***27 de marzo del 635*** Carta...

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Hijo mío, cuando leas esto yo ya no estaré aquí.

Hace tiempo me di cuenta de la situación, pero no quería dejarte solo, no cuando eras sólo un bebé. Afortunadamente el cielo les dio la oportunidad de encontrarse desde que ella nació y juntos han crecido sanos y felices. Protégela, hasta que llegue el momento en que tengas que hacerle ver la realidad; y juntos se dispongan con todo el corazón a cambiar las cosas o al menos a intentarlo.

Sé que cuando leas esta carta, no lo entenderás, pero cuando crezcas estarás convencido de que fue y es lo correcto.

Quizá pienses que fui egoísta, quizá lo pienses aún cuando seas un adulto y te pido perdón; pero créeme cuando te digo que mantengo la esperanza de que lo comprendas algún día y en ese instante sentirás la fortaleza de la convicción de buscar la felicidad tuya y de las personas que siempre has amado.

Si te hace sentir mejor, no me fui con el alma tranquila, duele hasta el punto de querer rendirme, pero tengo que hacerlo.

Vuelvo a insistir, cuídala mucho, nunca la dejes sola y tanto por ella como por ti debes de afrontar todos los retos que te pongan delante; también el menosprecio al que te enfrentes.

Te amo, mi querido hijo. Y espero volver a verte pronto, luchando por tu futuro.

Pero lo que en verdad quiero decirte más que nada es que no te ciegues a los acontecimientos, puede que nada de lo que veas sea real. Siente y vive con el corazón; has siempre lo que los demás piensan que está mal, aunque sólo tú sepas que es lo correcto. No te rindas, aún hay tiempo y una gran oportunidad.

Si crees que te abandoné, lo siento. Siento que no puedas verme más en este mundo...


Con amor, tu madre


Por último, no olvides nunca estas palabras: puede que desaparezca, pero en sí no he muerto; mas si muero, en verdad desapareceré. Y no puedo, debo arreglar todo lo malo que hice.

Si miras al cielo, encontrarás la respuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora