Parte 4

324 19 3
                                    

Raven se encontraba de rodillas en el suelo, su cuerpo aún temblaba por la mezcla de dolor, rabia y pérdida que la consumía. Las lágrimas caían, pero la ira comenzaba a apoderarse de su corazón roto, oscureciendo su mente y empujándola hacia una desesperación total. Alzó la cabeza con una mirada vacía, observando cómo los Titanes y la Liga de la Justicia rodeaban el cuerpo inerte de su padre. Esa imagen la desgarraba.

Un profundo rugido resonó desde su pecho mientras la energía oscura de Trigon, aún latente en su interior, comenzaba a envolver su cuerpo. Su figura, antes humana, se distorsionaba, transformándose. Sus alas de sombras se desplegaron, más grandes y amenazantes que nunca. Las marcas demoníacas se extendieron por su piel, sus ojos brillaban en un rojo incandescente, y una neblina oscura emanaba de su cuerpo, saturando el aire con una tensión sofocante.

Raven había dejado de ser Raven. Ahora era pura furia, un demonio consumido por el dolor de haber perdido a su padre, el único que alguna vez pensó que podría darle el amor que siempre había anhelado.

-Pagarán por esto... -murmuró con una voz gutural que resonaba como un eco desde el inframundo.

Sus palabras resonaron en el campo de batalla mientras levantaba una mano, lista para atacar con una descarga de energía oscura. Sus amigos, sus antiguos aliados, sus compañeros de equipo... ahora eran sus enemigos. Sus ojos rojos se fijaron en Garfield, quien había intentado acercarse a ella, pero su piedad había desaparecido. Estaba dispuesta a acabar con cualquiera que se interpusiera en su camino.

Pero antes de que pudiera atacar, un lazo dorado la atrapó de repente, envolviéndola con una fuerza irrompible. El Lazo de la Verdad de Wonder Woman la tiró con fuerza al suelo, inmovilizándola. Por un momento, el brillo dorado del lazo hizo que su furia titubeara, obligándola a enfrentar la verdad que intentaba ignorar.

Raven intentó levantarse, pero la soga se presionó más, cortando cualquier intento de fuga. Rodeada por el resplandor del lazo y por los Titanes y la Liga de la Justicia, la mirada de Raven se tornó cada vez más oscura y desesperada.

-¡Déjenme ir! -gritó con furia, su voz distorsionada por la mezcla de dolor y rabia que la dominaba.

Robin, quien había estado observando todo desde una distancia prudente, finalmente se adelantó. Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba a Raven, sus ojos llenos de una mezcla de rabia, tristeza y traición. Para él, esta batalla no era solo contra un enemigo, sino contra la persona a quien había llegado a amar.

-Jamás -respondió con firmeza, su voz temblando por la intensidad del momento-. ¡Cuervo, te amé! Y ahora nos traicionas... ¡Has caído más bajo de lo que jamás imaginé!

Las palabras de Robin eran como cuchillas atravesando el alma de Raven. La furia que la había consumido se desvanecía lentamente, reemplazada por una sensación abrumadora de culpa y desesperación. La energía oscura que la rodeaba comenzó a disminuir, y su cuerpo demoníaco perdió fuerza, hasta que solo quedó ella, agotada y rota por dentro.

-Solo quería el amor de mi padre... -susurró, su voz cargada de angustia-. Y gracias a ustedes... eso ya nunca será posible.

Wonder Woman, viendo la debilidad y tristeza en los ojos de Raven, aflojó el lazo, dejándola caer al suelo con suavidad. Su cuerpo temblaba por el esfuerzo y la carga emocional. No había más fuerza en ella, ni magia, ni odio. Solo una joven perdida, rota por dentro, incapaz de encontrar su lugar en el mundo.

-Esto... no va a terminar aquí... -murmuró, mirando a sus antiguos compañeros-. Les haré sufrir como ustedes me han hecho sufrir... pero sé que no lo merecen...

En ese momento, su cuerpo comenzó a cambiar de nuevo, pero esta vez no era una transformación violenta. Una luz púrpura, suave y etérea, comenzó a envolver a Raven. Su forma física se desvaneció lentamente, transformándose en una figura etérea, como un espectro. Ahora era una esencia, una sombra de lo que una vez fue, moviéndose con ligereza en el aire.

La esencia de Raven comenzó a flotar, recorriendo a cada uno de los Titanes. Pasó junto a Starfire, quien observaba con lágrimas en los ojos, incapaz de comprender cómo había llegado a esto. Starfire siempre había creído en Raven, había sido su amiga más cercana, y ver a Raven caer así era algo que rompía su corazón. Luego pasó junto a Cyborg, cuya expresión era de pura preocupación, sabiendo que su amiga había sido consumida por una oscuridad que quizás nunca podría superar. Beast Boy observaba en silencio, su rostro desfigurado por la tristeza y el desconcierto, aún esperando que la Raven que conoció regresara de alguna manera.

Finalmente, la esencia de Raven se detuvo frente a una pequeña niña que había aparecido en medio de la batalla, una niña pálida, de cabello oscuro y largo, con ojos que reflejaban un vacío de soledad y tristeza. Había algo innegablemente familiar en ella.

Raven miró a la niña y su corazón se encogió. Era como si estuviera mirando una versión de sí misma en su infancia: pequeña, sola, llena de dolor. Esa imagen desató una avalancha de recuerdos en Raven. Vio a su madre, su niñez en Azarath, las interminables luchas internas con su propia oscuridad, la ausencia de amor, la eterna búsqueda de un lugar al que pertenecer. Esta niña lo representaba todo, un espejo de lo que ella había sido.

-Cuídalos por mí... -murmuró Raven con un susurro roto, mientras una lágrima solitaria resbalaba por su mejilla.

La esencia de Raven flotó hacia Robin por última vez. Él estaba allí, de pie, su corazón destrozado, pero al mismo tiempo lleno de una pequeña chispa de esperanza.

-Qué linda sonrisa... -dijo Raven suavemente, recordando la primera vez que lo vio sonreír sinceramente. Un recuerdo lejano, pero uno que le daba consuelo en medio de tanta oscuridad.

La esencia etérea de Raven se desvió de Robin y se dirigió hacia la niña. La miró a los ojos, reconociendo el dolor en ellos, y sin dudarlo, se inclinó y le dio un beso suave en el frente.

En ese instante, la niña comenzó a brillar con una luz oscura y misteriosa. Sus ojos se iluminaron con el poder de Raven, y su cuerpo cambió, transformándose lentamente. El alma de Raven había encontrado un nuevo recipiente. La niña absorbió la esencia de Raven, y en ese momento, una nueva Raven había nacido. La misma oscuridad, el mismo poder, pero quizás con una oportunidad para un nuevo destino.

La nueva Raven, con sus ojos brillando, observó el caos a su alrededor y la fuerza que había heredado. Era el comienzo de un nuevo capítulo, uno lleno de posibilidades desconocidas, pero que ahora estaban en sus manos.

𝙸𝙽𝙵𝙸𝙴𝚁𝙽𝙾 - ᴿᵃᵛᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora