[1] Together

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Omegaverse

Dylmas

Dylan sonrió al ver el resultado de su arduo trabajo: la cama que compartía con su novio, Thomas, estaba llena de mantas, prendas y almohadas, que olían a ellos dos.

Hoy era su día libre, trabajaba como maestro de educación inicial, y lo amaba. Por otro lado, Sangster no tardaría en llegar de la corporativa, por lo que tenia que pensar en lo que le diría cuando llegara a la casa que compartían. Él no sabía lo que su omega anhelaba.

El castaño quería que Thomas lo marcara, uniéndolos para siempre. Estaba convencido que lo amaba —a pesar de haber estado saliendo oficialmente por tan solo nueve meses—,  como de que el rubio lo amaba de vuelta.

Se habían conocido por un amigo en común, y se podría decir que fue amor a primera vista. Dylan había tenido muchísimas malas experiencias con alfas que sólo lo usaban como juguete sexual, pero cuando Thomas llegó, las paredes que con tanto empeño se había encargado de construir, ladrillo por ladrillo se derrumbaron.

El omega de Dylan se retorció de felicidad al oír la llaves anunciando la llegada del alfa, mientras su parte humana solo se empezaba a preocupar por la propuesta que le haría, especialmente por la respuesta que recibiría. Se sentó en medio de la superficie con las piernas cruzadas, y agarró entre sus temblorosas manos una de las cobijas que más olía a Thomas, llevándola hacia sus fosas nasales, embriagándose del olor para tranquilizarse.

—Hola, ¿Dyl? —Brodie habló ingresando en la habitación.

Muchas personas veían a Thomas como un alfa "falso" gracias a su contextura física, hasta lo llegaban a considerar como un beta, pero una vez que lo conocían, el título le quedaba perfecto. Era verdaderamente mandón, siempre quería ser el líder, y la persona más posesiva cuando era respecto a los que amaba, especialmente a Dylan. No dudaba en retar a cualquier alfa que se atrevía a coquetear con el ojimiel, ganando la pelea, por supuesto, pero llegando a casa con un gruñon y molesto  omega.

—Es hermoso —comentó mirando desde lejos, sus ojos chocolates examinando al precioso chico al frente suyo con duda, temeroso que su novio se frustrara por su intromisión. A pesar que era su habitación, no tendría ningún problema con abandonarla si su presciencia ahí incomodaba a su preciado omega, él velaba por la completa comodidad de este, al fin y al cabo.

—Ven, Tommy —Dylan lo invitó a sentarse en el nido con unas palmaditas. Los
ojos del alfa brillaron cuando escuchó las palabras de O'Brien, emocionado porque le permitiera entrar a su primer nido hecho en su apartamento—. Sabes que mi celo comienza mañana, ¿verdad?

—Claro que si, Amor. Pedí permiso para no ir a trabajar. —Miró a su alrededor encantado por la creación de su novio, fascinado por esta—. ¿Cómo podría olvidarlo?

Durante los anteriores dos celos de Dylan —uno de ellos sincronizado con Thomas—, los habían pasado separados uno del otro. Claro que habían tenido sexo, más veces de las que podrán recordar, pero no querían hacerlo durante el estro de Dylan, aún no pensaban en tener cachorros, y el castaño se rehusaba a tomar pastillas para suprimirlo, corría el riesgo de volverse infertil. Pero esta vez, O'Brien no huiría, como pensaba Brodie.

—Quiero que me marques. —El menor cerró los ojos asustado de la reacción que recibiría. El alfa de Thomas se revolvió de felicidad. Por fin marcaría a su omega. A pesar de nunca habérselo mencionado, pensaba muy seguido en eso, pero estaba contento con esperar a que su novio estuviera listo.

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