Capítulo dos: Un primer momento

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Mephisland se volvió su campo de juegos. Ambos corrían con frenesí, siendo perseguido y persiguiendo, respectivamente. Pasaban por las diversas atracciones evitando, claramente, las zonas donde los demás se encontraban. A ninguno de los dos le convendría toparse con un Exwire ni con uno de los supervisores de aquella misión. 

Amaimon se divertía de lo lindo, por su parte, Rin cada vez tenía menos paciencia. Cuando pasaron cerca de la montaña rusa, llevando alrededor de una hora con esa persecución, Rin le puso final a esta cuando se abalanzó sobre Amaimon. En efecto, había logrado atrapar al joven, pero al hacerlo había terminado sobre este.

 Ambos habían caído, gracias al brusco acto de Rin, dentro del vagón justo en los primeros asientos. La intención del Okumura una vez recuperada su espada, había sido retirarse de ahí, pero su curiosidad e irritación pudieron más.

— ¿Qué buscas de mí? — cuestionó ceñudo — ¿¡Cuál es tu propósito!?

— ¿Mi propósito? Estaba aburrido, así que, vine a jugar 

Aquella mención indignó al menor, ¿Aquel tipo simplemente lo fastidiaba para quitarse el aburrimiento? Por su parte, el peli-verde estaba diciendo una verdad a medias 

— ¡Ahora bien, dado que estamos en un parque de diversiones, continuemos jugando!

Rin se extrañó ante lo dicho, vio como Amaimon chasqueó los dedos, provocando que se activara la energía eléctrica del lugar. Vio como todos los juegos, uno por uno, comenzaban a funcionar. Vaya que había hecho algo interesante. Pronto, prestó más atención a su situación, el vagón en el que estaban empezó a moverse. Trató de salir, pero las barras de seguridad descendieron, dejándolo sentado.

Intentó zafarse, por lo que mientras forcejeaba llegaron a la cima de la primera bajada del circuito que componía el primer tramo. Sino rompió nada era porque no quería que después el "payaso loco" de Mephisto quisiera cobrarle las cosas. Pronto descendieron, de manera repentina, sintiendo como el viento le daba en la cara y le revolvía los cabellos. 

Un grito de sorpresa salió de su boca, el de Amaimon fue más por diversión, además de que no quería dejar a Rin como el único en gritar. Se fijó como el muchacho aferró las manos a la barra de seguridad, estando algo tenso, mientras intentaba no cerrar los ojos ante el viaje. 

Por un momento, pensó que Rin le tenía pavor a ese tipo de atracciones, hasta que desechó la idea cuando miró como de pronto comenzó a reírse y relajarse. ¿A él igual le gustaban las montañas rusas? Pese a ser la primera vez que Amaimon subía a una, era suficiente para saber que le encantaban, le gustaba la adrenalina que estas proporcionaban.

— ¡Otra vez!

A los pocos segundos de que el vagón se detuviera, Rin le miró emocionado

— ¡Quiero dar otra vuelta!

— Como quieras — respondió Amaimon, metiéndose otra piruleta a la boca.

Chasqueó los dedos, mientras degustaba aquel dulce, para ver cómo Rin se sostenía de la barra y al descenso se soltaba y gritaba eufórico. Parecía divertirse bastante, al punto de olvidarse de todos a su alrededor, en especial de aquella jovencita humana tan empalagosa. Por unos breves segundos, durante un descenso, Amaimon inconscientemente miró a Rin con ternura.

¿Por qué un demonio no se enamoraba? ¿Por qué parecían indiferentes a los sentimientos ajenos? ¿Por qué parecían divertirse con el sufrimiento de los demás? Era fácil de responder, de hecho, hasta un niño demonio podría respondértelo. Era por tener que ocultar su cola y corazón, ante todo, pasara lo que pasara y bajo cualquier circunstancia o situación.

Jamás te enamores [Amaimon x Rin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora