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Pasaban los días y no te había visto, como hacerlo si nisiquiera sabia tú nombre, tú dirección o al menos tú numero de teléfono.

No te buscaría, tenia miedo de lo que pasara.

Tenía sentimientos hacia ti, sentimientos que no se porque nacieron.

Estaba en el bufete, teníamos una junta de abogados.

Mi cargo era abogada familiar, de convivencia y leyes de contratos.

Ese día llego un caso de un jugador, quería salir de su equipo pero el mánager o dueño del equipo tenia problemas y dijo que tenían un contrato, quise ese caso.

No tenia ni la más mínima idea de que ese jugador habías sido vos.

Llego el día de reunirme con mi cliente, entraste por la puerta de mi oficina, estabas vestido elegante.

Te veías tan hermoso.

Buenas tardes. —dijiste y al verme quedaste parado.

Hola.—te sonreí.

Wow, vos seras mi abogada, o mejor dicho sos abogada?

Reí.

Asentí, ese día nos conocimos mejor. Hablamos sobre tu caso y la verdad estaba muy difícil, pero te ayudaría. Te ayude.

Sana Mis HeridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora