Mis pasos retumbaron en el piso, todo estaba oscuro, el aire era tan denso que incluso podía tocarlo, Traía puesta mi capucha, me sentía sofocada.
Estaba en una cueva, gotas de agua caían pesadamente desde estalactitas gigantes y salpicaban alrededor. Era la cueva del final del bosque prohibido, aquél que había recorrido junto a Alex durante mi entrenamiento.
No sabía cómo podía distinguir las cosas, ya que ni una pizca de luz atravesaba el lugar. Estaba sola y asustada, ruidos tenebrosos empezaron a gestarse en mi cabeza y visiones de chispas y humo llenaron mis ojos cerrados.
Un profundo dolor recorrió mi corazón, el dolor del olvido, el dolor de saber que estaba olvidando algo importante. Como si alguien estuviera triste porque yo no podía recordar, pero que no me reclamaba nada porque no sentía el derecho de hacerlo.
¿Madre? ¿En dónde estoy? ¿Qué se supone que debo de hacer para salir de aquí?
Era sorprendente que la recordara ahora, siempre se me complicaba el rememorar su figura, su rostro. Pero ahí estaba, esforzándome por evocar su imagen; su cabello me tomó desprevenida, ¿por qué era tan negro? ¿Por qué yo tenía el cabello azul si nadie más en el reino lo había tenido ni lo tenía así? ¿Quién era yo?
Su voz dulce me susurró lentamente: la salida de esta cueva indica tu nuevo comienzo. Las paredes no son reales, nunca lo fueron; así que pasa por ellas como si nada te lo impidiera y continúa esta historia sin sentido.
Se desvaneció como el humo de la llama cuando apagas una vela y yo caminé hacia adelante, a algún lado tenía que llegar si caminaba recto, ¿no?
Pronto me topé con la pared y al tocarla con mis dedos, toda la roca negra se convirtió en una especie de cristal con formas de celdas de panal; para volverse transparente sólo en las partes en que la había tocado. Atravesé por completo y rápidamente me encontré afuera, un amanecer se extendía en el horizonte.
Me di la vuelta y pude ver a esa mujer de cabello negro sonriéndome y diciendo: es el primer paso, ahora debes tener la fuerza para soportar el dolor del pasado y la carga del futuro. Suerte, pequeña.
Esa no era mi madre, tenía el mismo cabello negro; pero aunque no recordaba su rostro, sabía que el de esa mujer no había sido el de ella. ¿Quién sería? Me limité a dar las gracias. Una voz que decía mi nombre me obligó a voltear, y eso es todo lo que recuerdo.
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Si miras al cielo, encontrarás la respuesta
FantasyUna historia de amor y fantasía; de pérdidas, de encuentros, de magia y de recuerdos. Prometo que te haré llorar, reír y hacer las dos cosas a la misma vez. También te llevaré a un mundo completamente mágico. Comenzaré poco a poco; así que esta no e...