Él amaba mucho a su hermanito menor Taehyung, pero sabe lo muy inquieto y extrovertido que este era a sus cortos cinco años, y más cuando su amiguito Jungkook venía a la casa a jugar con él toda la tarde, al menos en esos casos su mamá se encarga de los menos, pero justo hoy tenía la desgracia de hacerse cargo de estos niños revoltosos.
Ya antes los había cuidado y aunque en su momento fue muy agotador por su poca capacidad física, aprendió que esos mocosos se entretenían fácilmente, solo tenía que estar al tanto de los objetos que toman para jugar; sin embargo, ahora era distinto, tenía un importante trabajo grupal de dramatización, algo que él tuvo que aceptar hacer sí o sí, y por ello tenía que estudiar, ya que esa nota abarcaría la mitad del semestre.
—¿Por qué siempre dejo todo a última hora? —murmura Yoongi fastidiado consigo mismo, masajeándose la frente.
—¡Oh!, Suga se ve enojado —exclamó una vocecita infantil que pudo reconocer como la de Jungkook.
—Él se ve así todo el tiempo —se burló su hermanito.
—Vayan al cuarto, tengo que estudiar —dijo dejando su mochila en la mesa junto a una gran bolsa negra de plástico donde llevaba algunos de los materiales para su trabajo.
—¿Y tú desde cuando estudias? —se burló Taehyung.
—Taetae, no provoque a Suga —dijo el menor tomando la mano del castaño.
—Hazle caso a tu amiguito, Tae —suspiró sacando el tedioso libreto de su mochila —, y tú —señaló a Jungkook —, no soy Suga.
—Pero Jiminie te llama así —se quejó el menor.
—Da igual —suspiró el rubio, acomodando sus lentes circulares, que coincidentemente los otros dos menores también llevaban puestos.
Todos padecían de miopía leve.
Yoongi salió de la sala dirigiéndose a la cocina para prepararse un café bien cargado, a lo que los menores aprovecharon ese instante para hacer de las suyas. Como no había nada interesante en la mesa a parte de la misteriosa bolsa, agarraron esta para ver su contenido.
—¡Son espadas! —exclamaron al mismo tiempo.
Los infantes hicieron contacto visual emocionados por su gran descubrimiento y solo faltó un asentimiento para que ambos echen a correr con dirección al cuarto del castaño.
—¡Hay que jugar a los piratas! —dijo Jungkook.
—O... ¡podemos ser caballeros! —propuso Tae.
—Yo quiero ser pirata —hizo un puchero el azabache.
—Y yo quiero ser un caballero —renegó Tae.
Solo bastó unos segundos de silencio para que volvieran a sonreír, entendiéndose perfectamente.
—Entonces yo seré un pirata —Jungkook se señaló a sí mismo —, y tú un caballero —dijo finalmente, señalando a Taehyung.
—¡Sí! —dijo alegre el mayor agarrando unas de las espadas —. ¡En guardia!
—¡Arr! —imitó a su mayor, con la diferencia que agarró dos espadas en vez de una.
—Oye, eso no se vale —frunció el ceño levemente.
—Soy un pirata, así que sí vale.
Y sin más se desató una pelea entre "el pirata" y "el caballero", las fuertes carcajadas y el choque del plástico de las espadas de juguetes llamó la atención de Yoongi, quien debido al estrés que comenzaba a sentir al no aprenderse ninguna línea del libreto, recién se percataba de la bolsa faltante sobre la mesa.
—¡Mocosos! —entró Yoongi al cuarto dando un fuerte empujón a la puerta, quien golpeó la pared provocando un ruido estruendoso, alarmando a los menores.
Entre risas Jungkook abrazó sus espadas y se puso detrás de Taehyung, quien mostrado su sonrisa geométrica escondía su espada en su espalda.
Yoongi se pone a la altura de su hermano mirándolo seriamente, aunque esto no asustó en al castaño, quien no paraba de reírse.
—Dame eso —habló el rubio estirando su mano.
—Nop —dijo risueño Tae riendo junto a Jungkook.
Sí, definitivamente iba a ser una tarde muy larga para Yoongi.
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