III

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Como ya sabreis, aquel chico de grandes orbes esmeraldas y pecosas mejillas que parecía estar echo de la más delicada porcelana, resultaba ser alguien muy hábil, ágil, astuto y fuerte. Ya llevaba unos meses conviviendo con el rey y la guardia en palacio. Tal diamante en bruto no pudo pasar por alto el gran rey de los dragones, perteneciente a Arcade, el palacio más antiguo y mejor conservado de toda la faz de la tierra. Su gobernante era conocido por todos, era de los mejores aliados, debido a su gran y habilidosa guardia. Por no mencionar los poderosos dragones que poseía, que tan solo podían ser domados por aquel que portara la sangre real, ya que, aquellos que la heredaban , tenían el honor y privilegio de transformarse en uno de ellos. Y sí, Bakugou no era excpeción.
Por otro lado, tenerlo de enemigo era la peor decisión que solo un iluso podría tomar. Katsuki podía ser alguien realmente despiadado, sádico, frívolo. No tenía piedad por nadie que se atreviera a dañar a su querido reinado, a su gente, y menos a sus dragones. En el pasado, un grupo de bándalos poseedores de magia negra (bastante poderosa), cruzó la frontera de Arcade sin consentimiento, cruzandose con un dragón de mediana estatura con escamas blancas y grandes ojos azules, llamado Daris, que tenía el deber de no dejar que nadie cruzara los límites. No obstante aquel dragón era bastante joven y Bakugo lo quiso poner a prueba, y desde luego que aquel pequeño no estaba listo para contraatacar aquel gran grupo de hechizeros, que sin resentimiento alguno comenzaron a sujetar al joven reptil con alas para empezar a torturarlo arrancándole las escamas de una en una (ya que tenían un gran valor , tanto mágico como costoso) haciéndolo sangrar, intentando escurrirse de alguna inútil manera con la que solo recibía electrocutaciones de rayos que provenían de la palmas de las manos de aquellos brujos. El gran llanto del desesperado dragón llegó a los oídos del aparente rey. Desde aquel día, ningún bándalo se atrevió a tocar a ningún dragón más de Arcade, y menos entrar en sus territorios. Es más, se volvió regla indispensable para los aprendices de magia, ya que eran avisados de que si no, serían despedazados pieza por pieza, sin excepciones, sin piedad, por parte del rey Bakugo transformado en un diabólico , gigante y temeroso dragón de escamas doradas con grandes ojos carmesí con sed de sangre. Desde ese mismo día, éste decidió que no volvería a poner a prueba a un dragón tan joven. Había sido un grave error, pero también había servido para marcar límites.

Aquel blanco dragón tan solitario y tímido, con quien solo compartía compañía con su rey, ahora se encontraba siendo acariciado por aquel pequeño pecoso. ¿Como es posible? Pensaba boquiabierto el peli cenizo, observando la escena tras un árbol. Aquel dragón, ahora ya más potenciado para el combate, se estaba dejando mimar por un humano. Desde luego eso era algo impensable. Los dragones solo se relacionaban con los suyos, y con la excepción de un humano mestizo, así como Katsuki.

Este no sabía el motivo, pero nosotros sí. Ya que, no se trata de un simple humano, se trata de Izuku, un ángel encantador capaz de hacer caer ante él cualquier criatura (con buena bondad) ante él.

-Eres tan bonito, tu pelaje es como acariciar una nuve.-. Alaba al dragón, acariciando su largo y grande ozico. Éste en respuesta rebufa ladeando la cabeza en señal de agradecimiento, lamiendo la mejilla del pecoso.

-¡Ah, me haces cosquillas! Jejeje... Tienes la lengua muy rasposa, es como una esponja.-. Katsuki estaba blanco como la leche. Simplemente no le entraba en la cabeza. Intentando que su alma volviese en sí, se dirigió hacia éstos entrando en escena.

-¿Como lo haces?-. Pregunta el recién llegado , un poco irritado, realmente estaba intrigado y sorprendido.

-¿Qué cosa?-.

-No me vengas con "¿Que cosa?"- responde imitando la aguda voz del menor, haciéndolo botar del sitio.

-¡Yo no hablo así!-. Exclama intentando parecer molesto, cosa que acaba resultando en un adorable puchero. Katsuki no podía ante esos inocentes gestos, así que se limitó a desviar la mirada.

Ángel Predestinado [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora