𝑂𝑛𝑒 𝑠𝘩𝑜𝑡𝑠 𝑉𝑘𝑜𝑜𝑘/𝐾𝑜𝑜𝑘𝑉

6.

Los vampiros eran bestias sanguinarias, sin corazón, muy peligrosas de los cuales haz de huir. Son unos monstruos nocturnos que de un parpadeo, ya los tienes chupando tu sangre hasta dejarte completamente vacío y bien muerto... o eso era lo que le contaron al pequeño Jungkook, un pobre niño esclavo.

Para el infante de 6 años, los verdaderos monstruos eran los mismos seres humanos, ellos eran las verdaderas bestias. Comenzando por sus padres, que al verse necesitados económicamente, no dudaron en vender a su hijo menor por "no hacer nada en casa", y terminando con las personas perteneciente a la nobleza, quienes lo compraron para obligarlo a hacer trabajos que su pequeño cuerpo no podía soportar.

Levantar rocas, cargar materiales pesados, ser golpeado si se tropezaba y apenas comer o beber si quiera una gota de agua; todo era una tortura para Jungkook. Muchos decían que tuvo suerte, que habían nobles que compraban niños para ser esclavos sexuales, otros exclamaban que se confundieron al mandar al niño en vez de un hombre, pero a él no le puede importar menos.

Todo era agotador cuando el sol iluminaba la ciudad, pero al menos eran compasivos con ellos cuando esta se ocultaba, todo debido a los vampiros que solían salir a pasearse por las calles en busca de alimentos.

—Niño, levántate ya —le llamó alguien, despertándolo de su profundo sueño.

Jungkook sintió su cuerpo muy pesado y un punzante dolor de cabeza.

—Mierda —susurro levantándose con dificultad de su cama improvisada hecha con trozos de tela desgastada.

 Y lo supo al sentirse mucho más debilitado que de costumbre, había enfermado y por eso había recibido ese día un montón de golpes por parte del guardia.

—¡Levántate, escoria! —le gritó el hombre moviendo su látigo hacia su mejilla izquierda y hacia una de sus pantorrillas, provocando que estas comenzaran a sangrar.

Jungkook solo se quejó bajito tosiendo fuertemente; su cabeza doliendo fuertemente y sumados los golpes que comenzaban a lastimarlo con cada paso que daba, sentía que en cualquier momento iba a morir. Con las pocas fuerzas que le quedaban, se levantó para cargar la bolsa con ladrillos que había dejado caer. Estaban en el bosque para construir una nueva fortaleza, y para ello, los separaron en dos grupos, estaban los que se encargaban de talar árboles y los que movilizaban el material de construcción, siendo el menor parte del segundo grupo.

Jungkook seguía un conjunto de trabajadores, quienes se adentraban cada vez más y más al frondoso y oscuro bosque. El infante le dolía todo el cuerpo y comenzaba a ver borroso, su caminar comenzaba a ser lento y entre la vegetación el guardia no se percató de esto; de pronto, el menor se vio solo en toda esa flora.

—¿Chicos? —comenzó a caminar sin rumbo alguno, perdiéndose. 

Había llegado a punto en donde sus ojos comenzaba a pesarle y su cuerpo pensaba, ya lo que cargaba no importaba, si no encontraba a sus compañeros en ese instante, iba a ser fuertemente castigado.

—¿Qué hace un niño humano en esta parte del bosque? —le preguntó alguien.

Miró hacia un costado encontrándose con un joven adulto de cabellos rubios, vistiendo una camisa blanca manga larga, unos pantalones negros como sus zapatos y una elegante capa roja caía sobre sus hombros.

Jungkook no dijo nada pues aunque quiso decir alguna palabra hacia aquella persona, ya se encontraba en el suelo inconsciente.

Cuando al fin despertó, se dio cuenta que estaba descansando en una cama gigantesca y sumamente cómoda. También se percató con alivio que la fiebre se había desvanecido por completo.

Levantándose de la cómoda, miró a su alrededor curioso; un cuarto sumamente amplio, decorada elegantemente y aunque no sabía los nombres de los colores todo combinaba perfectamente; dirigiéndose a una de las puertas de la habitación que había en aquel cuarto, se encontró con un inmenso baño completamente limpio.