Bloqueos.

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Esa noche solo dormimos un par de horas, todas las demás estábamos demasiado ocupadas como para descansar.

~~~

Narra Ana.

Desperté con mi cuerpo entumecido y la boca seca. Los rayos penetraban en la habitación de aquel hotel y me costaba abrir los ojos.
Los brazos de Miriam rodeaban mi cuerpo, como protegiéndolo, quedando yo tumbada completamente encima de ella y nuestras piernas enrredadas. Con un pequeño movimiento para apartarme de ella y dejarle respirar bien, ella apretó más de mi, sin dejarme escapar de sus brazos.

-Mmm... -se quejó ella como una niña pequeña.
-Mi amor... -susurré con la barbilla apoyada en su pecho y mirándola.
-Un ratito máss... -volvió a quejarse sin abrir los ojos.
-Miriam, cariño, Roi me dijo que hoy tenías una entrevista... -y besé su pecho.
-Pero es esta tarde, aún tenemos mucho tiempo por delante...

Seguía sin abrir los ojos, pero removiéndose con mi cuerpo sobre el suyo. Sus manos bajaron por mi espalda, acariciándome, hasta quedarse una mano en cada una de mis nalgas.

-Rrrr... -ronroneó evitando reirse.

Yo me eché a reir.

-Va, no seas tonta, vamos a desayunar algo, darnos una ducha, pasear, aprovechemos el día. -dije mientras besaba las pecas de su pecho.
-Se me ocurren algunas maneras de aprovechar mejor el día.

Y dicho esto me abrazó más fuerte y rodó por la cama hasta quedarse ella encima de mi. Abrió mis piernas y colocó su cuerpo entre ellas.

-Buenos días... -dijo abriendo finalmente sus ojos.

Sus rizos caían sobre mi cara y yo tenía total visión de su rostro, estaba guapísima con sus ojos hinchados de agotamiento. Bajé mi mirada para ver como su cuerpo había quedado perfectamente encajado con el mío y la volví a mirar con una sonrisa en la boca.

-No tienes solución. -dije mordiéndome el labio.
-Tú eres mi solución -dijo antes de besarme y apretar su rodilla contra mi entrepierna.

Gemí contra su boca y ella repitió el mismo movimiento con sus piernas.
Volvimos a dejarnos llevar y nos deshicimos en un orgasmo simultáneo.

-Que estás haciendo conmigo? -dije mirándola y apartando sus rizos de mi cara.
-Que estás haciendo tú conmigo? Con solo mirarte enciendes un ser salvaje dentro de mi. Nunca había sentido tanta atracción hacia una persona. No sabes anoche cuanto me controlé por no montar un espectáculo en medio del restaurante.
-Que burra eres! -dije sin poder dejar de reir. -Vamos a la ducha? A ducharnos. Solo ducharnos.
-Bueno, eso ya se verá -y me dió un pequeño beso en mi nariz antes de levantarse.

Me quedé en la cama viéndola alejarse, contemplando sus curvas y la manera tan sexy que tenía al caminar de puntillas hacia el baño.

-Si sigues mirándome así me vas a deshacer. -dijo de espaldas a mi adivinando lo que hacia.

Me levanté de la cama mareada, sin fuerzas casi para tenderme de pie, esta leona había absorvido todo tipo de energía que tenía en mi.
Antes de dirigirme al baño, llamé a recepción y encargué un desayuno completo para dos.
Nos metimos en la ducha y bajo el chorro de agua caliente nos dedicamos a enjabonarnos la una a la otra.
Al monento de salir, envueltas con albornoces que nos prestaban en el hotel, llamaron a la puerta de la habitación para traernos el desayuno.
Desayunamos tranquilamente encima de la cama, hablando de cosas absurdas, riendo con sus ocurrencias, siendo nosotras mismas.

-No quiero que acabe el día... -dijo en voz baja mirando a su café.
-Eso no lo podemos retener, pero lo podemos volver a repetir siempre que tú quieras.

La química de los encuentros. •Wariam•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora