonitas cuando caminaba de regreso a casa, por el bosque dónde estaba la Ratonera. Creo que era algún tipo de jade, o algo así. Realmente no sé mucho de estas cosas, pero a Juliana le encantaban. No sé qué le ve a estas extrañas piedras.
Mientras intentaba tallarla, me di cuenta de lo especial que es ella en mi vida. Ha estado apoyándome desde que se llevaron a papá, y realmente creo que no podría estar dónde estoy sin ella. Ella es como mi columna, es dónde puedo recargar todo el peso que conlleva ser el "hombre de la casa". Cuando describo a Juliana no puedo dejar pasar lo valiente, inteligente y cariñosa que es; tal vez eso es lo que le pasa a los rusos: no tienen Julianas en la amada Madre Patria. Todos necesitamos una Juliana que nos apoye, que nos dé cariño; que realmente nos haga sentir igual de especiales como mi Juliana lo hace conmigo. Creo que eso es lo que le falta al mundo; le hacen falta más Julianas. Hay días en los que realmente no sé qué es lo que ella ve en mí. Digo, soy un completo desastre. Soy inseguro, soy muy celoso y tengo la manía de enojarme con facilidad cuando todo parece complicarse cada vez más. En resumen: soy un completo desastre de mierda. Y aún así Juliana me hace sentir como si fuese mejor elección que los protagonistas en las películas de antaño.
Justo pensaba en dibujar a Juliana cuando noté algo curioso: unas extrañas luces que avanzaban por el camino del bosque de manera lineal hacia nuestra entrada. Apagué inmediatamente mi luz y saqué mi vieja linterna. Tiene tal vez miles de años, pero todavía funcionaba como el primer día. Cuando salí de mi habitación, noté que mis hermanos ya se habían ido a dormir: todas sus luces estaban apagadas, al igual que la de mamá. Cuando empecé a bajar las gradas noté que eran unos enormes carros blindados. Los reconocí inmediatamente: eran los mismos carros de los mismos tipos que se llevaron a papá. Tuve un flashback de cuando esos imbéciles se lo llevaron. Era como si todo estuviese rodeado de una maldita neblina que lo hacía ver más confuso. Recuerdo mis llantos, los gritos de David, sumado a los de mamá, mientras yo intentaba impedir que se llevasen a mi papá. ¡Estos hijos de puta de nuevo!
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Tierra de nadie
General FictionSu país, su hogar, su futuro. Pero no es su guerra. Tercer lugar en la categoría Ficción General de los Tinta Awards 2018