Capítulo 3: La sonata del diablo.

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Como datos importantes y culturales del capítulo quiero mencionar algo sobre "La sonata del diablo" o "El trino del diablo" de Giuseppe Tartini. Según dice la historia de esta preciosa melodía, el creador había soñado que hacía un pacto con el diablo. El diablo sería su sirviente a cambio de su alma, entre sus tantos deseos Tartini lo retó a tocar una melodía romántica en su violín que fuera maravillosa y él compuso con mucha habilidad la tonada perfecta. Según se dice Tartini despertó de la emoción e intentó reproducirla pero fue en vano, la canción ahora conocida no se acerca en belleza a la entonada por el diablo.

Nicolò Paganini llegó a ejecutarla perfectamente.

Quiero mencionar que me fascina la idea de un Black Hat culto, la verdad es que si se supone que él ha vivido muchos años y es un villano poderoso entonces debe haber conocido mucho y ser muy inteligente. Ese es el Black Hat que quiero plasmar aquí.

Para terminar recuerda por favor visitar Cats Dont Draw en Facebook o purr-no-graphic.Tumblr para conocer como es la bonita pareja que estoy describiendo aquí.

Sin más que decir disfruta del capítulo.

(Los personajes no me pertenecen, son de la autoría de Alan Ituriel).


Un molesto timbre intermitente comenzó a sonar por toda la habitación, provenía de un pequeño despertador que estaba demasiado lejos del alcance de su mano como para darle un simple golpe para apagarlo y volver a dormir, aquello no era más que una estrategia para que su cansancio no lo traicionara, pero cada mañana se arrepentía de ello. Sin despertar por completo se sentó en la cama, poco después se levantó con resignación y caminó hasta la cómoda de madera que estaba frente a su nada sencilla cama con pabellón de tul azul para al fin apagar el ruidoso objeto. Los muebles era sin duda la más grande ventaja que tenía vivir en aquella mansión.

Desganado acomodó las sabanas con estampado de aviones y se introdujo en la habitación de al lado. Era un baño completo, de azulejos turquesas, con una tina de porcelana y una regadera. Se miró en el espejo sobre el lavamanos, su rostro sin cubrir mostraba sus profundas ojeras bajo una mirada verde brillante. La noche anterior le llegó como caída del cielo, en cuanto llegó a su habitación y puso su cabeza sobre la almohada quedó completamente dormido, aun así su ausencia de descanso estaba acumulando su cansancio por tantas noches de no dormir. Maldecía su exceso de trabajo.

Se acarició su melena castaña enmarañada que apenas sobrepasaba sus hombros y terminó posando sus dedos sobre una barba corta que cubría ligeramente su barbilla pensando en darse tiempo para recortarla. Pero sobre todo algo importante destacaba sobre su rostro: las marcas en su piel; una larga cicatriz de una cortada profunda que atravesaba por completo su mejilla izquierda hasta el borde de su cara y otra descarada marca que se ocupaba de cubrir casi por completo el lado derecho de su rostro hasta su nariz. Esas cicatrices sin duda habían mejorado, no eran ni la sombra de lo que habían sido en un principio, sin embargo llegó a avergonzarse tanto de su rostro en aquel momento que usar la bolsa con la que decidió ocultarlas se había vuelto más una costumbre que una necesidad.

Dejando de perder el tiempo, se quitó rápidamente el bóxer blanco con dibujos de avionetas en color celeste, la única prenda que decidió dejarse puesta la noche anterior mientras todo su agotamiento lo obligaba a simplemente dejar su ropa en el suelo conforme iba desvistiéndose. Se metió en la ducha, abrió el agua fría y dejó que las gotas de la regadera recorrieran sus anchos hombros, pasaran por su contorneado torso delineando su marcado abdomen, corriendo con libertad por su ingle hasta sus largas piernas, era delgado pero su físico se encontraba totalmente en forma, quizá producto de su actividad física diaria que realizaba al cargar objetos y moverse de un lado a otro por todo su laboratorio cuando construía algo.

Paper Love and Black Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora