La Cabaña de Blackpine

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- Harry
- Bob
- Andrew
- Edwin
- Fernando
- Caroline
- Emily

- Alice.

- ¿Ocho? ¿No eran nueve?

- ¡Ya te dije todos sus nombres! No sé quién es el noveno del que insistes.

- Siento que olvidas quién soy, que sé más de lo que piensas y si me vuelves a mentir puedo acabar esto en unos cortos instantes. Ocultas a alguien porque le conoces y no quieres que salga lastimado, ¿verdad?

Se escuchaban los sonidos de tuercas y ventiladores en ese inhóspito sitio, junto con un olor a vapor y gasolina bastante intenso, parecía que estaban quemando algo detrás de alguna de las puertas y lo que quedaba de las paredes, la persona que amenazaba la vida del hombre poseía en su mano izquierda una llave inglesa que usaría como ataque, mientras que él, se mantenía atado a una silla de madera de pino muy desgastada.

- Será mejor prevenir, si encuentran todo lo que dejó aquí el inútil de James, la culpa recaerá en ti. Y en mi. En todos los que han pisado esta casa, y claro, los idiotas que se atrevan después

La voz gruesa de esa persona, que el señor aproximaba de unos 1,72 de altura, comenzaba a hacerse más amenazante para el a medida que enunciaba cada palabra. No podía distinguir bien su rostro, ni la ropa que llevaba puesta, en ese momento solo pensaría en correr cuando se le diera la oportunidad

- Bien, no digas que no te lo advertí, te di la oportunidad de hablar, pero como veo que no quieres decirme nada más; lo voy a hacer yo mismo.

Y el hombre se dirigió hasta unas escaleras de las que subiría a un primer piso, tomando un baúl pequeño que estaba debajo de una caja, con lo que el ahí pobre señor confirmó que estaban en un sótano. No recordaba como llegó ahí, y comenzaba a olvidar las preguntas que le había hecho el hombre, su cabello era agitado por un ventilador que colgaba del techo y solo podía pensar en qué es lo que quería, pero debía llegar a casa lo más rápido posible.

Tras varios minutos de forcejeo consiguió desatar una de sus manos, no lo habían atado bien quizás a propósito o solo por amenazarle, de inmediato se levantó y caminó sin detenerse por las extrañas cosas que veía en ese sótano; maniquíes con ropa antigua, cajas que parecían quemadas con rostros dibujados... cualquiera concluiría en que el tipo que viviera en esa casa era un maníaco

- Debo llegar antes que él. No sé a dónde fue ni que es lo que va a hacer, pero los intentará encontrar -

Y lo último que escuchó esa tarde fue una de las cajas caerse, con lo que al voltearse alguien con el rostro extremadamente blanco y un sombrero negro lo golpearía en la parte trasera de su cuello, así haciéndolo caer en estado de inconsciencia.