¿Alguna vez te has preguntado por qué un demonio no se enamora? En alguna ocasión, ¿Te has cuestionado por qué parecen insensibles a los sentimientos ajenos? Por lo menos, en una sola instancia, ¿No te ha dado curiosidad saber por qué parecen divertirse con la desgracia ajena?
Todo ello tiene un poderoso motivo. Los demonios son seres malignos, que poseen gran poder dependiendo de su clase, poseen en común el insano gusto de causar destrozos. O, por lo menos, esa es una descripción estereotipada de forma milenaria por el sinfín de exorcistas que se han enfrentado a alguna de estas criaturas.
Los demonios, al igual que los humanos, tienen una autoridad suprema. Su gobernante, Satán, es el demonio más poderoso que jamás ha existido. Con una edad igual que la tierra, rey supremo de Gehena y enemigo jurado de Dios. Al cual odia con todo su ser, aunque los humanos perjuran que los demonios son incapaces de sentir amor, ¿Acaso no para odiar a alguien de esa forma tendrías que haberle querido, aunque sea, un poco?
La razón de que los demonios no se encariñaran con alguien más, derivaba del por qué ni siquiera con sus familiares o aliados se apiadaban para nada. Para ellos, los lazos sanguíneos no importaban, de nada te servía ser descendiente de un poderoso demonio si resultabas ser un inútil para la lucha. Ahí, si querías sobrevivir, muchísimas veces debías recurrir a matar.
Los humanos ignoraban que, si bien la primera vez llega a ser un poco traumatizante para un demonio muy joven, gradualmente matar llegaba a volverse una opción cansina. Mancharse las manos de sangre se volvía una actividad de cada día.
— Amaimon.
— ¿Sí?
— Recuerdo haberte dicho que no usarás la Llave Infinidad que te di para sólo para irte de turista.
El comentario hastiado de Samael causó que el menor de los Baal volteara a verlo, fue predecible, pero aún así hizo lo más conveniente.
— Por cierto, Aniue — Mephisto suspiró cuando el peliverde desvió el tema — ¿Él está aquí?
— Sí. Está por ahí.
Con esa respuesta tan escueta, Amaimon se acercó a la ventana, tratando de localizar el lugar que Mephisto veía. Tardó unos cuantos segundos en ubicar el sitio, un poco lejos de donde estaban, pero no era problema alguno gracias a la aguda visión que los demonios poseían. Debía admitir, que percatarse de que lugar era, le causó cierta curiosidad.
— ¿Un parque de diversiones? — cuestionó, recibiendo un asentimiento.
Se quedó de cuclillas, viendo por el ventanal, mientras se mordía la uña del dedo pulgar. Unos instantes bastaron para que, tras recorrer el sitio con la mirada, localizara a cierta persona en este. Sobraba mencionar la forma en la que su interés crecía de manera alarmante. Aunque ese interés podría ser peligroso.
La atención que comenzaba a dejar caer sobre el hijo bastardo de Satán, aquel ser de sangre mestiza, era algo que ya no podía remediar. Hasta hace unos días, Amaimon hubiese respondido que el interés que tenía probablemente se estuviese tornado en una obsesión por lastimarle y medir fuerzas con él.
No pasó mucho para que se decidiera a retirarse de la oficina de su hermano, la cual tenía casi todo el piso repleto de un sinnúmero de cosas que él había comprado, y se encaminara hacia el lugar que Samael le indicó. No le preocupaba mucho que lo viesen, después de todo, los exorcistas confiaban que ningún demonio de clase alta podía entrar a la ciudad.
Teniendo cuidado de evitar toparse a los instructores que acompañaban al grupo de prospectos a exorcista, lenta y silenciosamente, se fue acercando hacia su presa. Este se encontraba con la guardia baja, totalmente distraído, miraba una dirección de manera fija. Amaimon se posicionó sobre la estatua de Mephisto, sin pronunciar nada aún, observando al despistado joven.
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Jamás te enamores [Amaimon x Rin]
FanficLos demonios son seres malignos y viles, sin embargo, eso no significa que no tengan normas que seguir. En Gehena, hay 3 reglas que nunca debes quebrantar. No obstante, en algún momento, estas suelen romperse. ¿Por qué un demonio jamás se enamora? E...