Chapter II

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Scott se levantó temprano para irse a trabajar a su oficina, él trabaja en una empresa de la cual su padre es jefe, así que sólo está en casa día completo de viernes a domingo.

Para poder relajarme del asunto de buscar trabajo decidí salir a almorzar pues no quedó sobra de la cena. Así también aprovecharía de buscar en locales para ser mesera.

Me encaminé a un restaurante y justo cuando iba a entrar una mujer me empujó, debió tener unos 34, morena y de cabello ondulado y oscuro, bueno no me fijé en más. No iba a quejarme, quizás iba apresurada— Lo siento mucho, es que está molesta porque...

— No, no. No se preocupe —Sonreí amablemente y volteé a ver al hombre. Era un Adonis, ojos celestes y cabello rubio manjar, una piel blanca y labios rosados, una nariz muy bonita y una barba bastante sexy. Era alto, como 1,83 y ancho de espalda, simplemente una maravilla.

— ¿Segura? —Asentí sin dejar de sonreír, debía tener cara de boba— Para remediar lo ocurrido te invito a almorzar —Una sonrisa muy dulce se formó en su rostro, sentía que me estaba derritiendo «Oh, vamos. Puede ser un arrogante adinerado».

— No puedo aceptarlo, tú novia podría enfadarse —Su rostro cambió de una sonrisa a una expresión de curiosidad y extrañeza.

— ¿Qué? —Desvié la mira hacia la puerta intentando ver un sitio donde sentarme en el interior— ¿Jenny? Jenny no es mi novia, sólo le estaba dando oportunidad de tener trabajo y...

— ¿Trabajo? —Le interrumpí tocándole el brazo izquierdo con mi mano— Necesito trabajo, ¿Crees que podrías darmelo a mi? ... Perdón si soy muy desesperada.

— Claro, pero para hablar de ello —Me tomó de los hombros poniéndose atrás de mí y avanzó empujandome hasta el interior, me llevó a una mesa— Nos sentaremos a comer.

Hicimos nuestros pedidos y él comenzó.

— Verás, no es un trabajo de oficina ni nada así. No es un trabajo tradicional —Su mirada se oscureció un poco, o al menos eso hacía parecer— Sería algo así como de... Un día a la semana, o dos. Tendría que tener tu número y pues... Eso.

— ¿Qué tendría que hacer? Porque algo debo hacer, ¿No? —Pregunté con mucha curiosidad, hasta ahora se veía muy tentador— Y ¿Cuál sería el sueldo?

— Es simple, señorita. —En ese momento la mesera llegó con mi ensalada y la de él, también los platillos de arroz con carne al jugo— Usted solamente me hará compañía, y a cambio... Yo pagaré todos sus gastos.

— ¿Qué? Debe estar bromeando. —Mis labios formaban una perfecta ‹o› y mis ojos se hayaban atentos a cualquier rastro que dejara en claro que era una broma.

— No bromeo, es trabajo. —Bebió un poco del vino que ordenó. Había ordenado lo más caro del menú, ¿Qué rayos?— ¿Quiere un poco? —Me sirvió en mi cola y le agradecí mientras seguía explicándome— Obviamente será una compañía muy especial, ya sabes. Salir a tomar café, ir a alguna reunión mía juntos, si debo viajar tú vas conmigo... Claro, cada vez que puedas. Y dormir juntos alguna que otra vez.

— ... —Aquello él lo había dicho con una voz ronca y bastante seductora, al menos a mí sí me sedujo— Y-Yo... —Los nervios del momento me podían traicionar, de todos modos era mejor que ser una mantenida por mi mejor amigo, ¿No? Prefiero “dañar” a un desconocido. ¿Y si es una prueba?— Rayos. Ni siquiera sé su nombre, lo siento...

— Christopher Robert Evans, pero dime Chris —Me sonrió y extendió su mano, yo extendí la mía igualmente pero con algo de timidez. «¿Es en serio? Aceptaste un almuerzo y ahora vienes a ponerte tímida» pensé.

¿Sugar Daddy? «Chris Evans y tu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora