El secreto desvelado

959 54 9
                                    

Y entonces todo encajó.

Howard, George y Amy seguían delante de la puerta del despacho.

La cara de George decía que se sentía culpable, la de Amy que no acababa de entender lo que pasaba y la de Howard era indescriptible.

Estaban en un silencio absoluto, hasta que Howard, en un tono más alto de lo que quería, mirando a su padre, dijo:

- ¡NO ES POSIBLE!

- ¡Que pasa, que pasa!- dijo Amy, sorprendida.

- Eso, papá...digo, George, acláranos que pasa.

- Vale, pero lo haré en la cafetería.

- No, hazlo aquí.

-No, porque en la cafetería, estaremos más cómodos...

-  ¡George! Dínoslo aquí y ahora.

-...Vale. ¿Recordáis que os he dicho que mi hijo pequeño, al que abandoné era muy parecido a ti?

- Si, ve al grano.

- El trabaja aquí, en este despacho.

Durante unos minutos, hubo un silencio incómodo roto por las voces de Howard y Amy, que dijeron a la vez:
- ¡ERES EL PADRE DE SHELDON!

- Si, ¿le conocéis?

- Amy se va a casar con él.-señaló Howard.

- ...A lo mejor no hablamos de la misma persona.

- Si que lo hacemos. Es un amigo mío desde hace 15 años.

- Vaya. Nunca me imaginé que Shelly se casaría.

- Yo tampoco. -dijo una conocida voz detrás de ellos.

- Sheldon...

- Papá...¿Quieres explicarme cómo es posible que, no sé, estés vivo, si llevas 24 años muerto?

- ¿Puedo hablar vosotros dos en privado?

- Yo me voy a la cafetería- dijo Amy.

- Nos vemos allí en un rato.

George, Sheldon y Howard entraron el el despacho.

----------------------------------------------------------------------------------------------------

Penny y Leonard habían hablado con Amy por teléfono y quedaron todos en la cafetería, para comentar lo que había pasado.

Ya era la hora de irse a casa y nada se sabía de ellos desde el mediodía. Ni siquiera habían salido a comer. Bernadette había sido informada también y esta les pidió que le contarán en cuanto supieran algo.

Se acercaron al despacho y oyeron cómo los tres ocupantes seguían discutiendo a voces. Con cuidado de no hacer mucho ruido, Leonard llamó a la puerta, que fue abierta por un George con el labio y la ceja partida.

Pero lo que más les llamó la atención fue que el usualmente ordenado despacho, estaba hecho un desastre.

Los papeles de la mesa, los lápices y bolis, e incluso el portátil estaban en el suelo. Algunos de los cuadros de la pared de habían caído y tenían los cristales rotos.

Howard y Sheldon estaban sentados encima de la mesa, con expresión ausente. A Howard se le notaba que había llorado, mientras que al físico le sangraba la nariz, el labio y la ceja.






Lo siento, hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora