Capítulo 1

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Su sonrisa. Su lengua saliendo de sus dientes. Su piercing. Su pelo rubio. Sus cejas. Es perfecto. Es pura perfección. Sin embargo, no es mío, ni nunca lo será. Ya tiene dueña, Amber Stanley, también conocida como mi mejor amiga.

En el primer instante en que lo vi, me enamoré. Me negué a aceptarlo, es decir, era el novio de mi mejor amiga y yo estaba babeando por él. Pero al final me di cuenta de que cada en cada beso que se daban mi corazón se rompía un poco más.

Y aquí estoy. Seis meses después de haberlo conocido, él sigue con Amber, y yo sigo por él. Así deben ser las cosas, ¿no? Chica normal colada por chico perfecto, chico perfecto colado por chica perfecta. Es el ciclo de la vida. En todos los tríos siempre hay alguien que sufre. Y, en este caso, ese alguien soy yo.

Pero, ¿qué esperaba? Amber es la mismísima perfección, con su perfecto pelo rubio y ondulado, los ojos azules, la piel blanca y cuerpo de modelo. La Barbie humana. Yo no es que sea fea. Soy guapa, con el pelo castaño anaranjado, largo y liso y los ojos verdes. Mi piel es blanca también y tengo bastantes pecas. Cuando me miro en el espejo pienso “¡Caramba, no estás tan mal!” pero cuando voy al lado de Amber, todo desaparece. Paso de ser Madison, a “la amiga de Amber”. Porque no soy más que eso. Soy la mediocre amiga de Amber. La don Nadie.

La don Nadie. Ese es el último pensamiento que pasa por mi cabeza antes de dormirme.

Me despiertan los rayos de sol por mi ventana. Abro los ojos lentamente y me los tapo porque la luz me molesta. Me levanto de la cama y voy al baño. Luego voy al comedor y doy los buenos días. El silencio es mi respuesta. Entonces me acuerdo de que mis padres están de vacaciones en Cuba y estoy sola en casa. Voy a la cocina, me preparo unos cereales y me los como en el sofá mientras miro la tele. Al cabo de un rato, suena el teléfono.

- ¿Sí? – digo, tragándome los cereales de golpe.

- ¡¡¡Tía, esta tarde hay una superfiesta en casa de Sylvia Black!!! Es su cumpleaños y nos ha invitado, ¿te apuntas? – pregunta Amber. Debería haberme imaginado que era ella quién llamaba.

- Ehm, claro. ¿A qué hora?

- A las 5. Lleva bañador, la fiesta es en la piscina. Ah, por cierto, Luke viene. Te veo luego.

Y cuelga sin darme tiempo a responder. Típico de ella. Aunque eso es lo que menos me preocupa. Luke viene. Mierda. Aparte de que no me apetece ver el espectáculo de enamorados que representan cada día él y Amber, tampoco quiero verlo a él. Es decir, ¿de qué me va a servir estar colada por un tío con el que no tengo ni una posibilidad de salir? Además, en el hipotético caso de que cuando Amber y él cortaran y él se colase por mí, yo tendría que rechazarlo por respeto a mi amiga. Así que había decidido que este verano iba a olvidarme de él. Aunque Amber me lo está poniendo difícil.

Normal, si ella no tiene ni idea de lo que siento por su novio. Su novio. Me siento tonta. SU novio. Se dan besos. Lo hacen. Se dan la mano. Se dicen que se quieren. Y tras esos pensamientos, se me hace un nudo en la garganta. “¡Para, estúpida! Olvídate de él, YA.”

Me paso el resto de la mañana mirando basura en la tele. Después de comer voy a mi armario. Lo abro y no sé qué bikini ponerme, pero al final me decido por el negro con un estampado de margaritas muy bonito. Me lo pongo y encima me pongo una camiseta de tirantes y unos shorts tejanos. Cuando estoy lista, vuelvo al sofá y sigo mirando la tele. Son las cuatro y media, falta media hora para que venga Amber. Con Luke.

A las cinco y dos minutos suena el timbre. Salto del sofá, me miro en el espejo y compruebo que tenga el pelo bien. “Madison, no seas tonta, a él le da igual como vayas. Y a ti debería darte igual él.”

Cojo mi bolsa con la toalla, la crema de sol y lo demás y abro la puerta. Ahí está él, Luke Hemmings, con una camiseta de tirantes que hace que todo mi cuerpo se ponga en tensión, con Amber, que está tan perfecta como siempre.

- ¡Maddy! ¡Qué guapa estás! – chilla mientras me abraza.

- Sí, ya – respondo, demasiado borde. Pero me siento mal, no es culpa de Amber ser guapa y tener al tío más perfecto del mundo como novio.

- Que sí, tonta. ¿Verdad, cariño? – mira a Luke.

- Claro – responde él mirando al suelo.

Lo cual me sienta como una patada en el estómago. Sonrío, para que Amber no se dé cuenta de que me ha sentado mal que no me lo dijese a la cara. Empezamos a caminar y al cabo de diez minutos de escuchar la conversación entre la parejita (“que mono eres”, “tú más”…), llegamos a la casa dónde se hace la fiesta. Aunque Luke está un poco raro, la verdad. Demasiado serio. Llamamos al timbre y nos abre Sylvia. Lleva un bikini blanco con topitos marrones y se ha recogido su melena negra en un moño.

- ¡¡Hola!! Estoy muy contenta de que hayáis venido, pasad – nos dice mientras se aparta un poco. Pasamos y lo primero que veo es que hay unas 50 personas en su jardín, unas cuantas en la piscina pero la mayoría bailando al ritmo de la música. Hay una mesa con cócteles y un montón de tíos en bañador. Y la mayoría son bastante guapos. Buena suerte la mía.

Voy a dejar mis cosas en una tumbona sin esperar a Amber y a Luke, me dirijo a la mesa de cócteles y cojo un San Francisco.

- No te va el alcohol, ¿eh? – pregunta una voz detrás de mí.

- Ehm, no – respondo, y me giro.

Y ahí está él, con los ojos más azules que nunca. Sonrío nerviosamente y doy un sorbo a la pajita de mi cóctel. Al ver que se me queda mirando, me voy, murmurando unas disculpas. Me estiro en mi tumbona, me pongo crema de sol y miro al alrededor. Todo el mundo se lo está pasando genial. Debería ir a hablar con alguno de esos tíos, y decido que cuando me acabe el San Francisco iré. Pero no me hace falta, porque en ese momento se me acerca un tío que tiene el pelo teñido de verde fosforito, pero le queda bien. Y él tampoco está nada mal, la verdad.

- ¿No te bañas? – me pregunta, y sonríe.

Noto que me pongo roja, mientras niego con la cabeza. Se ríe un poco, me coge el vaso de las manos, se acaba el cóctel en pocos segundos y me extiende la mano. “¿Por qué no?”, me digo. Le cojo la mano y me levanto de la tumbona.

- ¿Y tú eres…? – las palabras salen solas de mi boca, no me lo puedo creer. Normalmente no soy tan suelta con los chicos, ni mucho menos. Aunque ser menos tímida no está mal, tampoco.

- Michael, pero puedes llamarme Mike. Es más, llámame Mike – dice y vuelve a sonreír. - ¿Y tú quién eres?

- Madison, pero puedes llamarme Maddy. Es más, llámame Maddy – le respondo y me río.

 Ríe, me levanta por la cintura, va corriendo y salta al agua conmigo en sus brazos.

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Hola, bueno espero que os haya gustado a las pocas personas que lo leéis lmao. Es corto pero no llevo mucho escrito y :( Comentad aquí o me twitteáis y me decís qué os parece jeje. 

El título es Voodoo Doll porque me encanta la canción pero idk solo es por eso. Thanks a todos los que leéis, ily <3

voodoo doll { hemmings; clifford }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora