Capítulo 22

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Después de llegar, me siento demasiado enferma

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Después de llegar, me siento demasiado enferma. Idiota, cobarde, más bien. Me sigo preguntando porque dije eso, y porque le pedí con palabras camufladas que se alejara. Me digo que es para hacer todo más fácil.

Pero lo más fácil, no siempre trae felicidad.

Me puse a ocupar la mente en otras cosas. Puse la música alta, sin importar que los vecinos pudieran escucharla. Aún es temprano, y yo suelo soportarlos a ellos.

Me pongo a limpiar. Aseo el piso, limpio la encimera, paso un trapo a la mesa del comedor. Sacudo el sofá, y lo golpeo con furia, odiandome a mi misma. Sacudo las camas, y en ese momento llega mamá.

Recuerdo las entradas y no dudó en mostrarselas. Seguiré haciendo todo lo contrario a lo que mi corazón pida. Ella se alegra muchísimo de poder ir. Ambas hablamos de que ponernos.

No tengo ni un vestido de noche que me quede. Los que solía usar ya no me quedan. Me siento frustrada en la cama. Noto que me importa muy poco que vaya a usar, porque quisiera verme atractiva para él.

Maldigo. Mañana iré por un vestido y me sentiré malditamente hermosa para mí sola.

Tomo los auriculares. Mi estado de ánimo va en descenso. Quisiera mandarle un mensaje. Me dejó de mier*** y pongo canciones que me hundan en un pozo más profundo del que me encuentro. La playlist es triste, y demasiado realista.

No me doy cuenta cuando cierro los ojos y algunas lágrimas se escurren por debajo de mis pestañas.

Su tranquilidad es lo que necesito en mi vida. Y hoy, justo en este momento, siento haberla perdido por completo. Porque sé que ni siquiera una amistad continuará cuando él se vaya. Siempre intente alejarme de los sentimientos que me surgieran, y no creo que él quiera continuar esperando por mí, si no sé lo que en realidad quiero.

Si tan solo pudiera volver atrás. Retroceder y ser más fuerte. No dejar que ningún miedo me detuviera. Haber ignorado esa estúpida voz que me decía aléjate.

...

En la cena, mamá se encuentra contándonos acerca de un cliente que comenzó a gritar que el hotel debía cambiar las sábanas todos los días. No sé bien que sigue diciendo, porque me pierdo de a ratos. El sonido de la televisión me desvía, y encuentro la comida casi sin sabor.

Entonces mi celular vibra y lo saco para ver un mensaje de Thomas. Lo abro veloz, y espero que mamá no sé de cuenta la ilusión que eso me hizo.

"Nos iremos el domingo. Acaban de encontrarlos y todo está volviendo a la normalidad. Estoy empacando. ¿Crees que podríamos vernos mañana? No digo que sea una despedida, pero supongo que ya no será algo de todos los días."

Releo el mensaje. Un dolor muy dentro se instala y me da pequeños pinchazos. Me duele, ¡hey! Me duele demasiado leer eso.

—Permiso, buen provecho.

Francis y mamá me ven alejarme. Ya en la habitación, me permito llorar, sintiendome tonta nuevamente. Preguntándome por ese dolor que sigue ahí. Que admito casi nunca sentí.

Él se irá y no sé porque siento eso como una despedida.

La puerta de la habitación se abre. Me seco las lágrimas veloz. Finjo estar bien.

—¿Te duele el estómago? No comiste nada.

—Si, es eso.

—¿Por qué lloras? ¿Sucede algo malo?

Mis ojos van hacia el piso. Me encojo de hombros, y vuelvo a lagrimear. Niego con la cabeza, pero cuando quiero hablar, sé que no podré hacerlo. Mamá me abraza.

—Puedes decírmelo, quiero escucharte.

Cierro mis ojos y apoyo la mandíbula sobre su hombro. Recargo mi peso en ella y me tranquilizo, sabiendo que ella está conmigo. No suelo hablar de estas cosas con ella. Nunca antes lo he hecho. Los chicos eran reservados para Sasha. Contar quién te gusta es más usual hacia una amiga. Pero ahora, quiero su consejo. Necesito saber si estoy mal, que debería hacer, porque no tengo ni idea.

—Thomas volverá a su antigua casa. Es aquí, un poco más lejos, pero es aquí. El instituto, obviamente volverá al anterior. No sé porque siento todo esto como una despedida... —Quito algunas lágrimas con la manga de mi suéter—. Sé que he sido una tonta por intentar alejarlo de mí.

—Si él te quiere, no te dejará por un malentendido.

—Mamá, su vida es de otro planeta. Cuando vaya a la universidad, él puede conocer a una chica con su misma posición...

—Déjate de estupideces, Peyton. Si quieres convencerte de algo, entonces no vale la pena seguir hablando. Pero si ahora, al menos quieres intentarlo, lo invitarás a ese elegante bar, y bailarán toda la noche. Al menos vive sin preocuparte una vez.

—¿Algo como la Cenicienta? —digo riéndome, y ella me codea.

—Disfruta de tu noche.

—Pero siempre quisiste ir a ese lugar.

—Es un desperdicio usarlas en nosotras dos. Tienes que ir con ese chico. Además, ni siquiera pensaba bailar. —Susan apreta mi hombro y sus ojos se llenan de lágrimas—. Ese chico te quiere. No lo dejes ir tan fácil.

Agradezco tanto que esta mujer sea mi madre.

Me apresuro a responder el mensaje. Siento demasiados nervios mientras espero su respuesta. Hasta que cuando el mensaje llega a mi teléfono, y no tardo nada en abrirlo.

"Oh milady, será un honor escoltarla a dicho lugar..."

"

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