V: Cobardía o destino

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Link por fin terminó de tranquilizarse, suspiró con profundidad y luego se limpió el rostro que tenía completamente cubierto por lágrimas. No sabía cuándo había llegado a ese punto. Se sentía tan deplorable, débil y estúpido por no haber hecho nada durante un largo tiempo. Sabía que tenía una misión. Encontrar a la princesa y llevarle las piedras espirituales del bosque, el volcán y el agua.

Pero... nunca lo había siquiera intentado.

No fue hasta que una vez se topó con un extraño mensaje que reflexionó sobre su cobardía y comenzó a buscarla.

– Y de eso no hace ya más de cuatro años... – Dijo Link con la cabeza gacha y las mejillas coloradas de la vergüenza.

–Supongo que cobardía podría ser el término correcto. Pero eras un niño – Comentó el de ojos rojos con comprensión – A esa edad... ver la crueldad de la guerra no te convierte en un cobarde, si no en la víctima – Le tomó del hombro delicadamente – Además, cuando creciste retomaste el camino; creo que eso es verdadero coraje. Enfrentarte a algo así por segunda vez y sin rechistar. Ese camino, el tuyo y el de la princesa Zelda, así es como lo quieren las diosas.

Link le observó unos segundos. Podría ser tan sabio como un anciano. Y tal vez tenía razón. Nunca sería culpable si aquello que vio hacía siete años no hubiese pasado. Su cabeza comenzó a hacer memoria en ese trágico día.

Caminaba de regresó a Hyrule, pues ya había recogido todas las piedras que faltaban. Estaba sumamente feliz por encontrarlas, aunque algo estaba extraño. Desde hacía un rato el cielo se había oscurecido y amenazaba a caer una lluvia horrorosa.

De repente, el viento comenzó a soplar con agresividad. No sabía qué hacer. Su único impulso había sido correr hacia el castillo, cortar el largo tramo que le quedaba. Casi rodaba o saltaba para encontrarse en frente de esa puerta.

Cuando por fin llegaba encontró olores nuevos. En la entrada había unos soldados tirados en el suelo, ambos ya sin vida y con sangre desparramada sobre el pasto y la tierra. Dentro de la ciudadela podía ver fuego y escuchaba gritos. Se quedó congelado ante tal escena.

Un escalofrió le invadió de inmediato luego de presenciar aquello. Sus piernas no hicieron más que intentar entrar, ir por Zelda, y eso iba a hacer, de no ser porque la princesa salió disparada de la ciudadela encima de un hermoso caballo blanco e Impa.

Vio forcejeo de parte de la princesa e Impa, pensó que iba a arrojarle algo, pero al final simplemente le miro hacia atrás.

Entonces le vio por segunda vez. Aquel hombre tras la ventana que casi lo observa o lo observó en esa ocasión. Sonrió ferozmente ante el niño y entonces se inclinó encima de su caballo negro.

-¿Has visto hacia a donde se fue el caballo blanco, hijo? – Sus ojos llenos de maldad casi hacían flaquear a Link, pero pensó en esa sonrisa amigable. Su amiga Zelda... aquella niña, algo tenía que quería protegerle siempre.

No dijo nada. Espero a que el hombre le tomara en serio, desenfundando su pequeña espada y su escudo.

-Niño, no tengo tiempo para perderlo contigo. Además, ¿qué vas a hacerme? – el hombre miró a la pequeña espada que veía como una daga o un cuchillo – ¿Apuñalarme? – Comenzó a carcajearse.

Pero cuando Link lo intento y acertó a rozar al rostro del hombre, este le miró con sorpresa– Oh... ya veo. Puedo ver el fuego y el coraje en tu mirada. Me agradas, pero como dije antes, no tengo tiempo para perderlo contigo – El hombre soltó una bola de energía al niño, suficiente para tirarle al suelo, pero no para matarlo.

La redención de HyruleWhere stories live. Discover now