1.

3.2K 137 37
                                    

"No sé que hacer con vos, Junior"

Eso fue lo último que me dijiste antes de callarte y esperar a que yo te conteste. No puedo decir nada, no sé que decir. Tengo ganas de llorar, de gritar, de besarte y salir corriendo. No me entiendo ni yo.

-Explicame qué es lo que te pasa, Junior. Por favor. No podemos seguir así y vos lo sabes.- Pronunciaste mientras agarrabas mis manos por debajo de la barra y me mirabas a los ojos. Tuve que desvíar la mirada, la tuya era muy intensa y me ponía nervioso. Aunque para ser sincero, últimamente todo lo que haces cerca mío me pone nervioso.

Mirá lo que hiciste, Blas. Soy un desastre.

-Tengo miedo- Dije en voz baja. No puedo ni hablar.

-¿Miedo de qué?-Te veías preocupado y un poco enojado. Tu ceño estaba fruncido, estabas lindo.- Sabes que podes decirme lo que sea.-

-Miedo, Blas. tengo miedo de lo que causas en mí, tengo miedo cuando siento que te extraño, cuando necesito estar con vos y reirnos juntos. Tengo miedo de aceptar que me volves loco. Hace tiempo me diste vuelta el mundo y no puedo acomodarlo porque venís y me cambias todo.- Dije la última frase casi en un susurro, las lágrimas caían por mis mejillas y mi cuerpo temblaba.

-Hey, tranquilo. No pasa nada, vení.- Me abrazaste, al fin. Hiciste lo que vengo deseando hace tiempo.

-Dejame terminar, por favor- Sonó como un ruegue, quizás lo era.- Desde que nos besamos en el playroom no paro de pensar en vos. En lo mucho que me gustó sentirte cerca mío, sentir tus labios fue como tocar el cielo, Blas. Y te juro que no sé que hacer. Intenté evitar todo esto, intenté querer a alguien más pero no pude. Sos único. Sos el único que logra hacerme temblar de pies a cabeza con sólo mirarme.-

Vi como sonreías mientras me escuchabas. Con esa sonrisa que me daba sensaciones hermosas. Acariciaste mi mejilla y apoyaste tu frente en la mía. Sonreí por eso.

"Acá es cuando me tenés que besar, boludo" pensé.

-Creo que acá es cuando te beso- Fue lo mejor que dijiste desde que te conozco. Reí ante mi propio pensamiento. Lo único que pude hacer fue asentir, no podía pensar con claridad y mucho menos hablar propiamente.

Finalmente lo hiciste. Me diste un beso suave, como si tuvieras miedo de lastimarme. Y fue en ese momento, en el que por primera vez en muchos meses, supe que lo que sentía estaba bien. Y que vos ibas a estar ahí para mí, esperándome, entendiéndome; pero lo mejor, amandome.

•blasnior•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora