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Estaba de acuerdo en que hizo mal en tratar de esa manera a Hyukjae en clase, pero cuando el muchacho de gafas negras le hablo con su estúpida y hermosa sonrisa sintió la presurosa necesidad de borrarla de aquel rostro fino, por que no quería que nadie, carajo, nadie viera lo que era suyo, Hyukjae es suyo y así tenga que tratarlo de la peor manera.


Después de los mensajes que compartieron, Donghae invitó a Hyukjae a su casa, este por supuesto que no puso pega alguna, inclusive ya lo esperaba, lo veia venir, queria verlo y sentirlo, quería que Donghae se frotarara como un gatito pidiendo mimos, porque así se comportaba Donghae con el, cuando estaban a solas...
De alguna forma, su cerebro le decia que Donghae no era tan bueno como el pensaba pero Hyukjae era veloz en eliminar esos pensamientos absurdos de su mente, el no necesitaba que Donghae lo quisiera, porque él podría querer a ambos por el doble, mientras el rubio no le pudiese que se apartara ahí si no sabría que hacer.
Hyukjae llegó a su casa, se baño y se vistió para encaminarse a la casa del chico brillante como el sol, Hyuk se había dado cuenta que últimamente sonreía demasiado, jamás en su vida escolar lo había hecho con tanta frecuencia, le gustaba mucho ese sentimiento de dulzura que el rubio provocaba en su ser.
Toco la puerta, esperó aproximadamente unos tres minutos hasta que escucho unos ruidos al otro lado de la puerta, seguro era el chico brillante como el sol dando tumbos para poder abrir la puerta.
—¡Ya voy! —grito Donghae
Otros tres minutos quizás y el rubio con una s jovial y preciosa sonrisa lo recibieron.
—Te ves precioso Donghae
—Lo se —el chico brillante como el sol amplio aún más aquella adorable sonrisa —Es que mis padres me hicieron con ganas y mucho amor, cariño —una risita burbujeante brotó de esa boca tan linda y pecadora.

Hyukjae quería besarlo.

—Así es Donghae, debo de agradecer a tus padres el buen trabajo que han hecho, supongo.
—Si debes, y también deberías pasar —Donghae le hizo un guiño a Hyukjae antes de apartarse del umbral de la puerta para permitirle el paso.
Por dentro todo seguía igual, nada había cambiado, Donghae seguía solo en casa.
Le daba cierta melancolía, aunque no sabía el porqué ya que sus padres siempre estaban en casa a esta hora, aquí se podía ver que no se pasaban mucha gente, o puede que estuviera maquinando cosas sin saber el transfondo, ya hablaría de ello con Donghae.
Como era costumbre Donghae dirigió a Hyukjae a su habitación.
—¿Necesitabas algo en clase Hyukjae?
—Pues, verás yo solo quería contarte lo extraordinario que es el libro que me regalaste, no fue mi intención en  ningún momento perturbarte a ti y a tus amigos Donghae, realmente lo siento.

Donghae frunció los labios, el pelinegro se veía adorable dándole su respuesta, sin embargo no podía permitir que alguno de sus compañeros de clase observara cuan perfecto era su chico de gafas negras, nadie podía, solo el.
—Oh, Hyukjae cuando quieras hablar será en mi casa o en la tuya, cuando yo diga cariño.
—sus palabras fluyeron casi sin pensarlo, mas no se arrepientia.
Quería dejarle en claro a Hyukjae que todo lo que hacían sería dentro de sus territorios, que Hyukjae era exclusivamente suyo.
—Por supuesto Hae —Hyukjae sonrió y con sus manos subio las gafas, acomodandolas.

¿Porqué Hyukjae le provocaba esa sensación de celos, quizás, ó posesión?

Le sorprendia el hecho de que el chico de gafas negras no pusiera pega alguna, que no le reclamase un buena trato, el simple y yanamente aceptaba lo que se le decía sin rastro de incomodidad.
—Sabes Donghae —llamo en pelinegro —Yo haría lo que quisieras, sinceramente. Haré lo que me pidas, por que siento que sin ti no puedo respirar bien, por favor no me dejes, yo, yo haré lo que quieras cuando quieras y como quieras.

Esa afirmación tan sumisa le calentó el corazón a Donghae, nadie en su maldita vida se había puesto a su disposición como Hyuk lo acababa de hacer, Donghae haría cualquier cosa por mantener al chico de gafas negras a su lado.

—Gracias Hyukjae, entonces por favor, ahora ven y besame.





Amor De InstitutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora