Abandono

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Soledad


Tristeza


Abandono


Aceptación


Resignación


Así es como se sentía Tony desde hace ya 3 meses.


Las ojeras comenzaban a notarse un poco más bajos sus ojos miel, aquellos que en esos meses habían perdido el brillo de la alegría, de la felicidad. Las pocas horas de sueño comenzaban a hacer mella en su cuerpo, pero poco o nada podía hacer si durante las noches su agobiante enfermedad seguía haciendo de las suyas.


Lavo su rostro con agua tibia buscando despejar cualquier nube de sueño que aun se encontrara en su sistema, asintió al ver que se encontraba con mejor aspecto que cuando se levanto, bajo las escaleras haciendo una lista mental de las cosas por comprar en el súper y mientras se encontraba en ello sacaba del refrigerador cuatro huevos, jugo de naranja y pan multigrano. No le llevo mucho tiempo preparar el ligero almuerzo.


Se golpeo mentalmente al caer en cuenta que al sentarse no se encontraba solo su plato si no otro más, que esperaba a que su comensal se sentara para ser degustado. Negó suavemente estirando el brazo para tomar aquel almuerzo y engullirlo.


Aun no lograba acostumbrarse a que ahora debía cocinar solo para una persona y ya no más para dos.


Nunca más para dos.


Los posos miel se cristalizaron al retener las lágrimas que nuevamente deseaban escapar, pero es que simplemente ya se encontraba cansado, abatido de llorar por alguien que tomo la decisión de abandonarlo.


Y estaba bien, no tenía derecho alguno a reclamar, ni siquiera a exigir que se cumplieran las promesas dichas cuando estaban profundamente enamorados.


Lo aceptaba pero no por eso era menos doloroso al contrario, tenía que aprender a vivir con lo que le tocaba, un golpe más no hacia ninguna diferencia.


Lavo los utensilios sucios, tomo las llaves de su hogar y salió como todas las mañanas a correr al parque, esa era su rutina diaria solo que con la novedad de que lo hacía solo. Los nervios como el miedo a tener una crisis estando sin acompañante que lo socorriera en caso de un desafortunado "accidente" gracias a su estado de salud, no le dejaba disfrutar del todo el paisaje. Fue obligado a vivir nuevamente solo para lidiar con sus cargas sin un pilar que le dijera "tranquilo, estoy aquí contigo" Solo dos vueltas fue lo mucho que pudo tolerar.


Se sentó a observar a los pocos transeúntes que pasaban por el lugar, envidiando aquellos que salían en pareja y que se divertían de lo lindo sin preocupaciones, sabiendo que ambos se irían juntos a casa.


Respiro profundamente, sabiéndose descansado se puso de pie tomando rumbo al súper mercado. Tomo un carrito para entrar al lugar, pasando por los pasillos buscando lo que hacía falta en su hogar. Estaba comparando precios que se giro al lado derecho con ambos productos en manos.

*Hurts*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora