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Calor, Donghae sentía demasiado calor, besos y caricias gentiles eran regados por su cuello, la playera que traía había desaparecido, sentía su miembro palpitar ansioso y su trasero era amasado por dos manos grandes y blancas.
—Mghh Hyuk
El sonido de sus bocas, el chasqueó de sus salivas, dos lenguas enrollandose.
—Donghae... —Donghae no quería que de la boca de Hyukjae saliera sonido alguno, a menos que fueran gemidos claro.
El chico brillante como el sol, hizo que Hyukjae lo soltase, ambos se miraron, no hubo palabras, Donghae tomo la mano de Hyukjae y lo dirigió a su habitación, estando ahí dentro, el más bajo le quitó la camisa, mientras dejaba besos fugaces en la nivea piel, cada que bajaba se admiraba de Hyukjae, tenía el torso muy bien trabajado aún que se viera delgado podía asegurar que era fuerte y dominante, llegó al camino de bellos que empezaba en el ombligo y lo dirigían al paraíso, Donghae temblaba de la excitación, con manos temblorosas desabrochó el cinto, el botón de aquellos pantalones, bajo estos con todo y boxer, y ahí frente a sus ojos vio el miembro de Hyukjae erecto con pequeñas gotitas transparentes, jamás en si vida había tenido tantas ganas de chupar algo como en ese momento y sin pensarlo más se engulló el miembro de Hyukjae, saboreo, rozo con los dientes aquella erección.
Hyukjae no podía articular palabras, de su boca solo salían gemidos, sus manos se dirigieron a la cabeza de Donghae y empezó un vaivén muy bien recibido por el chico brillante como el sol, Hyuk no quería cerrar los ojos por el placer, Hyuk quería ver cómo su erección era tragada por esa boca tan bonita, húmeda y caliente, sentía que no aguantaría mucho, así que decidio jalar la cabeza de Donghae, apartando esos labios, hizo que el chico brillante como el sol se pusiera de pie, le bajó los pantalones de un tirón, besos eran regados, cargo al más bajo y lo tiro en su cama.
—No tengo la menor de esto Donghae...
El menor estaba más que exitado, él como Hyuk lo trataba lo volvía loco, quería que se enterrarse en el ya mismo.
—No te preocupes, yo si se como hacerlo —se lamió los labios, de pronto los sentía secos.
Gateo por su cama, moviendo el culo provocadora mente hasta llegar a su buró, saco el lubricante y un condón, se puso boca arriba, abrió las piernas y embarruno sus dedos con una generosa cantidad de lubricante, se preparo frente a su chico de gafas negras, gemía su nombre, en medio de su preocupación Hyukjae subió a la cama, abrió más sus piernas y se ubicó entre ellas
—Mhmm, Hyuk, H-hyuk ya
Hyukjae no podía dejar de ver la cara de placer que Donghae le daba era increíble ver como el moreno se retorcía con su nombre en la boca, como ni siquiera podía pronunciar bien su nombre, como sus ojos se ponían llorosos y la saliva se le salía sin querer, no aguantaba ya el dolor de su polla, así que quito la mano del rubio y entró, suave, lento y sin prisa, Hyukjae quería hacer el amor con Donghae, no simple sexo, si no entregarle a Donghae el amor que sentía, el vaivén de sus caderas fueron suaves y certeros, pues de inmediato encontró el punto G, el moreno se arqueaba y ahí Hyukjae aprovechaba para lamer, besar o torturar aquellos pezones cafeces, las piernas de Donghae estaban enrolladas en su cintura indicándolo a ir más rápido, más profundo más intenso
—Más, MÁS Hyukjae, mnm Más.
El vaivén de Hyukjae se tornó más duro y rápido, la cama rechinaba ante las embestidas, Donghae besaba a Hyukjae, sin embargo esos no eran besos, aquello eran mordidas.
Entre gemidos, mordidas, chupetones ambos jóvenes llegaron a su tan anhelado orgasmo, para Hyukjae era la entrega de su amor, quizás el principio de algo más que un "amigo", para Donghae simplemente fue sexo tan simple y banal, pero si solo era sexo porque sentía que por dentro de regocijaba de felicidad, porque su corazón se aceleró al ver al pelinegro sonriéndole de esa manera tan llena de ese sentimiento que odiaba, porqué no le molestaba el que Hyukjae no hubiera usado el puñetero condón, si con todos a los que no lo usaban con el los pateaba por imbéciles, porqué con Hyukjae quería más.

Amor De InstitutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora