12. Buenos días.

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Ayelen y Mireia continuaban hablando mientras intentaban salir de allí.  Buscaban un teléfono para llamar a la policía. Después de minutos de búsqueda lo encontraron. Y, dicho anteriormente,  llamaron.
-Sí, hola, buenos días, llamábamos por un rescate.
-¿Un rescate?
-Así es. Llevamos ocho días secuestradas en la casa de mi ex marido, el cual ha sido asesinado por un monstruo que está habitando en esta casa e intentando atrapar a mi hija.
-¿Me está hablando en serio, señora? Esto me suena a broma de alumnos de secundaria.
-¡No estoy malgastando mi tiempo cuando ese monstruo podría estar matándonos ahora mismo!
-Eh...Vale, señora. Dígame su ubicaciha ón.
Mireia hablaba con la policía mientras Ayelen subía arriba a buscar una salida. Subió a la última planta, donde el monstruo estaba esperando a su víctima.  Ayelen dio tres pasos, hasta que en el cuarto se paralizó.  Ahí estaba.Observándola expectante.  Se acercó lentamente,  Ayelen retrocedía hasta que se chocó con la puerta. No tenía salida. El monstruo se abalanzó sobre ella, ya sabréis lo que ha pasado.
Mireia, terminó la conversación.  Se dio la vuelta y, por poco se desmaya. Otro brazo, esta vez el de Ayelen, ocupaba el primer escalón. Con los dedos temblorosos, se puso la mano en la boca. Su hija. Ayelen.
Mireia subió a la última planta, y allí estaba su hija. Se sentó al lado suya, y empezó a llorar.
-Ayelen, Ayelen, Ayelen...
-¿Eh?
-Despierta Ayelen, vas a llegar tarde a clase.
-¿Dónde estamos?¿Qué ha pasado con el monstruo?¿Vamos a ir al funeral de papá?
-Hija, ¿qué estás diciendo? Has dormido demasiado. Todo ha sido un sueño.
-Gracias a Dios, mamá. Qué mal lo he pasado.
Las dos se sentaron a la mesa a desayunar, mientras Ayelen le contaba su sueño. Desde el primer día de clase hasta que murió.
-Hija, eres de lo que no hay.
Y la dos se fundieron en un cálido abrazo. 
-Te quiero.
-Y yo.

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