Capítulo 2

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 “Su sonrisa.”

- ¿Diga?-.

-  Hola, llamaba por lo de esta maña…Espera ¿con quién hablo?- Dijo una voz  masculina bastante atractiva.

- Soy Natalie, la compañera de piso de Sarah, ella se está duchando y  yo respondí el teléfono por no dejarlo sonar, puedo decirle que llamaste para que hables con ella luego…- Dije nerviosa.

-  No, está bien. Así que tu eres la “Nat” de la que tanto habla ¿eh?- Preguntó.

-  Supongo – Titubeé.

-  ¿Te gustaría quedar para tomar un café y hablar?-.

-  Claro ¿Cuándo? – Dije mientras me mordía el labio inferior.

-  Ahora -.

- ¿¡¿Ahora?!?-.

- Si, en la plaza… Si te parece… bien, claro-.

- Oh, de acuerdo- Sonreí.

- Por cierto… Soy Blake-.

Entonces la llamada se cortó y yo más nerviosa que nunca decidí ir a prepararme, cuando de pronto Sarah salió del baño, miró mis manos las cuales seguían en posesión de su teléfono y gritó furiosa:

- ¿¡Pero qué demonios te crees que estás haciendo?!-.

- ¿Yo? Yo nada- Dije mientras dejaba el móvil en la encimera y salía corriendo.

Sarah me siguió con una mirada desalmada hasta la habitación, en la cual me encerré y no salí hasta estar lista. Después cogió el móvil  y empezó a revisar todas las llamadas y mensajes sin sospecha alguna. Salí de la habitación y noté que la presencia de Sarah se había disipado. Aproveché la oportunidad para abandonar apartamento dirigiéndome  a mi primera “cita” con Blake.                        

Una vez allí,  podía destacar entre la cantidad inmensa de gente que se encontraba en la plaza principal, a un chico de pelo castaño y ojos verdes bastante llamativo. Supuse que sería Blake así que me acerqué y le pregunté discretamente su nombre. Sinceramente no tenía ni idea de su apariencia, ya que sería la primera vez que lo  vería aunque efectivamente, se trataba de Blake. Nunca habría esperado que fuera tan guapo. Y ahí empezó todo.

- Hola – Saludé alegremente.

- Oh, así que tu eres Natalie-.

- La misma-.

- Nunca te había imaginado tan guapa…-Murmuró.

Al oír aquellas palabras mi primera reacción fue sonrojarme. Para mi sorpresa él me tomó de la mano y me miró a los ojos. Era un chico alto, delgado, bastante pálido, con una cara que imponía respeto, poseía un cabello laseo de olor ocre, sus enormes ojos verdes recordaban a los de un gato y sus labios daban la impresión de no haber tocado agua por días.

- Si te resulta incómodo te puedo soltar- Dijo vergonzoso.

- No…Está bien-.

Estuvimos paseando de la mano hasta el anochecer, hablamos de toda clase temas desde series de televisión hasta favoritismos, la verdad es que me sentí muy agusto a su lado. Parecía un chico muy dulce. Cuando se hizo muy tarde y llegó el momento de la despedida, se acercó a mí y me dijo:

-  La he pasado muy bien, quizás podríamos quedar otro día…-.

-  Supongo que esto es un adiós- Musité.

-  No, solo un hasta luego-.

En ese momento se acercó a mí y me besó en la frente. Me soltó la mano y se alejó dispersándose en la oscuridad del lugar.

No sé por qué ni como, pero me acabó gustando.

Nota del Autor: Es una novela corta, por lo cual los capítulos serán de breve duración. 

Lágrimas de PlomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora