— No sé qué decir Zabdiel— reí—. Pues, creo que aceptaré.
Él puso cara de felicidad.
— Perfecto.
— ¿Y cuándo empiezo la universidad?— pregunté emocionada.
— Mañana— se llevó un lapicero a la boca. Eso lo hizo verse sexy.
— ¿Así de rápido? Es increíble.
— Tranquila. Yo mismo te llevaré, sería un honor pasar por ahí de nuevo. Así veo a cuales chicas o chicos podría contratar para más líneas de ropa Zabdiel.
— Me encantaría ser una de tus diseñadoras... Si gusta.
— Me encantaría Bárbara. Por eso quiero que te nutras bien en la mejor escuela de industria de la moda y así poder trabajar más o fondo conmigo. Lo que estarás haciendo aquí será algo simple, pero ahí podrás aprender y luego, si veo el interés y aplicación en ti podría ascenderte y seas del equipo de diseño, y quizás mi diseñadora personal.
— Tampoco así Zabdiel— reí de nervios—. Llego a serlo, por más que quiera, y Luciana me arrancará la cabeza sin pensarlo.
— Deberías de dejar de tenerle miedo a Luciana— apretó la mandíbula.
— No le tengo miedo. Aunque sé que ella es capaz de hacer muchas cosas cínicas pero no le tengo miedo, al contrario, me gusta enfrentarla pero en ocasiones me vuelvo una tonta.
— No me pareces tonta, eres mucho más astuta y mucho más inteligente que Luciana, puedes ser capaz de defenderte sin que ella te haga sentir mal en ningún momento.
— Es que... Luciana es tan descabellada que es capaz de matarme. Como siempre porta con una navaja— cuando dije eso Zabdiel se llenó de ira y rompió el lapicero que tenía en la mano—. Va a ser mejor que me retire, ¿no crees?
— No es necesario pero si gustas, puedes pasear por las hermosas calles de París y cuando te canses, vuelve a mi Oficina— finalmente dijo molesto.
— ¿Necesitas algo cualquier cosa?
— No— dijo cortante.
— Bueno. Iré a casa para descansar, no volveré.
Salí de la oficina cuanto antes. No sé cómo se me ocurrió decirle a Zabdiel lo de la navaja de Luciana. Seguramente él hablaría con ella y pues, ella me mataría como yo soy la única persona que lo sé. Bueno, sin contar ahora a Zabdiel. Solo quería que se diera cuenta que Luciana es mucho más peligrosa de lo que podía imaginarse.
Salí a dar una vuelta por las calles de París. Me sentía algo agotada, no había pasado una buena noche, así que caminé a la casa para descansar. Algunas 4 cuadras.
Me tiré en la cama para dormir un buen rato.
— ¿Dónde está Zabdiel?— Luciana entró a la habitación cuando ya estaba a punto de dormirme.
— Yo que sé Luciana, tu eres la novia. Déjame dormir por favor— me tapé la cabeza con la almohada.
— Me avisaron que saliste con él— ella dice molesta.
— Ah sí. Me dio un aventón a la universidad, quiero inscribirme y como casi no conozco nada le pedí que me llevara pero después de ahí no sé a donde cogió.
— Espero que no esté metido en nada raro— estrelló la puerta cuando la cerro, casi la deja en el suelo.
Que mujer más celosa, por Dios.
Me volví a acotejar en la cama, me cubrí de pié a cabeza y hasta mañana.
• • •
— No pensé que eras tan haragana— Zabdiel me despierta con un pito—. Desde que llegaste ayer te acostaste y jamás te volviste a despertar.
— ¿Ya es otro día?— me quité la manta de la cara y el sol me dio en los ojos—. Tengo hambre— me quejé.
— Es obvio, si ayer no comiste nada— me mira extraño—. Apurate que hoy es tu primer día de universidad y no quiero que des mala impresión porque el regaño recaerá sobre mí.
— Tranquilo, voy a apurarme. Tengo todas las ganas de entrar. Así que please, necesito darme una buena ducha.
— De acuerdo, pero te apuras Bárbara.
— Como digas Zabdiel.
Me di una buena ducha y me vestí. Me puse un vestido blanco de rosas azules y unos zapatos altos negros, no tan altos, 10 cm para ser exactos. Bajé a la cocina y me serví de lo que el servicio de Zabdiel había preparado de desayuno: panes tostados con miel y un huevo hervido, un jugo de naranja y una manzana. ¿Dónde me va a caber todo eso? Bueno, me llevaré la manzana para comerla en la universidad.
— ¿Nos vamos?— Zabdiel se sirvió una taza de café caliente y se la tomó como si estuviera fría y sin azúcar—. Prefiero tomar las cosas tal y como son, por eso no uso azúcar— explicó lo que acababa de hacer, parece que se dio cuenta que me impacté.
— Vamos— sonreí nerviosa.
Hay ocasiones en la que no me siento muy cómoda cerca de Zabdiel y más cuando sabes que tienes una hermana celosa que por cualquier cosa te quiere matar.
Zabdiel me llevó a la universidad.
— ¿Te muestro el campus?— preguntó bastante interesado.
— Me las arreglaré sola, está bien— cerré la puerta del auto y entré con temor.
No me sentía cómoda estando cerca de gente nueva y más cuando es una lugar donde la gran mayoría no habla tu idioma y yo, no era muy buena en francés que digamos.
— Bonjour mademoiselle— un chico de alto, rubio y de ojos azules me saludó. Portaba una cámara y me tomó una foto—. Disculpa por la foto, es que como eres nueva quería guardarte en mi colección de compañeros para cuando salga de la universidad— dijo arrastrando el acento francés. No sabía mucho el español, parecía un loco intentando hacerlo, pero parecía ser buena gente.
— No ningún problema— sonreí.
— Frederick— me extendió la mano para saludar—. Frederick Flamencourt.
— Bárbara Smith— le devolví el saludo.
— No eres de por aquí— rió tratando de enfocarme para otra foto—. ¿De dónde eres?— Washington, DC.
— Increíble, una extranjera— me tomó otra foto desprevenida.
Estaba loca por seguir caminando y sacarme a este maniático de la cámara de encima.
— Hola— un chillido parecido al de Luciana me saludó. Una chica alta, rubia, pelo ondulado, parecida ser se estas chicas populares. En cambio a mí, enana, castaña y pelo ondulado, era lo único que teníamos en común.
— Hola— fui algo descortés.
— Nunca te había visto por aquí. Bienvenida— me extendió la mano pero la quitó rápidamente y puso cara de asco—. Soy Wanda, y voy a ser tu pesadilla acá en la universidad.
Joder, intentando escapar de Luciana y te encuentras a su clon en la universidad, perfecto.
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Cuñado |Zabdiel de Jesús|
FanficBárbara Smith viaja a París para conocer al nuevo prometido de su hermana, quien resulta ser un apuesto multimillonario, Zabdiel de Jesús; ambos conociéndose se darán cuenta que son tal para cual, aunque tienen miedo por Luciana, hermana de Bárbara...