Y ahí estaba él, con el pelo rojo como el fuego, una chaqueta de cuero y unos jeans tan ajustados como mi economía, un chico así jamás se va a fijar en mi...
La vida de los universitarios sin empleo es bastante difícil, tener que depender de tus padres, pedirles dinero para poder salir a beber con los amigos, es bastante incómodo no tener libertad económica en una etapa tan crucial de la vida.
Michael, ese soy yo, un joven de 22 años, con muchas ambiciones y pocos dólares en el bolsillo.Empecé la carrera de derecho hace pocos meses, me va bien, de echo muy bien, tengo buenas calificaciones y bastantes amigos, pero hay algo que me produce un dolor inmenso en el pecho, la realidad es que, estoy enamorado de un chico, que además es heterosexual (el típico cliché).
Will es su nombre, tiene 23 años, estudia derecho, va un semestre adelante de mi, sólo cruzamos miradas un par de veces, pero la realidad es ¡¡¡ME ENAMORÉ INSTANTÁNEAMENTE DE ÉL!!!Mis amigos me dicen que es una pérdida de tiempo, que el heterosexual, y que jamás ni en un millón de años pondría los ojos en alguien como Yo, un muchacho escuálido, con problemas de la vista, que apenas subsiste económicamente y que además se viste horrible.
Desde el momento que lo tuve en frente de mi, sentí algo en mis entrañas, un algo que no se como explicar, simplemente fue un "click" y quedé perdidamente enamorado de él, jamás cruzamos palabra alguna, es más, dudo mucho que sepa de mi existencia, pero lo peor es que... ¡¡¡TIENE UNA NOVIA!!!
Charlotte, rubia, delgada, grandes senos, despampanante, la típica niña de papá, ricachona y engreída.
Era un viernes por la tarde, yo acababa de salir de clases y me dirigía a la cafetería del campus para comprar un poco de comida, me sentía raro, tenía la sensación que algo iba a ocurrir aquel día, o quizás era sólo mi imaginación...
Al llegar a la cafetería note que había dejado mis libros de política internacional en el aula 203, no podía perder esos libros, me dije a mi mismo "Te costaron 120$, tienes que ir a buscarlos".
Corrí de prisa al aula, preocupado, asustado de perder los libros que tanto esfuerzo tuve que hacer para comprar, mi mente divagaba, millones de cosas se me vinieron a la cabeza:
1.- Si te quedas sin libros pierdes el semestre.
2.- Si pierdes el semestre tus padres dejarán de pagar la colegiatura.
3.- Me veo gordo con este suéter?
4.- Espero que no se acaben las rosquillas de chocolate.
5.- Y si en realidad soy producto del viaje de un alien que acaba de fumar hierba?
Y en eso llegué al aula 203, entre apresuradamente, no había ni un alma en el lugar, me dispuse a ir a mi asiento, pero al llegar noté que mis libros no estaban!
Qué iba a hacer ahora?
Lo único que mi cerebro pudo decirme fue "ve a comprar las rosquillas", entonces eso hice...
Al llegar nuevamente a la cafetería, me sentía terriblemente mal por lo de mis libros, pero tenía más hambre que preocupación así que le pedí a la señora que me diera dos rosquillas de chocolate y un café con leche, las desgracias como siempre vienen acompañadas, me dijo que ya no quedaban rosquillas, me sentí el doble de mal, así que simplemente pedí el café y me fui a caminar.
Media hora después de estar pensando en lo que iba a hacer acerca de mis libros, pude darme cuenta que tampoco traía mi celular, maldita suerte la mía, había dejado el móvil en el mostrador de la cafetería, por lo que, por segunda vez, tuve que volver a la cafetería en búsqueda de mi celular, al llegar todo estaba cerrado, los estudiantes estaban dispersados, el campus era casi un desierto, simplemente me puse en posición fetal, y empecé a llorar, sabía que no iba a ser un buen día, pero ¡¡¡VAYA!!! fue un día completamente horrible...
-Estas bien?
-Eh?
Levanté la mirada y ahí estaba él, esos ojos azules como el cielo, un cigarro en sus hermosos labios, su pelo, rojo como el fuego del infierno, una chaqueta de cuero que caía suavemente de sus hermosos hombros musculosos, y unos jeans tan ajustados que no dejaban nada a la imaginación...