VI: Los deseos del elegido

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Sobre el paisaje divisaron hermosos matices. Hasta animales salvajes que ya casi se habían terminado en Hyrule por necesidad de alimentos y transporte.

Link volvió a sentir un pinchazo en el corazón al recordar lo malo que estaba sucediendo. Ver a Zelda había dejado su mente atrofiada, y necesitaba recomponer ese vigor y confianza con el que había iniciado su viaje. Perder el miedo y sonreír como en su infancia.

Sheik sintió la culpa y la tristeza del hylian, y por ello bajó el trote sutilmente para acomodarse a su lado.

–Link, ¿puedo seguir contándote historias de mi pueblo? – Preguntó el sheikah, recibiendo de Link un simple "si" con la cabeza. A su vez, Sheik aclaró su voz y comenzó a contar su historia.

–Si lo que dicen es verdad, ya te has topado con la diosa de los hombres, del tiempo, creadora de la espada divina aniquiladora del mal, ¿verdad? Hylia es su nombre – Link le escuchó más atentamente. Aquel había sido la forma en que esa mujer, de aspecto extraño, se había autoproclamado –Todo apunta a que esa alma divina fue encarnación de nuestra primera guía. Los sheikah somos sus protectores y por ello guiamos el alma del héroe cada que hay oportunidad o se requiere.

–Algo escuché de ella. Su voz misma me dijo que "eran sus fieles siervos" la tribu sheikah – Link fue apoyado por Navi, que salió disparada afuera del gorro del muchacho.

–Bueno. Dicen que la princesa Zelda y toda la sangre de la familia real es descendiente de Su Divinidad, Hylia, y que por ello nuestra raza les protege. Algunos que dudaron antes propiciaron una era de catástrofe a la que los sabios que han plasmado la historia en papel llamaron "Era del Caos" y tras encerrarse el poder dorado en el reino sagrado, la gente olvido la noción de este. La paz regresó, el reino prospero, pero mi tribu siempre recordara con pesar ese instante.

Link observó a Sheik con curiosidad de nueva cuenta. ¿Quién era exactamente él? ¿Cómo había nacido y cuándo?

–Sheik, ¿puedo preguntar algo? –Al voltear hacia el joven, este simplemente sintió incomodidad.

–Puedo saber lo que piensas. Una habilidad de los sheikah. La llamamos "El ojo de la verdad" Impa dijo que sólo los sheikah más experimentados lograban dominarlo, aunque puedo presumir que soy un prodigio – Comentó sereno – La maestra Impa me la enseñó hace tiempo. Cuando la princesa y yo éramos...

Link quedo impaciente ¿Qué iba a decir antes de detenerse?

–Algún día te diré, cuando seas de fiar –Comentó sobrio y con una mirada fría.

El rubio no preguntó de más y continuaron a caballo en trote lento, mientras se avecinaba la tarde.

Pararon unas cuantas veces a descansar y almorzar una cantidad moderada de alimento, ya que no sabían cuánto estarían de viaje, así que lo mejor era escatimar en alimentos, porque no era tan fácil ir a comprar a un bazar o a un mercado, no como antes. Y usar constantemente la transportación tampoco era muy seguro.

La comida, aunque en porciones pequeñas, había sido llenadora y bastante deliciosa. Sheik había servido los platos y cocinado también. Era una pequeña caja de sorpresas. El joven era apacible y desbordaba cierta aura de amabilidad que ya conocía. Aquella pequeña pero traviesa niña que se comportaba como un chico.

Link sintió un pinchazo en el corazón al volver a recordarle... "Zelda" sacudió su cabeza confundido.

¿Qué le ocurría de repente? No se podía sacar de la cabeza a Zelda. Su imagen de adulta era... había sido sencillamente increíble. Al pensar en ella sus mejillas se ruborizaron. Pero algo más apareció en su mente. Malon arrebatándole un beso.

De aquello no sintió repulsión, sólo lo común. Nervios, calor y humedad. Obviamente sabía que era eso que había hecho, su significado y demás, pero... los ojos de la princesa adulta riéndose de él al caminar, se atravesaban en el camino de la atracción hacia la pelirroja, y lo perdían en ese cálido cielo azul.

Viró a Sheik que estaba impresionado, parecía también bastante nervioso. El rubio sintió arder sus mejillas al instante y se concentró a recoger la hoguera que habían hecho para la comida ¡Lo había olvidado por completo! Malditos los sheikah indagando en las mentes ajenas...

–Es hermosa, ¿verdad? –Preguntó al rubio – Hablo de Su Alteza real.

Link tragó saliva antes de responderle –Sí, lo es – Y siguió haciendo lo suyo.

–La princesa siempre ha sido criticada por altos manos. Siempre fue una niña traviesa, sin modales y que si no fuera por la etiqueta, bien podría vestirse de hombre y hacerse pasar por un príncipe. Desde que la princesa se comportó de esa forma hubo mucho que le prohibió. Tal como salir del castillo y también la trató severamente.

El joven hyliano se sentó a escuchar nuevamente a Sheik.

–Cuando empezó a soñar... a tener esas profecías tan oscuras, la princesa dejo de comportarse como siempre lo hacía y se escapaba a menudo del castillo para buscar a la persona de sus sueños. El muchacho saliendo del bosque seguido de un rayo de luz que disipase las tinieblas del oeste. Cuando todo lo veía ya como algo tonto, apareciste con la piedra espiritual del bosque. Una de las tres reliquias que, según sus profesores de historia, serían capaces de abrir la puerta del sagrado Templo del Tiempo. Volvió a tener esperanza, pero entonces... ya sabes lo demás.

–Que sepas tanto de Zelda es lo que me pregunto ¿Quién eres? Y... ¿Cuál es tu relación con la princesa? – Cuestiono el rubio con firmeza. Pero Sheik negó con la cabeza.

–A su tiempo lo sabrás, por ahora no queda más que centrarte en lo verdaderamente importante. Ser más fuerte y capaz de proteger a Su Alteza.

Prosiguieron la marcha. Encontraban personas por ahí y por acá, prosperando en esa parte de Hyrule a la que Ganondorf poco le importaba. Para ser realistas era bastante extraño que el amo y señor de las ladronas pensara en todos sitios de escondite menos aquellas nuevas tierras. Tal vez porque la princesa no pudo ir muy lejos, o era demasiado paciente para quedarse ahí a su llegada. Después de todo tenía en claro que la princesa regresaría, tarde o temprano.

Había que reconocer que hasta el mismo rey Gerudo había madurado. El que había sido cobarde e impaciente, estaba siendo más táctico ahora. Ganondorf ya no era el mismo Ganondorf que antes. Y eso daba bastante miedo.

Ahora que lo pensaba mejor. ¿Quién sabría si Ganondorf estaba en el Templo del Tiempo desde los siete años anteriores? Ahí estaba la reliquia sagrada, ahí le había dicho la diosa Hylia que estaría esperándole el poder dorado para terminar con todo el mal. Y seguramente ahí estaría Ganondorf, esperando a que la princesa le abriera la puerta para tomar lo que "le correspondía"

Vaya pedazo de porquería. No, no había cambiado. Seguiría siendo el mismo hombre seco, aprovechado y cobarde del pasado. Nunca actuaría y buscaría a Zelda, porque sabía que ella regresaría. Link apretó las riendas deseando encontrarse con Nabooru pronto y acabar con la vida de ese maldito desquiciado. Nunca antes había deseado tanto la muerte de alguien.

Así como antes había deseado un hada, amigos, a Zelda. Ahora sus deseos se tornaron más fuertes y oscuros. Por venganza, quizá, o por justicia.

Ambas dieron escalofríos al sheikah que podía ver lo que Link deseaba hacer a Ganondorf cuando le viera. Algo en Link comenzó a surgir, algo que en todos sus años nunca había surgido antes.

Más vale encontrar a Nabooru pronto, porque de no ser así... quien sabe que podría pasar –Pensó el sheikah preocupado.

Por otro lado...

–Señora, ahí van dos viajeros con buenos caballos ¿por qué no pedirles ayuda? No parecen peligrosos – Preguntó la voz de una mujer.

–Estamos de suerte, señoritas... – Expresó la otra a su lado que sonreía de oreja a oreja.

La redención de HyruleWhere stories live. Discover now