Una de las mujeres que había interceptado a ambos viajeros corrió hasta estos. Sheik se había percatado apenas y eso le costó algo caro. Tras correr hasta el sitio, la mujer fue atacada desde lejos con una flecha, y lamentablemente no sobrevivió. El tiro había sido a matar. Otras flechas más se dirigieron hasta el sheikah y el hyliano. Ambos marcharon a paso veloz para intentar huir de la escena. Sin embargo el curioso hyliano viro hacia atrás, dándose cuenta que sólo querían ahuyentarles.
Las flechas continuaron disparándose pero ahora hacia una dirección diferentes. Un lugar con formaciones rocosas que pareciese un fuerte. De ahí comenzaron a salir un grupo de encapuchados que corrían a velocidades increíbles, y que tenían lanzas y espadas en forma de luna. Parecían defenderse de ese grupo y no ser los atacantes.
Los dos jóvenes retornaron hacía ellos y entonces Sheik desenfundo dos espadas que tenía en su alforja.
– ¡Toma una, Link! – Gritó el sheikah a caballo, tomando la espada del filo y ofreciéndole el pomo al joven rubio. Link la tomó sin dilación y se preparó para atacar desde el caballo.
Sheik frenó de lleno y saltó hacia adelante con el impulso de su caballo. El sorprendido hyliano sólo podía abrir la boca de la impresión. Siguió adelante con Epona y ayudo a las personas que estaban siendo atacadas, a que se refugiaran tras él.
Cuando estaba más cerca, el joven bajó del caballo y se abalanzó contra un tipo que vestía como un bandido y tenía una cara espantosa, tenía los ojos desorbitados y una sonrisa maliciosa, aquella sonrisa perturbo al hyliano. Era justo esa sonrisa maliciosa la que había visto en la gente al disfrutar matarse unos con otros. Casi podría jurar que se trataba de un monstruo. Link le rebano una mano pero este siguió combatiendo como una bestia. Entonces no tuvo más remedio que cortar su garganta y ser manchado con aquella sangre.
Sheik, por su parte, parecía más acostumbrado a toparse con esos tipos. No se detenía a pensar si eran humanos, porque para él ya no lo eran, y a diferencia de Link, Sheik no se sentía culpable de asesinarles a sangre fría.
Los ataques cesaron cuando el último fue derrotado por Sheik. El rubio oji-rojo, envainó la espada luego de limpiarla con un pedazo de tela. Su figura ante el atardecer de ese día sería recordada por Link desde entonces. Realmente había sido impresionante y aspiraba a ser como ese misterioso sheikah de cabello rubio.
Las personas encapuchadas aplaudieron a Sheik. Se retiraron la capucha y para su sorpresa ¡eran Gerudos!
Link y Sheik sintieron alivió al saber que estaban ahí, en ese momento, y cuando más las necesitaban. Como si las diosas estuvieran mandando ayuda desde sus tronos sobre el reino sagrado o donde quiera que estuviesen.
– ¡Bendita seas, Hylia! – Expresó el sheikah con una sonrisa agradecida.
– ¡El sheikah insolente! – Exclamó una de las mujeres que aún permanecía encapuchada.
Cuando se descubrió, Sheik volvió a sonreír con alegría. Esa mujer seguramente era Nabooru.
Y en efecto, Sheik – ¡Nabooru! – El jovencito la alzó en brazos y le dio una pequeña vuelta – Las diosas nos han reunido nuevamente – Comentó con una ceja alzada – ¿Cómo te ha ido?
–No demasiado bien – dijo esta con un suspiro – Desde que esa sabandija de Ganondorf sabe que busco un ejército para ir en su contra, me ha enviado cada vez más tipos con ansias de sangre. Todos parece estar en un trance y lo digo por qué cuando capturamos a uno no sabía ni siquiera donde estaba.
Para encontrarse más cómodos, las mujeres lo invitaron a sentarse dentro de una improvisada tienda que tenían. Era un pequeño campamento entre unas montañas enanas de la región.
Los ojos del sheikah se tornaron nuevamente a la molestia. Sabía que esa fechoría de lavado mental provenía de las Twin Roba – Ya había visto algo similar el día en que Ganondorf arrasó con el castillo – La mirada de Sheik se tornó oscura al recordar ese día – Justo antes de que la maestra Impa escapó junto con Su Majestad, algunos soldados comenzaron a enloquecer. En ese entonces la gente pensó que había sido un golpe de estado y fue por eso que se desató otra guerra. Dejó muchos más muertos que la civil... fue terrible.
Nabooru bajó su mirada con culpa – Lo siento mucho, si no hubiera fallado, Ganondorf habría muerto. Nada de esto habría sucedido.
– ¡No es su culpa, señora! – Gritó una de las Gerudo con fuerza – ¡Usted no ha traído deshonra a nuestra raza! No fue culpa suya, fueron las viejas brujas, ellas llenaron la inocente mente de nuestro rey con maldad – Comentó la joven – Desde que lo llevaron a aquel sitió de los hylianos... nuestro señor Ganondorf fue...
– ¿A qué sitio? – Pregunto Sheik con curiosidad – ¡Díganme!
Las mujeres titubearon ante la exigencia de Sheik, porque hasta para ellas había sido intimidante – Al lugar de las torturas "El Patíbulo del Desierto" – Dijo Nabooru ante el silencio de sus guerreras – Después de eso, Ganondorf comenzó a portarse diferente. Yo era una niña en ese entonces, y la verdad él y yo fuimos amigos en esa época, pero luego comenzó a ser frio, despiadado. Le hicieron asesinar a su caballo negro, heredado de su madre, y lo hizo a sangre fría igual que a...
– Igual que a su madre, ¿no es verdad? – Dijo Sheik, a lo que Nabooru asintió – Habían rumores así sobre ese asunto en la corte, lo recuerdo aún, pero el rey los negaba diciendo que eran ridículos. Así que nunca les tomó atención. Fue una decisión insensata, a pesar de que la princesa Zelda siempre insistía que en sus ojos había maldad.
– Si, es lo mismo. ¿Dónde queda él patíbulo? Si ahí le llevaron, puede estar la calve para destruirlo. – Comentó una de las Gerudo, pero Sheik negó con la cabeza.
–No, es ridículo. La única persona que puede hacerlo es este joven. Nadie más. Ir ahí sería un suicidio. – Hizo entender a las jóvenes. – Nabooru, estábamos buscándote, y pensamos que tardaríamos, sin embargo, nuestras diosas nos han reunido, tanto Sheeba*, la diosa de la arena, como Hylia, la diosa del tiempo.
– En parte tienes razón, joven Sheik. Sentimos la incesante necesidad de venir aquí. Cómo si tuviéramos sed... llegamos a este lugar repentinamente.
– Necesitamos que entrenes a Link, el elegido por la diosa Hylia para terminar con Ganondorf.
Nabooru observó con detenimiento al joven. Era joven, guapo y a pesar de parecer delgado, tenía un poco de musculatura. Suspiró profundo y le miro a los ojos. No iba a enseñarle a un propasado, ni pervertido. Lo que vio en sus ojos fue inocencia, tal como los ojos ámbar de Ganondorf antes de colapsar en la penumbra, pero.... En esos ojos celestes había algo más. Un brillo de valor, como una llama ardiente que dejó encantada a la Gerudo. Pura y que decía que ningún mal se apoderaría del él jamás, ni aquella rabia, ira y venganza que parecía cargar, podría contra su pureza.
– Lo haré, entrenare a este joven apuesto – Dijo pasmando a las Gerudo. Si, era apuesto, pero que su capitana dijera eso... ¿Qué consecuencias habría para Link con esas palabras?
De repente todas le rodearon, tentando todas partes... SÍ, todas partes. Sheik intervino al ver que el joven estaba en problemas. Basta, señoritas, no pueden tomar a Link de esa forma.
Navi también salió a alejar a las mujeres – ¡Dejen a Link! – Gritoneo con fuerza – Soy su protectora, ¡largo!
En ese momento había un buen ambiente, sin embargo la preocupación seguía inquietando la mente de Link, al igual que la ira que lo cegaba entre las sombras. Por fuera aparentaba estar tranquilo, y ser infantil, pero por dentro todo era lo contrario.
– En algún momento vas a caer con la maldad de tu corazón, niño entrometido – Mencionó una voz en su cabeza que lo dejó inmerso en sí mismo. El único en notarlo fue Sheik, que ya tenía sospecha de que algo pasaría.
¿Pero qué...?
Sheeba es un demonio no una diosa, bueno, sí es una diosa pero no es buena(?) En fin, saqué el nombre de este personaje por qué siento que se parece un poquito a la diosa de la arena, y como tengo un rato probando bayonett pues me pareció agradable el nombre. Es la aclaración que quería darles.
En fin, muchas gracias por sus comentarios de apoyo :9 Espero que sigan aquí, conmigo, gracias.
-Shirayuki
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La redención de Hyrule
AventuraLa insensatez de un Rey le costo su reino. Su hija, la princesa de Hyrule, escapó de la adversidad junto a su fiel protectora, y su mensajero, confuso por sus actos, se refugió de igual manera. Ya han pasado siete años y ambos niños ahora son adulto...