Yellow

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Dyl suspiro al ver la gran pila de basura que se encontraba frente a sus ojos, ese día no tenía nada de ganas de rebuscar entre los desechos de los ricos para encontrar algo para poder vender y conseguir dinero a cambio. Parecía que iba a ser un mal día: las nubes estaban más negras de lo usual, probablemente llovería. Se agachó con tristeza, preguntándose el porqué le había tocado vivir así. Desde niño tenía que hacer lo mismo, encontrar objetos de gran valor entre la basura para luego llevarlos al mercado a venderlos, estudiaba en casa por las tardes y durante las noches ayudaba a su madre a cuidar a su hermana mientras ella salía.

—¿Por qué no simplemente puedo ser feliz como ellos lo son? —gruñó al ver un cuadro de una familia feliz en el piso, mostraba un lindo chico rubio con sus dos padres completamente sonrientes. Pero algo sobresalía de este, un lujoso collar de oro.

Sin siquiera pensarlo dos veces, lo recogió del piso y sonrió victorioso, con suerte valía lo suficiente para no regresar por una semana a ese lugar. Lo metió en su bolsillo y corrió hacia donde lo podria vender lo antes posible.

Esta vez decidió ir al mercado que estaba ubicado en la zona rica de la ciudad, ahí lo podría vender a un precio mayor. No le sorprendió que las muchas personas que estaban ahí lo miraran con desprecio.

«Tontos ricos, si supieran todo lo que he tenido que pasar» pensó claramente enojado.

Llegó a una tienda de buen parecer, donde atendía una anciana señora y un joven rubio de atractiva apariencia quien tenía el ceño muy fruncido, le resultaba raramente conocido. No quería parecer entrometido, pero deseaba saber lo que él preocupado —según su acento— británico requería.

—¡Necesito uno igual! —gritó el chico.

—Cálmate, Thomas.

«Bonito nombre, bonito acento y bonita apariencia. Desearía que por una vez en la vida, tuviera suerte y...».

—¿Algo que opinar niño? —el rubio se dirigió hacia Dyl, quien lo miró desafiante—. Parece que te interesa mucho esta conversación.

—¿Cuánto vale este collar? —preguntó el castaño mostrándoles el collar con una sonrisa traviesa, tratando de demostrarles que tenía algo de un gran valor entre sus manos.

—¡¿Dónde encontraste eso?! ¡Es mío! —acusó el rubio.

Dylan miró al piso avergonzada de su actitud, si tan solo hubiese sido maduro aún podría vender el collar, pero en esos momentos su gran hallazgo debía volver a las manos de su dueño.

—Lo encontré en la "isla de basura" al otro lado de la ciudad. Pero si te pertenece, quédatelo. —Sin pensarlo otra vez, depositó el collar en la mesa del local, volteo y trato de salir de ese lugar rápidamente. Pero escucho un susurro que lo hizo cambiar de parecer:

—Seguramente lo robó.

—¡Discúlpame niño rico! —Dylan miró a Thomas con tanto odio como fuera posible—. Pero no todos tenemos la vida de lujo que tú tienes, ¡yo tengo que ir a trabajar a un jodido lugar de basura, mientras tú te dedicas a jugar ajedrez! Así que si, encontré ese collar en la basura y deberías agradecer que te lo devolví, porque hace unos segundos pude haber salido corriendo y me hubiese ahorrado regresar a ese infierno por una semana.

—Lo siento —murmuró el rubio.

—A mi me parece que ustedes dos se llevarían bien, ¿qué te parece si Tommy te lleva a comer algo para disculparse por su actitud? —Habló la señora de la tienda.

—¡Claro, por favor déjame pagarte de esa manera!

«Me ahorraría pagar el almuerzo y tal vez el desayuno de mañana».

—Está bien.

Thomas llevó a Dylan a uno de los restaurantes más caros de la ciudad. El trayecto en carro fue para nada tenso, el castaño estaba muy asombrada mirando por las ventanas a toda la ciudad, no podía creer que se encontraba en uno de esos carísimos carros voladores que tan solo veía en sueños. Ellos hablaban sin preocuparse de la discusión de hace unas horas, contándole al otro experiencias vividas, parecía que se conocían desde hace años. Dylan amaba la manera de expresarse y de reír de Thomas, mientras que él amaba todo de Dylan.

—No puede entrar vestido así.

Dylan observó su aspecto, usaba unos pantalones un poco rotos y una camisa para hombre desaliñada. Thomas la miró extrañado, sinceramente no se había detenido a mirar lo que el chico estaba usando, se encontraba muy perdido en esos hermosos ojos mieles llenos de tristeza.

El rubio no creía en el amor a primera vista hasta que vio como Dyl se encogía en su lugar al escuchar esas palabras y sintió una ira enorme contra la persona que lo cohibió.

Thomas tomó de la mano al chico y sin pensarlo dos veces, salió de ese lugar. Volvió al carro sin decir una palabra y una vez ahí, llamó en su teléfono para solicitar una entrega de comida rápida. Esta apareció en el carro en segundos, haciendo que Dylan se sobresaltara en su lugar. Thomas puso el modo "automático" del carro para poder comer tranquilamente.

—¡Allá está mi isla! —sonrió la ojimiel mirando sonriente al lugar donde pasaba tanto tiempo desde que su familia murió.

A muchos les parecería horrible ver terrible paisaje, montañas y montañas de basura en medio del océano alejados de la ciudad. Pero a Dylan le encantaba, por lo tanto a Thomas también. Aunque le dolía saber que él había vivido tanto tiempo allí y nunca había visto algo realmente hermoso. Por lo que decidió llevarla a su lugar favorito en el mundo, una isla de arena blanca y océanos azules que estaba un poco lejos de ese lugar.

—Te llevaré a una isla real, Dyl.

Él sonrió y dejó que el chico de sus sueños condujera hacia el destino sin pensar en las consecuencias, por primera vez en su vida, se dejó llevar. No podía creer que estaba a punto de alejarse de todo con un chico que acababa de conocer —aunque sentía que lo conocía de toda la vida—.

Thomas prefirió no pensar en lo que podría pasar y se concentró en aquel hermoso chico que conoció en una para nada usual situación, aunque no hubieran estrellas en el cielo a causa de la contaminación, él podía ver cómo ellas brillaban a través de sus ojos.

No pudo cuidar y proteger aquellos astros, pero lo protegería a él con su vida.

•••

LO SÉ LO SÉ, ES HORRIBLE.

Pero es literalmente lo único que he podido escribir hasta ahora y fue un trabajo escolar con idea futuristica, reflexiva y basada en el realismo. 

Sip, probablemente desapruebe el año con este trabajo, más por el hecho que nos dieron 30 minutos para hacerlo y todavía corregir y hacer un comentario al respecto. En mi defensa, en mi cabeza se veía mejor.


Prometo actualizar mis otras novelas pronto.


¡Las quiero!

—Ares.



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