Capítulo 3. Pude ver en sus ojos que algo no estaba bien.

16 2 0
                                    


"¿Qué es eso que veo en tus ojos? Parece preocupación.

Algo me dice que es temor a algo inexplicable, pero no sé si el temor es tuyo o me pertenece."


El tiempo se me hizo muy lento a su lado, siempre quise que fuera así. A pesar de que no era capaz de decir nada, el simple hecho de estar ahí, oírlo respirar y sentir su olor me hacía sentir inmensamente dichosa. Pero un momento perfecto no puede seguir su curso en silencio y él fue quien lo rompió; lentamente fue acercándose a mí y posando su brazo en mis hombros para posteriormente hablarme al oído.

─Anyu, te extrañé todo este tiempo y me di cuenta que no puedo vivir sin ti. Estos dos años me parecieron eternos, no quiero volver a alejarme de tu vida.

Su aliento rozó mis oídos, mi conciencia y mi corazón. Todo era real, él era real y sus palabras describían lo que sentíamos los dos; y yo como siempre, me quedé sin habla. El rubor corrió por mis mejillas de una manera rápida. Alex no comprendió la situación y rápidamente se alejó de mí.

─Siento haberla incomodado princesa, no lo volveré a hacer.

─Te amo─ dije, y en una mirada furtiva pude ver su expresión de sorpresa─ Creo que malinterpretaste mi sorpresa. Siempre, siempre te he amado. Desde el momento en que me brindaste tu compañía y apoyo; hasta el día de hoy, y sin importar lo que pase te seguiré amando.

─ ¿Está segura de eso?

─ ¿Por qué no habría de estarlo? Estoy tan segura, que había llegado al grado de no importarme si pensabas lo mismo. Aunque debo decir que incluso ayer tenía un poco de miedo de decir esto algún día, pero al ver que soy correspondida me siento muy feliz.

─ Si usted lo dice. Espero no se arrepienta señorita.

─ ¡Basta de eso!─ dije con una sonrisa en mi rostro─ ¡Deja de tratarme con tanto respeto Alex! ¿Ves? Ni siquiera sé cuándo comencé a llamarte Alex y no Alejandro.

Mis palabras se ahogaron ante un fuerte abrazo, en los brazos más cálidos y fuertes que podían existir. Muchos momentos pasaron por mi mente y aunque algunos llevaban sentimientos tristes, pronto todo se llenó de alegría.

Sin decirnos nada sentí que éramos las dos personas más cercanas del universo, pude sentir su aroma inconfundible y el calor que me había brindado en cada momento que lo necesitaba. Lentamente levantó mi rostro con su mano y me obligó a mirarlo a los ojos; esos ojos hermosos que me llenaban de sensaciones inexplicables.

Pero un instante después, una pausa surgió en mi línea temporal, pude ver en sus ojos que algo no estaba bien, como si Alex ocultara algún misterio del cual no podía ni debía enterarme; un misterio lleno de intriga y dolor, un dolor inmenso que había decidido guardarse para sí mismo; pero a pesar de eso, una parte de él quería mostrármelo.

El tiempo siguió su curso después de darme cuenta de eso y el brillo de sus ojos volvió a ser el mismo; por un instante pensé que había espiado dentro de su alma y sentí una gran culpa por ello.

Su mirada brilló más intensamente de lo normal y su rostro se iluminó aún más a causa de una enorme sonrisa.

─ Estás tan preciosa como siempre Anyu. Yo...

Acto seguido, pude sentir sus labios tocar los míos y en un leve instante se adueñó de todos mis suspiros. Su labios eran tan suaves y cálidos; pero a la vez tan fuertes y seguros. Mis emociones estaban al límite y pedí porque ese momento no acabara nunca. Las lágrimas salían de mis ojos y mi rostro ardía de felicidad; todo era perfecto. Alex tomó mi cara con sus dos manos y movió sus labios a mi frente; posándolos así por un largo rato.

─ Yo te amo más Anyu. Permíteme protegerte por toda la eternidad.

─ Sólo si me permites protegerte a ti también.

─ Sólo si me permites entrenarte.

─ ¿Qué? ¡Debes de estar bromeando!

Un comentario repentinamente inesperado para ese momento; pero que no me causó la más mínima molestia. Siempre le había pedido que me entrenara y él no había querido; su excusa era que ese no era trabajo de una princesa.

Así que en ese momento me sentí muy feliz, a partir de ese día todo sería más divertido, aunque no descarté la dificultad.

A decir verdad, fue algo extraño que decidiera enseñarme, no sabía el verdadero motivo, lo cual me llevó a cambiar mi felicidad por una enorme duda. Lo miré incrédula y luego le mostré un gesto inquisitivo, a lo cual él me contestó.

─ No estoy bromeando, pero por ahora vamos a descansar. A partir de mañana nos esperan muchas dificultades. Pero no te preocupes, siempre me quedaré a tu lado.

Misterio y amor es una combinación demasiado extraña; miedo y felicidad es un poco cruel. Pero no podía esperar menos de mi querido caballero, al fin mi vida cobraría sentido y no sería más monótona. O al menos eso esperaba y era lo único que podía concebir en mi mente; ¿cuál sería la verdadera razón de todo? No sabía ni conocía nada.

La ignorancia puede traerconsigo una felicidad extrema, pero engañosa a la vez. Quizá en algunos casoses mejor ese tipo de felicidad que una verdad cruel. No sabía lo que me estabaesperando, era demasiado inocente.

Si miras al cielo, encontrarás la respuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora