Capítulo tres: Una primera intención.

1.5K 193 21
                                    

Pasaron casi dos meses desde que jugó por primera vez con Rin, en Mephisland, y desde entonces no se habían vuelto a ver. O eso podría decirlo por Rin, puesto que Amaimon le había estado observando en ese lapso de tiempo. Viendo sus avances y tropiezos. Siendo observador del progreso que el chico tenía.

Por mucho que costase creerlo, cuando Astaroth atacó a Rin durante el campamento de los Exwire e hizo que quedase al descubierto su linaje, quiso romperle la cara al demonio de la putrefacción por lo brusco que había sido. Y cabe decir, con todo el orgullo del mundo, que no se había quedado con las ganas de hacerlo. 

Mientras Rin fue llevado por el nuevo paladín, acompañado de Mephisto a su juicio, él por su parte había abordado un Train Ghost en estación de la Vera Cruz y regresó a Gehena. Una vez en su sitio de origen, prestándole poca atención a lo demás, fue y buscó a Astaroth. Debía destacar que, gracias a su "pequeña rabieta", la mitad del castillo de su padre estaba todavía en reparación.

Así que, tras pasarla de vago las siguientes horas en las calles de Kyoto, justo cuando volvía a anochecer se sentó en el barandal que yacía en la parte más alta de la torre de dicha ciudad. Estaba totalmente fastidiado al no tener nada con lo cual matar su aburrimiento. Pensó que estaría así, en lo que acababa la estadía de los exorcistas ahí, pero al parecer se equivocó.

— ¡Hey! ¿Qué estás haciendo este lugar? 

Una voz que sabría reconocer en donde sea lo sacó de sus cavilaciones y, su sola presencia, logró que le mirara a ver de inmediato. 

— ¡Oh, mira! ¡Que alto estamos! ¡Esto es genial~!

Amaimon examinó con vista a Rin, por las pintas que traía, parecía que se había decidido por ir de turista durante la noche. ¿Qué hacía en la torre de Kyoto? Oh, pronto lo recordó. Por alguna razón el chico estaba empeñado en ir a ese sitio, y a fin de cuentas lo había hecho.

— Espero a que Aniue termine sus diligencias 

Con esa escueta respuesta, terminó parándose de manos en aquel barandal sin quitar la mirada del híbrido. Consiguió del chico un ceño fruncido y una expresión indignada.

— ¿Sus diligencias? ¡Ese payaso loco fue el primero en irse de turista! — refutó cruzado de brazos — Para colmo, durante el paseo los chicos no dejaban de jugarme la misma broma...

Realmente, él se moría de ganas por ir y conocer finalmente la torre de Kyoto. No obstante, pese a que sabía que lo hacían sin afán de lastimarlo, aquel jueguito era incómodo. Por ello que fue a la torre sin decirles nada.

— Tus amigos no te comprenden, pobrecillo de ti~

Fue lo único que encontró decir. Quedó parado sobre una sola mano, y si Rin no le respondió de mala gana fue porque el barandal se removió de forma brusca. El menor sabía que aquel tedioso demonio no moriría ante esa caída, pero tensarse y preocuparse porque cayera fue instintivo.

— Por favor, eviten apoyarse en los barandales. Les damos mantenimiento seguido, pero recibimos muchos visitantes y queremos evitar accidentes.

Cuando uno de los guardias dio aquella instrucción a los turistas, sobretodo a emocionados extranjeros, Amaimon se soltó para caer al piso de forma acrobática. Al verse frente a frente, Rin dio un paso hacia atrás por la inesperada cercanía.

— Controlas mejor tus llamas ahora, lo suficiente para vencer al rey impuro, ¡Felicidades~!

Rin se mostró sorprendido, se notaba a leguas que no esperaba alguna felicitación de nadie además de sus compañeros y exorcistas residentes, mucho menos de un demonio. Por su parte, Amaimon admitía que no esperaba encontrarse ahí con el menor, aunque se alegraba de que eso hubiese pasado. 

Jamás te enamores [Amaimon x Rin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora