Sin ninguna otra dilación, el hada y el hylian salieron del bosque de Farone. No habían pasado por el bosque Kokiri por obvias razones. ¿De qué serviría que vieran su forma adulta si no podría ayudarles? En fin. Tomaron rumbo a Kakariko cuando de repente se toparon con sonidos extraños mientras caminaban en el campo de Hyrule.
Una figura salió disparada desde unos matorrales y envistió a Link, si fuese una persona, sería como si un animal lo hubiera lanzado al suelo. Excepto porque lo era.
– ¡Ah! – El joven se cayó sobre el suelo cuando esta criatura misteriosa se abalanzo contra él.
–Bien hecho, amiga, tenemos a otro tonto que cree que puede venir a atacarnos – Comentó una voz de una chica tras el mismo – Ahora te vamos a... ¡ah!
De repente el animal estaba restregándose con la cabeza en el muchacho yaciendo sobre el suelo, y la chica pelirroja estaba apenada. ¿Podría tratarse de ese niño del hada? Se parecía mucho a los ojos de ella. Y cuando no podrí estar más segura, un destello salió de un costado del muchacho.
– ¡Eres tú! ¡El chico del hada! – Se lanzó al suelo para ayudarle a levantarse, y luego le abrazó con fuerza – Perdóname... Epona y yo...
– ¡Malon! – Link rebosó de alegría al verla, pero ella parecía contrariada. Como que algo no iba bien – ¿Pasó algo? – Ahora que la veía mejor, estaba sucia, desgastada y parecía estar en los huesos. Demasiado delgada a comparar con esa niña regordeta que conocía hace siete años.
-Yo... – No se aguantó más las lágrimas y se soltó en los brazos de Link – Estuve muy sola, Link. Mi padre...
Al no poder hablar tranquila, el muchacho le acarició la espalda y sonrió. Al menos le había dicho por su nombre después de tantos "niño del hada" luego el semblante del rubio se descompuso al pensar en que podría haber sucedido.
–Mi padre fue desterrado del rancho – Un aire de alivio llenó los pulmones de Link, aún había esperanza para el señor Talon –... mientras que el tío Ingo me tenía encerrada. Escapé gracias a Epona.
– ¡No lo puedo creer! Si el señor Ingo era una buena persona – Malon asintió con la cabeza, en acuerdo con Link.
–Cuando escapé, me encontré con unas personas en Kakariko. Hablaron de un Kakariko diferente al que conocemos. No tenía ni idea. El que conocemos esta devastado. Intente huir ahí, pero un muchacho rubio de ojos rojos, llamado Sheik, me dijo que ese lugar no era seguro, y me guió hasta el Kakariko del que me hablaron... además dijo que él buscaría más personas, y regresó ahí. Por eso partí en busca de él, pero...
Link entre abrió los ojos. Así que su nombre era Sheik. Nunca había escuchado de ese chico hasta el momento en que le salvó. Y, por si fuera poco conocía de su destino. Además era un Sheikah, lo sabía por la ropa y el mismo ojo con una lágrima roja cayendo de este, como la ropa de Impa. O al menos suponía que lo era, pero Impa dijo que era la última de su tribu... eso o le había mentido.
–Pero te topaste con muchos peligros y ahora estas así – Concluyó el rubio al escuchar a Malon pausar el habla avergonzadamente.
–Eso mismo. La última vez que le vi llegó al bosque, y como me descubrió me dijo que regresara. Luego pasaron unos días y yo me quede con Epona aquí. Cuando regresó me preguntó porque no había regresado. Me quedé acá para ayudar a quienes estuvieran peligrando, pero sólo me he topado con ladrones y forajidos. Epona me ha salvado varias veces.
–Ya veo. Siempre fue una buena chica – Link soltó una risilla alegré y Malon se le quedo mirando a profundidad. Ya no era ese niño hyliano que brincaba, saltaba y reía como un tonto. No... Ahora estaba ante sus ojos un muchacho maduro y muy dulce, y por si fuera poco, muy atractivo. Pronto sus mejillas se sonrojaron.
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La redención de Hyrule
PertualanganLa insensatez de un Rey le costo su reino. Su hija, la princesa de Hyrule, escapó de la adversidad junto a su fiel protectora, y su mensajero, confuso por sus actos, se refugió de igual manera. Ya han pasado siete años y ambos niños ahora son adulto...