Tres en casa. Parte 1

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- ¿Puedo entrar un momento?

- ¡Pasa! Respondió Alberto.

Normalmente no llamo para entrar en el baño cuando mi hermano está en la ducha, pero esta casa la compartimos con otro tío, Fran, que es muy estricto con ciertos temas relativos a la convivencia.

Mientras yo me concentraba en la maquina de afeitar, mi hermano salía de la ducha y se empezaba a secar. He de decir que como hermano mayor yo no siento en absoluto celos de él. Aunque un poco mas bajito que yo y no tan guapo, tiene un buen cuerpo y una polla generosa que no duda en mostrar cada vez que surge la ocasión. Mientras me rasuraba echaba de vez en cuando un vistazo a su miembro, sin ningún pudor.

.- Esta tarde vienen unos amigos y nos vamos de copas, ¿te apetece venir con nosotros? - me dijo esbozando una sonrisa de complicidad.

Entre las virtudes de Alberto, que es el tío más enrollao que conozco, esta la de pegar sablazos cuando esta sin blanca. Disfrazada de invitación, me animaba a salir con sus amigos, que venían unos días de visita a nuestra ciudad, para ir de copas a mi costa.

Acabe de afeitarme y guarde la máquina sin prisa. Él, todavía en cueros, me miraba como esperando que terminara de admirar su cuerpo todavía húmedo y su polla, que empezaba a animarse. Conoce mis inclinaciones, aunque no las comparte, y suele vacilarme cada vez que se presenta la ocasión.

- No me apetece salir con gente que no conozco, como sabes - dije con un poco de ironía - y además no me apetece acabar la noche en algún lugar de striptease.

- A estos tampoco les mola ese tipo de lugares, lo que les va es beber hasta caerse de bruces - respondió, mientras se ponía el slip. Lastima no poder observale un rato más.

- Esta tarde debería centrarme en mi tesis, no me queda mucho tiempo para acabarla- aduje intentando evitar lo inevitable. Estabamos a finales de Agosto, con un calor infernal, y yo me había comprometido en presentarla a principios de Septiembre.

- Llevas semanas sin salir y, además estoy a dos velas. No les esperaba tan pronto, así que me he pulido toda la asignación de nuestros padres. Espera unos días y te lo devuelvo.

- No te preocupes -cedí- creo que me ira bien airearme un poco. - Alberto sabe escoger bien el momento de plantearme sus peticiones, y además es de un directo que siempre ha podido con cualquier reticencia por mi parte. Yo soy algo más previsor y además tengo ingresos adicionales con algún que otro curro. Es cierto que no salgo nada, ni siquiera a la piscina, por lo que, estando a finales del verano, aún estoy blanco, en contraste con Alberto, que luce un moreno de piscina descarado.

- Les recogeré en la estación por la tarde y venimos directamente a casa. Van a pasar un par de días aquí, de modo que si no te importa me traslado temporalmente a tu habitación.

Nuestra casa es amplia y tiene tres habitaciones holgadas con camas grandes. Cada uno tiene su intimidad y puede traerse a quien quiera a dormir. Alberto lo hace de vez en cuando (chicas supongo, pues venían muy tarde y solo se quedaban un rato, todos suponemos para qué) y me anima para que invite a quien sea a pasar la noche, chico o chica, que no hay que andarse con tonterías a estas alturas de la vida. Entre nosotros no hay problemas por mi orientación sexual, tanto que ni siquiera es tema de conversación.

En cambio cualquiera le dice algo a Fran, ¡con lo distante que es!. Logra mantener las distancias tanto que todavía no se nos ha pasado por la cabeza el proponerle algún plan fuera de la casa. Es un chico alto y delgado, normalito, más no puedo decir, pues no le he visto ni la pantorrilla. Bueno, esto no es justo. Es un tío con el que siempre se puede contar cuando tienes un problema, te echa una mano sin esperar nada a cambio, ni las gracias.

Tres en casa (relato erotico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora