Sick

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Thomas

Me removí en mi asiento incapaz de dormir, encontrándome con unos ojos mieles demostrando lo mismo que sentía, cansancio. Hacía menos de una hora, había dado más de ocho entrevistas junto a mis compañeros de trabajo para nuestra última película "The death Cure". Me encontraba en un avión con dirección a Londres, para hacer más entrevistas ahí. Lamentablemente, Ki no había podido conseguir asiento en este vuelo, sino en el siguiente, así que solo quedamos Dylan y yo.

—¿Todo bien, Dyl? —pregunté extrañado. El castaño se veía realmente mal.

—Thomas —murmuró con la voz completamente ronca—. Estoy enfermo.

—No me había dado cuenta, Dylan —respondí sarcásticamente. El ojimiel rodó los ojos y se dio la vuelta en su asiento, dándome la espalda. Al parecer se había enojado. Suspiré—. Lo siento, ¿cómo te sientes?

—Ya no quiero hablar contigo. —Se alejó un poco más de mi, como si fuera posible. Parecía un niño pequeño.

—Dylan —lo llamé, tocando su hombro para conseguir su atención, inclinándome sobre la separación entre nuestros asientos. Después de unos segundos, finalmente se volteó.

—Me duele la garganta, quiero vomitar, me siento débil, y no puedo dormir —hizo un puchero.

«Quisiera besarlo».

Moví mi cabeza rápidamente, tratando de eliminar esos pensamientos. Solo Kaya sabía de mis sentimientos hacia Dylan, y a pesar de haberme torturado tratando que me sincere con él, no lo había logrado. Sabía que Dylan no se sentía igual, hasta hace poco tenía una relación amorosa con otra actriz, y ya había superado que jamás estaríamos juntos años atrás, pero en momentos como este, no podía evitar pensar en un millón de cosas distintas que podría hacer con mi amor platónico.

—¿Cómo quieres que te ayude? —pregunté tomado su temperatura con mi mano, estaba ardiendo—. Estás quemando, Dylan.

—Primero: solo quiero dormir —hizo una pausa—. Segundo: siempre estoy quemando, soy hermoso y no puedo evitarlo —me guiñó un ojo—. Y por último: sabes que odio que me llames 'Dylan'.

Ignoré sus respuestas, e incliné su butaca para hacer que el menor pueda recostarse, tal vez así conseguía el sueño. O'Brien se negó a echarse en el completamente reclinado asiento, que ahora parecía una pequeña cama, beneficios de primera clase.

—Quiero que me abraces para que pueda dormir —me miró con ojos de cachorrito. No pude resistirme.

Ya habíamos dormido juntos, habían ocasiones en las que alguno de los dos tenía pesadillas, o no podíamos conciliar el sueño, y se iba a la habitación del otro. Mejorando la situación notablemente.

—Lo que mi Rey desee. —Dylan sonrió satisfecho. Para cumplir con su petición, tuvo que abandonar su cómodo asiento, y unirse a mi en el pequeño espacio, esperando que nadie nos llame la atención por lo que estábamos haciendo, no sabíamos si estaba prohibido que dos personas estén en una misma butaca—. Ven acá —dije atrayendo el cuerpo ajeno contra el mío.

Lo cargaba como si fuera un bebé: reposaba todo su peso en mis brazos, su cabeza estaba apoyada en mi hombro, y sus pies colgaban fuera del asiento.

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