Hombre en el río
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Aquel día iba a visitar el árbol que tanto había amado su abuela antes de fallecer.
Nunca cortaba las flores de sus raíces, sabía que podría necesitarlas después, pero siempre sembraba los girasoles en honor a ella, porque era sus flores preferidas. Todo lo que sabía lo aprendió de su abuela; cocinar, coser, cultivar, cazar animales pequeños, además de algunas cosas más de supervivencia. No conocía a sus padres u otra persona que viviera en aquellos alrededores; la anciana se había tirado al lago frente a su hogar y nunca más regresó, han pasado doscientas doce lunas desde entonces.
Lloró como nunca lo hizo en su niñez, no tenía a más nadie, literalmente él vivía de los libros de fantasía que tenía guardados gracias a su difunta abuela y tenía su fiel compañero de vida Blacky (o al menos así pensaba), un conejo tan oscuro como las noches de luna nueva. No obstante, debía seguir adelante y sobrevivir, el único escape de la realidad eran los libros, esos preciados libros que se leían diálogos, donde podía comunicarse y tener una vida llena de aventuras en su gran imaginación.
Esa mañana como cualquier otra, se abrigó con la caperuza que él mismo cosió, mastica lentamente una pequeña porción de uvas de camino donde ese árbol a por lo menos desahogarse como si estuviera hablando con su abuela. Su pequeño y peludo amigo no lo acompañó, se quedó comiendo de las frutas que había apartado para él; en parte sabía que sólo era un animal, siempre con miedo de ser devorado, pero a la vez quería pensar que entendía el dolor ajeno y lo solitario que se sentía.
De pura casualidad sus ojos voltearon a las aguas cerca de su hogar, vio algo extraño sobre la orilla del río, donde su abuela decía que nunca se acercara, que era muy peligroso pudiendo morir ahogado allí; y como todo buen niño, él siempre ha obedecido.
Pero esta vez había una persona tirada allí. Un ser humano al igual que él.
Tenía un debate mental en acercarse o no, le estaría fallando a su abuela si se acercaba y si no lo hacía quizás esa persona moriría allí. Ella se había acercado al río después de besar su mejilla y falleció. ¿Por qué no podía acercarse si el agua siempre se mantenía en calma? Así que él también podía acercarse, no se iba a tirar como se lo le advertía, sólo debía asegurarse que no estaba agonizando. Pequeños pasos al desahuciado, se sorprendió mucho con su tono de piel tan pálida y con ropas muy extravagantes, una caperuza algo extraña que le cubría todo el cuerpo, con tonos oscuros y los colores de las rosas rojas. Tomó la valentía de tocar su rostro, tan suave y tan helado, al parecer había estado allí por mucho tiempo, su pecho subía y bajaba...
Espera, ¿estaba respirando?
Con cierto temor acercó su oído al pecho y sí, efectivamente, escuchaba unos latidos lentos pero fuertes. Entonces sin pensárselo dos veces, lo tomó por los brazos arrastrándolo por todo el suelo, pesaba como una piedra gigante, de esas que no podía ni cargar su difunta abuela, no se rindió hasta que alcanzó llegar dentro, tuvo que dejarlo en el suelo porque le parecía imposible subir todo ese cuerpo hasta encima de su lecho, lo dejaría subir cuando despierte. Lo arropó con su cobija como lo hacía la abuela cuando era pequeño, con sus dedos temblorosos separó los cabellos oscuros de su cara, apreciando mejor sus facciones masculinas. Por culpa de esto de la fuerza que conllevó dejarlo hasta dónde está, empezó a tener dolor de espalda y sus brazos se sentían debiluchos pero poco le importó ya que esperaba con ansias que aquella persona despertara y dijera su nombre. Algo en su interior decía que no era una buena corazonada y aun así pensaba que por fin tendría un amigo.
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Luciérnagas De Cristal (JungKook)
FanficJungKook fue advertido, no debía acercarse al río por ninguna razón. Sintió sorpresa y una pequeña curiosidad por el cuerpo de un hombre en el mismo. Cuando se dio cuenta que aún respiraba, hizo una lista mental de las cosas que podía hacer como leí...