Capítulo 6. Casi me echan.

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Crucé corriendo el umbral de la puerta de la escuela y subí las escaleras a toda prisa. Me había quedado dormida y ahora llegaba tarde. Pero lo peor de todo es que a primera hora teníamos matemáticas con Marian Stayard, que me odia y si me fuera del colegio estoy segura que ella montaría una fiesta. Llamé a la puerta y vi que ella me miraba desde la pizarra por el pequeño vidrio de la puerta. Busqué con la mirada a Laura pero solo conseguí encontrarme con la de Ben que no dejaba de reírse y comentar algo con Jack, cosa que me puso de mal humor. Aunque Jack parecía seguir su juego, no apartaba su mirada de mí. Marian abrió la puerta y me miró de arriba a bajo con ojo crítico.

-¿Por qué llegas tarde?

-Me he dormido.

-Castíguela. –Incitó Ben.

Vi que Jack lo miraba y luego posaba de nuevo su mirada en mi. Vi a Laura hacerme unas señas desde el final de la clase. Poco a poco fui leyendo sus labios: “CUIDADO”. Luego se cruzó de brazo y movió un dedo delante de ella haciendo ver que reñía. ¿Quería decirme que Marian ese día estaba de mal humor?

-Vas a venir conmigo al despacho del director. –Dijo de repente sacándome de mis pensamientos.

-¡¿Qué?! –Exclamé. -¡No! Es la primera vez que llego tarde.

-Me da igual, no te  llevas bien en mi clase.

-Perdona. –Escuché la voz de Laura. –Creo que deberías dejarla, es su primera vez.

Marian se volvió hacia ella, pero entonces la voz de Chelsey irrumpió.

-Siempre hay una primera vez, señorita Stayard, si no le das una lección va a seguir repitiendo este error.

La fulminé con la mirada y, cuando Marian me cogió del brazo, dirigí una mirada de súplica a Jack (el alumno preferido de ella), que pareció percibirla, porque se levantó y me miró fijamente como si no estuviera seguro de qué hacer. No vi lo que hizo, porque Marian me hizo caminar por el pasillo. En medio de él, recogiendo unos libros que se le habían caído estaba Connor, quién me miró con el ceño fruncido y se acercó a Marian.

-¿Ocurre algo?

-Que ha llegado tarde.

-Ha sido un problema con la familia. –Dijo él mirándome fijamente. Luego dirigió la mirada a Marian, quién era de casi su misma altura. –En serio, nuestra madre ha enfermado muy gravemente.

-¿Es eso cierto, Werney? –Preguntó mirándome.

-Sí… -Traté de hacer cara de pena.

Ella se lo pensó y al final acabó empujándome hacia la clase. Escuché a alguien correr hacia mi clase, lo que me extrañó. ¿Alguien nos había seguido? ¡Pero qué cotillas! Volví a la clase y me fui directa a mi sitio tratando de desviar las miradas curiosas de la gente. Colgué mi mochila en la silla y saqué mi libro de matemáticas. Mia, la chica de mi lado, me sonrió suavemente y yo le devolví la sonrisa. Cuando las clases de la mañana acabaron, salimos al recreo para desayunar, pero yo no me había traído nada. Acompañada de Jessy, fui a buscar a Connor, quién estaba sentado en un banco con Sarah. Cada vez que ella le pasa el brazo por los hombros y trataba de acercarse, él se la sacaba de encima descaradamente, pero parecía que a ella no le importaba.

-Connor. –Lo llamé cuando llegué al banco. Sarah me asesinó con la mirada por romper ese “romántico” momento. -¿Puedo hablar un segundo contigo?

-Claro.

-Muchas gracias por lo de esta mañana. –Dije cuando me lo hube llevado aparte.

-No es nada, me tienen como a buen alumno.

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