13

1.1K 65 5
                                    

— ¡Ay tan bobo Zabdiel!— sentía mis mejillas estar coloradas.

— Lo siento— rió y siguió comiendo su caldito.

— Ya vengo.

Salí rápido de la habitación para respirar un poco de aire. Estar cerca de Zabdiel me pone totalmente loca, más de lo que soy.

Esperé a que se tomara su caldito y entré para recoger la taza.

— Muy rico Bárbara— sonrió—. El caldito más exquisito que he probado.

— Gracias tonto.

— Te puedes casar, ¿sabías?— me guiñó el ojo.

— Pero no con cualquier tonto— le quité la taza de las manos.

Me quedé unos segundos pensando, y qué tedioso será cuidar a Zabdiel por estos días.

2 semanas después.

— ¡Zabdiel, ya vamos!— lo ayudé a subir a su nuevo auto. Cosa que no debía hacer.

Ya pasado dos semanas, Zabdiel se ha mejorado bastante de su brazo, aunque sigue con el brazo todo envuelto de ligas, pero está mejor. Le estoy animando a que vuelva a trabajar, ya que eso debe de tener un descontrol al no estar él presente.

Como no quería conducir por miedo a volver a tener otro accidente; unos de sus trabajadores nos llevó a la empresa.

Él, se hizo el tuñeco para que todos sus empleados lo vieran en tal situación. Yo solo quería darme 200 face palm, y entrarle la cabeza dentro del inodoro.

— Zabdiel, ya me voy— me despedí.

— ¡No! No me puedes dejar solo y con un brazo enfermo.

— Deja de ser tan ridículo— le dije—. Nos vemos más tarde.

— ¿Y a dónde vas con tanta prisa que no puedes venir a ayudarme?— arqueó una ceja.

— Universidad, bobo, universidad— rodé los ojos.

Salí de allí rápido, antes de escucharlo quejarse por algo tan insignificante. Algo que no le impide hacer sus labores, aún no entiendo como es que se baña, si es que lo hace.

Caminé hacia la universidad un poco rápido, ya que estaba retrasada unos cuantos minutos.

Llegué algo apurada, el profesor como siempre, no estaba en el aula y los demás cociendo. Y para mi sorpresa, Wanda estaba en el aula.

Cierto que en dos semanas la sacaban de la cárcel. Y para mayor sorpresa, esperaba que me mirara de mala gana, pero me sonrío. La ignoré y me senté cerca de Frederick y me puse a cocer.

— ¿Por qué tan tarde?— Frederick me susurró.

— Tuve que llevar al bobo de Zabdiel a su empresa, porque tiene miedo lastimarse el brazo.

— Ese tipo es mi admirador, pero también es un exagerado— rodó los ojos.

— Estoy de acuerdo contigo... Pero es un encantar— inconsciente me mordí el labio inferior.

— Te está haciendo daño estar tanto tiempo sola con él— dijo molesto.

— Supongo que sí.

— ¡No entiendo porqué tienes que cuidarlo!— se alteró—. Si él tiene a su novia, no tienes ninguna responsabilidad con él.

— Tampoco lo voy a dejar solo Frederick— me molesté—. Si la novia se desapareció hace dos semanas, no puedo dejarlo solo, algo tengo que hacer.

Cuñado |Zabdiel de Jesús|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora