Generalmente, llega el punto en el que alguien nos decepciona, o nosotros mismos lo hacemos por tener expectativas muy altas de dichas personas, al final de cuentas es algo que nos dolerá, pero al igual nos servirá como experiencia para madurar y ser más fuertes. El dolor dura lo que permitamos que dure, es un dolor inexplicable y difícil de quitar, y lo peor de todo es que no solo es un motivo para estar mal, aprovechamos tanto nuestra vulnerabilidad que nos ponemos aun peor a causa de todo lo que nos atormenta, inclusive, a causa de las personas. Principalmente por las personas, dicen querernos y lo demuestran dañándonos, nos dañan hasta más no poder, mientras que nosotros les damos lo mejor de sí mismos; es algo que poco a poco nos va destruyendo, poco a poco nos va haciendo más débiles, dejándonos tan vacíos, que ni con nosotros mismos basta, que necesitamos y dependemos de las personas para ser felices y sentirnos de cierto modo, completos.