Una orden.

46 2 0
                                    

       Entre las ramas de los árboles se desplazaba rápidamente una figura, sus movimientos eran muy sutiles y silenciosos, casi no se percibían "¿Qué pasa con ese chico?" pensó Valentina "No recuerda, pero la forma en la que se quedó paralizado por un momento mirándome cuando me acerque a él, es una clara muestra de que si dio resultado... no pudo haber evadido la hipnosis tan fácilmente, es obvio que no lo afecta" Se tocó el pecho, la herida ya estaba curada y gracias a que la bala la atravesó por completo no tuvo la necesidad de sacársela ella misma. Salió del bosque y siguió por tierra en una larga llanura donde había escombros y ruinas de lo que había sido un campamento de refugio humano, muy adelante se podía ver una montaña donde detrás de ésta se encontraba una ciudad. Había corrido varios kilómetros al norte de donde estaba el fuerte, se dirigía hacia su clan, detrás de la montaña, pero se desvió al este mucho antes de llegar y se fue a una zona donde habían montones de rocas apiladas en forma de torres dispersas por el terreno, se paró en la cima de una de las torres de cinco metros de altura, ya había anochecido por completo, miró a su alrededor con su desarrollado sentido visual y observó a un enorme lobo que venía corriendo a lo lejos. A los pocos minutos ya tenía al licántropo en su forma humana al pie de la roca.

-Otra vez llegas antes que yo – Le sonrió el muchacho, era alto, de piel blanca, con el cabello y los ojos castaños, sus pupilas eran más grandes de lo normal y tenía aproximadamente dieciocho años.

-¡Vaya! Pero esta vez ha sido por poco. – Valentina saltó y cayó a su lado – Deberías ponerte algo mas de ropa, después de todo se vuelve pelaje cuando te transformas ¿No crees? – Le dijo viéndolo de arriba hacia abajo con una sonrisa maliciosa

-Esta es la ropa que uso cuando tengo calor – Estaba en ropa interior – Además, imaginé que querrías verme así – La vampira le lanzó una mirada asesina – Era broma, era broma – Se rió nervioso haciendo señas con las manos.

-Nunca cambias, Tehos.

-¿Para que me has pedido que viniera, abuelita? ¿A ca...? – No pudo terminar la pregunta porque Valentina le dio un codazo en el estómago que lo hizo doblarse de dolor y caer de rodillas en el suelo.

-Te he dicho que no me llames así, de los absurdos sobrenombres que me tienes es ese el que mas detesto.

-Lo... lo siento, lo siento, no eres tan vieja – Jadeó el muchacho y escupió sangre – Solo bromeaba, no seas tan amargada.

-No se como te soporto – Lo miró sombríamente mientras este se levantaba apoyando una mano en la roca y presionándose el estómago con la otra. – Y dime, ¿Cómo está él?

-Todavía inmovilizado por el hechizo – Respondió Tehos tras haber recuperado la compostura – No te voy a mentir, no se ha debilitado nada y aún no saben como matarlo.

-Ya veo, ha estado así por mucho tiempo... ¿Qué piensan los de tu manada, perro?

-¿Sabes? Es un poco feo que me llames de esa forma tan despectiva, me hieres – Dijo melancólicamente – Soy un hombre lobo, no un perro.

-Responde.

-Bueno, ellos dicen que si pudieran controlarlo sería un arma eficaz contra los otros de tu nivel.

-No lo dudo, después de todo él es igual a mí.

-Pero en versión hombre lobo – Rió el chico – Y todos los que ha mordido hasta ahora se han convertido en hombres lobos impuros como él, pero de un nivel más bajo y no los hemos podido exterminar a todos, es como si hubiese querido crear un ejército o algo así, es lo que lo diferencia de ti en ese sentido, que tú matas a todos los que atacas.

Presas de la oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora