¿Le invitamos?

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Había pasado los meses desde que se había descubierto que Howard y Sheldon compartían sangre. 

Howard y Bernadette había tenido su segundo bebé, un niño llamado Neil Michael Wolowitz. Pero le llamaban Michael.

Sheldon y Amy estaban a un mes de casarse. 

- ¿Crees que debería invitar a mi padre a nuestra boda?

- No lo sé. Deberías hablar con Howard y tu familia antes de hacerlo.

- Tienes razón.

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El timbre de la casa de los Wolowitz sóno, para encontrase a Sheldon en la puerta. Howard abrió.

-¡Hola, hermanito! ¿Qué te trae por aquí?

- Howard, que tengamos el mismo padre y tengas un año más que yo, no significa que puedas llamarme "hermanito".

- Está bien. Recuerdo que sólo tus hermanos y tu madre te pueden llamar así. Y yo soy tú hermano, así que...¿Qué te trae por aquí, Shelly?

- Mejor. Venía a hablar contigo, porque quiero invitar a nuestro padre a la boda.

El silencio reinó en la entrada de la casa durante un rato, sólo se oía el rumor de los bebés despiertos en el piso de arriba.

- Bueno, no sé que decirte. La verdad es que puedes invitar a quién quieras a tu boda. 

-¿Tú seguirías viniendo? 

- Claro. 

- Genial. Sólo era eso. Bueno, me voy, que estoy bastante ocupado.

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En Medfort, Texas:

George estaba yendo a su antigua casa, para enfrentar a Mary, y consecuentemente, a sus hijos.

Llegó delante de la casa. No había cambiado casi nada por fuera. Llamó al timbre. Mary abrió la puerta. George cerró lo ojos, esperando la bofetada que estaba punto de darle. Pero el tiempo pasaba y nada pasaba. 

No abrió los ojos hasta que sintió que Mary le abrazaba. Sorprendido, bajo la mirada hacia su mujer.

- ¿Por qué me abrazas?

- Porqué te he echado de menos.

- ¿Y no me odias?

- Si. Te odio pero te quiero. Es confuso y lo odio.

Aún perplejo, George Sr. bajo los brazos para apretar más a Mary contra él.

Disfrutando de este pequeño momento a solas, dirigió su mirada hacia los cuadros que colgaban de la pared. 

Había fotos familiares. Una foto de Georgie, de cinco años, cogiendo a sus dos hermanos recién nacidos. Debajo, se veía a George Jr. de 19 años, poniéndole la mano en el hombro a su hermano, que acababa de ganar un premio. Al lado, habia una foto de él y Mary el posando en 1989. 

Se había perdido tantas cosas

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Se había perdido tantas cosas. Georgie (ahora de 43 años) tenía un exitoso negocio de neumáticos. 

Missy (de 37) tenía un hijo y se estaba divorciando de su marido.

Sheldon (obviamente, también de 37 años) se casaba en un mes.

Howard estaba casado y tenía dos hijos. 

Ambos eran científicos respetados. Y no podría estar más orgulloso.

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- Hola, Georgie. - dijo Sheldon a su hermano mayor.

- Shelly, ¿qué haces aquí? - dijo extrañado de ver a su hermano menor.

- Bueno, con todo lo que ha pasado con nuestro padre, me he dado cuenta de que quiero hacer las paces. Vengo a invitarte a mi boda.

- Espera, espera, espera. ¡¿ Qué te casas?! ¡¿Cómo, cuándo, por qué, con quién?! 

- No se que preguntas con el cómo, pero te puedo decir que es el día 12 de mayo, por qué pedí matrimonio a mi novia y dijo que sí. 

- ¿Desde cuándo tienes novia? - dijo un perplejo Georgie.

- 8 años. - respondió Sheldon, con toda la normalidad del mundo. 

- Vaya, eso sí que no me los esperaba. 

-  Sé que hemos tenido nuestras rencillas cuándo eramos niños, pero significaría mucho para mí tener a mi hermano mayor en mi boda. 

George le puso cariñosamente la mano en el hombro a su hermano, tal y cómo hacía en aquella foto de 1994 que estaba en casa de su madre. 

- No me la perdería

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- No me la perdería. 

Se dieron un abrazo y, tras cerrar la tienda, George invitó a su hermano a tomar "unas cuántas" copas. Ambos aparecieron horas después haciendo eses en casa de Missy, que reconoció en sus hermanos en aroma de su padre la mayoría de su niñez. 

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A la mañana siguiente, con un dolor de cabeza inmenso y gafas de sol para combatir su fotosensibilidad, que se acentuaba cuándo había bebido, Sheldon se dirigió a casa de su madre, ya que sabía que George (padre) estaba allí.

Al acercarse el familiar ruido del corta-césped le obligo a taparse los oídos. 

George se había despertado junto a Mary. Por primera vez en años, se sintió feliz. Hizo el desayuno y salió a tomar el aire. 

- Al parecer, soy el único que sabe cuidar este jardín. - dijo para si mismo, y se puso a cortar el césped. 

Al cabo de un rato, vio a una figura acercarse por la poco transitada calle. Según se acercaba, se dio cuenta de que era su hijo menor, Sheldon. Apagó la máquina para poder hablar con él. 

- Hola, ¿qué haces aquí?

- Bueno, vine a hablar con Georgie y, de paso, vengo de visita.

- Ahora voy a por tu madre. - dijo el ex-entrenador de fútbol.

- En realidad, venía a verte a ti. - corrigió el físico.

- A mi, ¿por qué? - dijo extrañado.

- Quería invitarte a mi boda. - dijo Sheldon, tendiéndole un sobre a su padre.

Los cansados ojos azules de George brillaron momentáneamente con la declaración del joven. Había esperanza después de todo. 

Lo siento, hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora