1. Un día más.

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Suena el despertador. Lunes por la mañana. Otro día más de instituto. Ayelen se despierta, somnolienta, y comienza a vestirse, sin dejar de bostezar. Al terminar, se disponía a desayunar cuando encuentra una nota en su escritorio: Ayelen, me he ido con unas amigas a pasar el día, te he dejado la comida en el microondas, mamá.
Ayelen sabía perfectamente lo que su madre iba a hacer, ya que desde que su padre quiso el divorcio, su madre de convirtió en una alcohólica.
Después de leer la nota, fue a desayunar, pero ya no le apetecía. No tenía ganas de nada en ese momento. Fue a hacer su cama y a colocarse las gomas de los brackets, acto seguido, hizo la cama, se preparó la mochila y se dirigió al instituto. Cursaba tercero y solía ser una alumna sobresaliente, ejemplar, hasta que murió su abuela, la única con la que podía hablar de sus sentimientos. Le tocaba matemáticas, a primera hora. Por los pasillos, Ayelen pasaba desapercibida, ropa negra, cabeza gacha y auriculares puestos. Nuestra protagonista era una amante de la música, su único escape temporal de la dura vida diaria. Se sentó en tercera fila, sola, con su mochila de Vans colocada en la silla de al lado. Sacó el libro y la libreta. No le apetecía hablar sobre las integrales racionales. Pasó la clase, mayoritariamente haciendo garabatos y dibujos en su agenda escolar. Dibujar, y la música, era lo que le hacía sentir libre, fuera de ese mundo tan ordinario.

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