Parte 5

305 18 0
                                    

La pequeña niña abrió los ojos con lentitud, como si despertara de un profundo sueño. Su mente estaba confusa, pero su cuerpo sentía algo diferente, una energía nueva que fluía por sus venas, como si algo la hubiera transformado por completo. Se sentó en el suelo, mirando a su alrededor con desconcierto, pero cuando bajó la vista y vio lo que llevaba puesto, su corazón dio un vuelco. Estaba vestida con el mismo traje oscuro que Raven, su capa flotando ligeramente, y la misma gema resplandeciente brillaba en su frente. Alzó las manos, observando sus dedos como si fueran ajenos, y poco a poco la comprensión comenzó a apoderarse de ella. No era solo una niña; ahora, era Raven renacida.

El silencio que siguió fue aplastante. Los Titanes y la Liga de la Justicia la miraban en shock, sin moverse. La confusión era palpable en el aire, mezclada con una tensión casi insoportable. Nadie sabía qué decir, qué hacer. Habían presenciado una batalla devastadora, un sacrificio inimaginable, y ahora, estaban ante algo imposible de comprender. Pero en medio de esa quietud, Raven alzó la cabeza, su rostro sereno, y los miró a todos con una suave sonrisa que irradiaba calma, una calma que parecía fuera de lugar después de todo lo que había sucedido.

-Me alegra mucho verlos de nuevo -dijo finalmente, su voz tranquila, pero con un trasfondo de poder que resonaba en cada palabra.

La reacción fue inmediata. Los Titanes se lanzaron hacia ella, envolviéndola en un abrazo colectivo. El alivio de ver a su amiga de vuelta, después de todo el caos y la destrucción, era abrumador. Starfire fue la primera en llorar, sus lágrimas de alegría cayendo sin cesar mientras abrazaba a Raven con fuerza, como si temiera que pudiera desaparecer de nuevo. Garfield no dejaba de sonreír, incapaz de contener la felicidad, y Cyborg solo podía suspirar, tratando de asimilar lo que estaba ocurriendo. Incluso los miembros de la Liga, siempre más comedidos, no pudieron evitar sentirse conmovidos por el reencuentro.

Cuando finalmente se separaron del abrazo, Starfire fue la primera en hablar, su voz aún entrecortada por la emoción.

-Pero... ¿cómo es posible? -preguntó, limpiándose las lágrimas y mirando a Raven con incredulidad-. ¿Cómo volviste? Pensábamos que... que te habíamos perdido para siempre.

Raven exhaló lentamente, dejando que el aire frío de la noche llenara sus pulmones. Sus ojos recorrieron a sus compañeros, sintiendo el peso de las decisiones que había tomado, el daño que había causado. Era difícil encontrar las palabras, pero sabía que debía explicarles lo que había sucedido.

-La niña que vieron... -comenzó, su voz llena de arrepentimiento-. Esa niña era yo. Mi padre, Trigon, siempre quiso una segunda hija, una copia exacta de mí para asegurarse de que, si yo fallaba, él tuviera otra opción. Pero cuando la vi, algo dentro de mí cambió. Sabía que no podía permitir que él la utilizara. Así que hice lo único que podía hacer: me transferí a ella. Mi esencia, mi alma, todo lo que soy. Al hacerlo, renací. -Sus ojos brillaron brevemente con lágrimas contenidas-. Pero lamento profundamente todo lo que les hice. Todo el dolor que causé, todo lo que sucedió por mi culpa...

Sus palabras se quebraron en el aire, llenas de dolor y arrepentimiento. El silencio que siguió fue abrumador, y Raven mantuvo la cabeza baja, esperando el juicio de sus compañeros. Esperaba ver el rechazo en sus rostros, el resentimiento por lo que había hecho. Pero en lugar de eso, sintió una mano firme en su hombro. Levantó la vista para encontrarse con los ojos amables de Superman, que la miraba con una comprensión profunda.

-No tienes nada que perdonar, Raven -dijo Superman con suavidad-. Todos entendemos lo que pasó, y sabemos que no fue culpa tuya. Estamos felices de tenerte de vuelta, y eso es lo único que importa ahora.

Esas palabras fueron como un bálsamo para su alma. Los demás asintieron, acercándose nuevamente para darle otro abrazo. Incluso los héroes más serios y distantes de la Liga no podían ocultar el alivio que sentían de que Raven estuviera de regreso. Pero en medio de toda esa alegría, Raven notó que alguien se mantenía apartado, a un lado del grupo. Damian, Robin, estaba en silencio, observando la escena con una expresión sombría.

Raven se apartó del grupo y caminó lentamente hacia él, preocupada por la tristeza que veía en su rostro. A pesar de que todos estaban aliviados, había algo en él que parecía roto, algo que la afectaba profundamente.

-¿Robin? -preguntó, su voz apenas un susurro mientras se acercaba a él-. ¿Qué ocurre?

Damian desvió la mirada, incapaz de sostener la intensidad de los ojos de Raven. Había pasado tanto, y las palabras que había dicho en su momento de frustración lo atormentaban. Finalmente, habló, su voz baja y llena de culpa.

-Lo siento, Raven. No quise decir lo que dije antes. Estaba tan enojado... tan frustrado. Temía perderte, y todo lo que dije fue... horrible. No puedo perdonarme por eso.

Raven lo miró en silencio durante unos segundos, sintiendo el dolor detrás de sus palabras. Sin dudarlo, dio un paso más cerca de él y, con suavidad, le tomó el rostro entre sus manos.

-Damian... -susurró, antes de inclinarse y presionar sus labios contra los suyos en un beso suave y lleno de ternura.

El beso fue breve, pero cargado de significado. No había reproches en ese gesto, solo perdón y la promesa de que lo que había pasado no cambiaría lo que sentía por él. Cuando se separaron, Damian la miró, aún sorprendido, pero ya sin esa oscuridad en sus ojos.

-No importa lo que dijiste -dijo Raven con una pequeña sonrisa-. Lo importante es que he vuelto, y soy yo misma de nuevo.

Damian asintió, sintiéndose aliviado por primera vez en días. Raven le sonrió una última vez antes de volverse hacia el grupo.

-Si me disculpan, tengo que arreglar algunas cosas.

Sin decir más, Raven alzó el vuelo, elevándose rápidamente en el aire. Desde las alturas, podía sentir el poder fluyendo por sus venas, la energía de su renacimiento llenándola por completo. Con un movimiento de sus manos, desató su magia oscura y pura, una combinación que la hacía más fuerte que nunca. Desde su posición en el cielo, Raven comenzó a revertir los daños causados por la batalla. El cielo, cubierto de nubes negras y cenizas, empezó a despejarse. Las ruinas de las ciudades comenzaron a reconstruirse, las grietas en la tierra se cerraban, los árboles volvieron a erguirse, y los ríos volvieron a fluir con claridad.

La tierra, que había sido devastada por la ira de Trigon, ahora volvía a la vida bajo el poder restaurador de Raven.

Sin embargo, ese acto de magia suprema no fue sin costo. A medida que la Tierra se restauraba, Raven sintió cómo su energía disminuía rápidamente. Su cuerpo, agotado, comenzó a fallar, y de repente, perdió el control, cayendo en picado desde el cielo. Sin fuerzas para detener su caída, cerró los ojos, dejándose llevar por el cansancio. Pero antes de que pudiera estrellarse contra el suelo, Starfire la alcanzó en el aire, atrapándola con un abrazo protector.

-¡Raven! -gritó Starfire, su voz llena de preocupación mientras la sujetaba firmemente.

Raven estaba inconsciente, completamente agotada por el esfuerzo de restaurar el mundo. Starfire la sostuvo con cuidado, bajando lentamente hasta donde estaban los demás.

-Tenemos que llevarla de vuelta a la Torre -dijo Cyborg con una mezcla de alivio y preocupación-. Necesita descansar.

Con Raven en brazos, los Titanes se dirigieron de regreso a la Torre. Su amiga había regresado, pero el peso de todo lo que había pasado seguía presente en sus corazones. Sabían que las cicatrices tardarían en sanar, pero también sabían que, juntos, podían enfrentar cualquier cosa. Y ahora que Raven estaba de vuelta con ellos, todo parecía un poco más brillante.

𝙸𝙽𝙵𝙸𝙴𝚁𝙽𝙾 - ᴿᵃᵛᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora