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Lee Hyukjae tocaba desesperadamente la tabla de la mesa, esperaba a Donghae, necesitaba verlo, lo  extrañaba intensamente, aún cuando había descubierto la verdad el aún guardaba la esperanza de que esto no fuera real, de que Donghae tuviera una excusa creíble y no terminar lo hermoso que tenían, porque para Hyukjae era hermosa la relación que tenía con Donghae, quitando algunos detalles: como el no poder hablarle en la escuela, o no relacionarse con alguien más que no fuera el, detalles que hasta ahora no había tomado tan enserio, Hyukjae se dio cuenta que Donghae era demasiado posesivo, y eso en parte le gustaba y una más grande y racional decía que eso no estaba bien.

Su cerebro estaba creando demasiadas telarañas, la voz de Donghae le decía repetidas veces "solo conmigo debes estar", "solo yo te quiero".
Le dolía demasiado, porqué tenía que ser así.
Esos pensamientos le estaban provocando una  jaqueca, necesitaba hablar ya con el.

Donghae llegó a paso lento y un poco bastante inquieto, su Hyukjae le había pedido verlo, pero el mensaje que recibió fue demasiado, como podría decirlo, diferente, Hyukjae siempre era todo dulce con el, con los mensajes que enviaba era tan cursi y este no tenía ni pizca de ello, pero seguro era cosa suya, Hyukjae ni siquiera había ido como para enterarse de la golpiza que lo propinó a Kibum, ni tampoco podría saber que el lo había enviado, sin embargo podría utilizar a Kibum de nuevo para cualquier duda, los nudillos de sus manos estaban un poco lastimados de los golpes que dio, odiaba que tocaran a Hyukjae, lo odiaba con el alma, pero el chico de gafas negras se lo había ganado, carajo, el no podría pegarle, jamás le haría daño con sus manos, pero los demás sí, los demás harían lo que a él no le daba la gana hacer.

Con todas las artimañas que se colaban en su cabeza Donghae llegó al lugar citado, esta vez una cafetería que no tenía idea de que existía, era toda rústica la pared, las puertas eran de madera con adornos tallados, entro y un olor delicioso se coló en sus fosas nasales, la fragancia era una combinación de café y madera a Donghae se le antojaba exquisita la decoración y todo en ella incluido el chico de ya no gafas negras que lo observaba desde una mesa al rincón.
La cafetería se veía bastante vacía, sin embargo se sentía calida y acogedora.
Se sentó en el banco enfrente de Hyukjae, este no dejaba de tamborilear los dedos sobre la mesa, lo estaba desesperando.

—Para Hyukjae, me saca de quicio ese sonido. —trato de sonar tranquilo, pero por el rostro que puso Hyukjae se percató de que fue lo contrario. Acababa de llegar y ya la estaba cagando, suspiro.
Estiró su mano para alcanzar la de Hyukjae, hoy no le había regalado ni una de esas sonrisas hermosas, claro su hermosa cara estaba llena de ematomas y la cicatriz de su sien y labio estaban recientes seguro era por eso.
Pero tampoco le devolvió el agarre de la mano, se estaba empezando a cabrear, Hyukjae jamás rechazaba sus toques.
Carraspeo un poco, el pelinegro alzó la mirada, y le clavó la vista en los ojos.
—¿De qué querías hablar Hyukjae? —le sorprendió que su voz saliera tan delgada.

—Necesito que seas sincero, no quiero mentiras Donghae —sentencio el chico sin gafas negras y con el labio partido, por un momento Donghae se sintió mal, el había provocado eso, se sintió como un monstruo, pero no importaba, si con eso conseguía tener a Hyukjae solo para el.

—Claro, dime qué quieres saber Hyukjae —esta vez acarició la mano blanquecina.

—¿T-tú fuiste quién me mandó a golpear? —la pregunta, quizás la veia venir. Seguridad tenía que mostrar.

—¡Por dios Hyukjae! Yo jamás te haría daño. —El rubio se las habia ingeniado para sonar ofendido.

La conciencia de Hyukjae flanqueo, no mucho.
El sabía que Donghae estaba mintiendo por mucho que hubiera sonado creíble, Hyukjae conocía la mirada del rubio y está no mentia.
Gruñó, le daba rabia ver cómo el chico ya no tan brillante como el sol le mentia en su cara aún cuando pidió sinceridad, sin embargo también quería ver hasta dónde era capaz de llegar Donghae.

—¿Donghae hablas enserio? —esta era la definitiva se dijo así mismo.

—Por supuesto Hyukjae, cariño.
Yo me vengue por ti, golpee a Kibum por tocarte —el rubio le mostró sus puños, ambos tenían marcas y rasguños, Hyukjae acarició levemente, tenía la cabeza cabizbaja, estaba a punto de llorar de nuevo, Donghae jamás dejaría de mentir, Donghae jamás le sería sincero.
Las gruesas lágrimas recorrieron el rostro fino, las gotas saladas impactaron en las manos del rubio.
Hyukjae lloraba y Donghae no sabía porqué, porqué lloraba, quizás era por la venganza que tomo quería creer eso, esperaba eso.

Hyukjae su chico sin gafas negras y con las pupilas ya sin brillo, le lanzó la mirada más desagradable que había recibido, una llena de lástima, revuelta con dolor y furia contenida.
Con delicadeza Hyukjae soltó sus manos, se las paso por sus cabellos negros y cuando se hubo calmado soltó la frase que jamás creyó que le doleria tanto, la frase que creyó jamás debería existir, una que deseo nunca escuchar.

—Terminamos Donghae, lo que sea que tú y yo teníamos —hizo una raya imaginaria que los unía —Necesitas cambiar Donghae, yo —Hyukjae trago ese nudo de acero que tenía en la garganta —Yo no puedo estar con alguien que me miente.

Con esas palabras Hyukjae se levantó del asiento, le dio una última mirada al chico rubio y se fue de la cafetería, dejando a un Donghae sin palabras.







La cosa es que, estaban a dos meses de terminar el instituto e ingresar a la Universidad, una semana había pasado desde que el chico sin gafas negras terminó con el, con Donghae, se sentía irritado, había noches en las que no dejaba de llorar y por consiguiente amanecía de un humor de mil demonios.

La ira, el dolor, el llanto jamás fue una combinación buena.

Donghae había tenido que soportar ver cómo Hyukjae llegaba siempre con Yunho, ver cómo el pelinegro era aceptado poco a poco, le tocó ver como Hyukjae le sonreía a todo el mundo, todos de un momento a otro empezaron a quererlo a pedir que saliera con ellos, todo en una semana, en una semana Donghae ya no era parte del mundo de Hyukjae.

De solo pensar que en dos meses se irían y que Hyukjae ya no le sonreía, ya no le mandaba mensajes cursis deseándole una noche calida llena de sueños alentadores, ya no le hacia el amor, ya no le decía que era perfecto.

Ya no.

Ya nada.





Hyukjae llegó al gimnasio del instituto corriendo con sus padres, jadeantes tomaron lugar,  el instituto había terminado, y con ellos buenos, y no tan buenos recuerdos.
La clausura fue muy agradable, sus padres estaban orgullosos, sus nuevos amigos lo abrazaban, lloraban y el solo podía sonreír les a todos y cada uno, estaba rebosante de alegría y de un sentimiento que ignoraba muchísimo, seguro que esa noche volvía a llorar leyendo las conversaciones viejas de su teléfono, de ver cómo Donghae no hizo el mínimo esfuerzo de recuperarlo, le dolía que para el rubio fue uno más, para Donghae Hyukjae no valía nada, el rubio se veía feliz, reía con su grupo de amigos, seguía siendo el chico rubio brillante como el sol, aún que ahora Hyukjae era popular también, gracias a Yunho, a Bom la peliroja extrovertida amante de los elotes, a las amigas de esta, Minzy, Chaerin y Sandara, amaba estar con ellas y hablar de todo y nada, sin embargo seguía sintiendo el vacío de Donghae, aunque lo disfrazaba muy bien.
Nadie sospechaba que Hyukjae lloraba por las noches, nadie.












Hola 💕 quiero decirles que el próximo capítulo será el final de "Amor de instituto"
Verán, quiero agradecerles sus comentarios, sus votos y obviamente sus lecturas.
Estoy muy contenta de que ya llegamos a un K de lecturas 😭 ¡Muchas gracias!


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